Tras la derrota del domingo, disolvió el Congreso y adelantó las elecciones

Manotazo de ahogado del presidente de España

El pueblo español se volcó hacia el derechista Partido Popular y el presidente Pedro Sánchez, del PSOE, perdedor en casi todas las regiones, decidió abandonar el barco

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (foto), no tardó ni medio día en reaccionar ante la dura derrota del pasado domingo en las elecciones regionales y municipales. Cuando todavía ni siquiera han empezado las negociaciones para la formación de los nuevos gobiernos locales y autonómicos, Sánchez anunció la disolución del Congreso y la convocatoria a elecciones nacionales que fueron adelantadas en cinco meses al calendario previsto.

Sánchez no dudó en asumir en primera persona la debacle electoral de su partido y aludió a la necesidad de que la Presidencia de la Unión Europea, que España asumirá por turno en el segundo semestre de este año, se desarrolle en un marco de estabilidad institucional. Con el sistema de voto por correo, puesto en entredicho durante la pasada campaña electoral y en la antesala de un verano en el que se prevé que vuelvan a batir todas las marcas de altas temperaturas, los españoles han sido convocados a votar en mitad del período de vacaciones estival.

El país saltará de esa manera de una campaña electoral a la otra sin solución de continuidad en un clima de polarización, con el bloque de derechas crecido y la izquierda seriamente desmovilizada, como se vio en las elecciones del pasado domingo.

 

Maniobra audaz

La pregunta es qué persigue Pedro Sánchez, un sobreviviente político nato, con un movimiento de semejante audacia, por el que renuncia a seis meses de gestión y se obliga a ir a las urnas en un momento en el que su partido y especialmente el espacio político aliado al que necesita para gobernar están claramente a la baja.

Lo más evidente es que el presidente no se ve con capacidad para remontar y el escenario que tenía por delante era el de un calvario político que no iba a hacer otra cosa que aumentar su desgaste. De momento, lo primero que ha conseguido es cambiar drásticamente la agenda política. Ayer casi no se habló en España de los resultados electorales ni se buscaron responsables. El tema central pasó a ser la nueva cita electoral y el Partido Popular (ultraderecha) apenas tuvo tiempo para las celebraciones.

En las elecciones del domingo, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) perdió en plazas claves como la Comunidad Valenciana, Extremadura o Aragón. Algunos de los presidentes que se han visto desplazados de estos gobiernos regionales son críticos con las alianzas parlamentarias con secesionistas vascos y catalanes en las que Sánchez sustentó su agenda de reformas. Posiblemente, el presidente del Gobierno entienda también que la amenaza de una derrota humillante como la que su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, sufrió en noviembre de 2011 movilice a la deprimida militancia socialista.

El sistema electoral español, dividido en 54 circunscripciones, favorece a los partidos mayoritarios y castiga la representatividad de las fuerzas menores.

 

Nuevos gobiernos

En tanto, ayer asumió el nuevo gobernó de Nigeria, el país africano más poblado del continente, pero abatido por la crisis económica y la falta de seguridad.

Se trata de Bola Tinobu, de 71 años, sucede a su correligionario del Congreso de Todos los Progresistas, Muhammadu Buhari al frente de un país con 80 millones de personas por debajo de la línea de pobreza. 

Mientras tanto, Recep Tayyip Erdogan, tras ser reelecto, dirigirá Turquía, un país minado por la crisis económica y profundamente dividido.

Es el tercer mandato de Erdogan que recibió el saludo de los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Joe Biden y Vladímir Putin, respectivamente.

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