Tras el encuentro con el Papa Francisco, el padre José Miguel Marengo escribe su experiencia para nuestros lectores

“Estuve preso y viniste a verme”

Fue integrante de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Villa María y actualmente se desempeña en la Pastoral Carcelaria de Sucre, en Bolivia
domingo, 10 de noviembre de 2019 · 09:00

Escribe: Padre José Miguel Marengo
ESPECIAL PARA EL DIARIO

Los días jueves 7 y viernes 8 de este mes, convocados por el Dicasterio de Desarrollo Integral Humano, nos hemos reunido en Roma, capellanes de cárceles y miembros de la Pastoral Carcelaria de todos los continentes. A lo largo del Encuentro, se ha presentado la realidad de los privados de libertad en distintos países y continentes. Y también el caminar de la Pastoral Carcelaria, en esas realidades, muy diversas y distintas.

Se coincide en el hacinamiento,  la retardación de justicia, el abandono en muchos lugares de los privados de libertad, de parte del Estado y la Justicia.

Mucha gente con prisión preventiva pasado el tiempo estipulado para ser juzgado, como marca la ley. Grandes injusticias de parte de la misma Justicia, procesos sin la defensa adecuada. Abandono en la atención de la salud, con mínima atención médica y de las áreas de tratamiento.  Gran violencia contra la mujer, con encierro precario. Niños dentro de las cárceles.  Violencia generalizada en los penales. Alto consumo de drogas. Falta de oportunidades en el encierro, tanto en lo laboral como educativo. Tortura, condenas muy largas. Alimentación  pobre y escasa. Falta de especialización del personal que los atiende. Y en algunos lugares, sin atención de parte del Estado. Falta de políticas públicas y de alternativas a la condena, a la cárcel. Infraestructuras antiguas, precarias y con mínimo de condiciones para alojar personas. Discriminación, marginación, y graves problemas con quienes son extranjeros, ya que nadie los atiende. Discriminación, también por ideología política y por los principios religiosos. Y muchos presos por sus principios religiosos, en especial cristianos.

Hay lugares donde se ponen graves restricciones para poder ingresar a visitar a los privados de libertad, violando derechos internacionales, que permiten la visita de la familia y de la asistencia espiritual. Violaciones  sistemáticas a los Derechos Humanos.

Se ha perdido la libertad. Los otros derechos deben cumplirse respetando  los tratados y convenios  internacionales, como las leyes de Ejecución Penal que tiene cada país.

Se ha visto que el Estado es uno de los máximos violadores de los Derechos Humanos, en la asistencia a los privados de libertad.

Y así fuimos conociendo en el encuentro, poco a poco, la situación de millones de personas privadas de libertad,  donde la situación de ellos es muy grave: están abandonados a su suerte.

El día 8 de noviembre al mediodía, tuvimos la audiencia con el Papa Francisco. Nos animó a seguir en este camino, dando la vida, el tiempo, por estos hermanos, en el servicio al mundo de la carcelación. Luego de su mensaje nos saludó a cada uno de manera personal. Ahí, en ese momento, tuve la oportunidad de entregarle el regalo que le enviaron los hermanos privados de libertad del Penal San Roque, de Sucre, Bolivia.

Quienes están alojados en el Pabellón 4 le hicieron una carta muy emotiva y un cofre con las llaves, señal de su Ministerio.

El Papa lo recibió con mucha atención mientras le explicaba de donde venía el regalo, enviando una bendición para todos ellos, y agradeciendo el presente.

En su abrazo fraterno sentí el abrazo a todos los hermanos privados de libertad y a tantos que caminan el mundo de la carcelación, visitando como voluntarios. Fue un momento muy especial y doy gracias a Dios por este regalo de poder participar de este encuentro en Roma, compartiendo con tantas personas que prestan un servicio en la Pastoral Carcelaria en distintos rincones del mundo, muchos de ellos de manera silenciosa y ocultos para no ser perseguidos y detenidos, respondiendo al Señor de la Vida, que nos dice: “Estuve preso y viniste a verme”.

Oremos por esta Pastoral y quienes están al servicio de los privados de libertad y el contexto que les rodea, al que llamamos mundo de la carcelación.

 

Parte del mensaje del Papa, que quiero compartir:

-“Es más fácil reprimir que educar, negar la injusticia presente en la sociedad y crear espacios para encerrar en el olvido a los infractores, que ofrecer igualdad de oportunidades de desarrollo a todos los ciudadanos”.

-“Hay una deuda social con los descartados, por lo que se debe promover un desarrollo humano integral que reduzca las circunstancias de acciones ilícitas”.

-“Los lugares de detención no pocas veces fracasan en el objetivo de promover los procesos de reinserción”.

-“Es frecuente la superpoblación en las cárceles”.

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