Cipriana cumple hoy sus 100 años

Cipriana Leonor Aguirre nació el 20 de septiembre de 1919 en Villa Nueva, producto de la unión matrimonial de Justo Aguirre y Ramona Ceballos. Fue la primera en llegar al mundo de una “prole” de 11.

El poblado tenía por entonces como intendente a Isidoro Paviotti. Eran tiempos en los que el sacerdote José Buteler terminaba la construcción de la iglesia y comenzaba a edificar templos más pequeños en la zona, como el de Sanabria...

De chica, Cipriana escuchó repetidamente las historias de la tremenda inundación de 1891 y de las sucesivas epidemias que diezmaron la población villanovense: viruela, distintos tipos de fiebre, difteria, sarampión...

El historiador Luis Altamira definió en 1931 al poblado como “un cementerio en vida”.

Ya por entonces muchas familias villanovenses habían cruzado a la margen alta del río, por donde pasaban las vías del ferrocarril, donde además se había construido una estación ferroviaria y lentamente crecía Villa María.

Ella cruzó el río a mediados del siglo pasado y lo hizo de la mano de Arturo Rogelio Vargas, un ferroviario llegado desde San Nicolás, un poblado situado en el extremo noreste de la provincia de Buenos Aires, sobre las márgenes del Paraná, muy cercana al corredor industrial de Rosario.

Cipriana y Arturo tuvieron tres hijos (Olga Raquel, Nélida Trinidad y Arturo Ernesto, este último ya fallecido), quienes le dieron 10 nietos y “una gran cantidad de bisnietos que ya no me acuerdo”, según le dijo ayer a un periodista de El Diario, en la víspera de su centenario.

Es que la memoria, a esa edad, “depende del día”.

El matrimonio entre la villanovense y el bonaerense alcanzó uno de sus sueños durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón, en los años 50 del siglo pasado, cuando les fue entregada una vivienda social. El sueño de la casa propia y el agradecimiento eterno. Por eso es que algunas veces, en la residencia para adultos mayores Portal de Luna, en la calle 25 de Mayo, suelen escucharla tararear la Marcha Peronista.

“Canta la Marchita, a veces pregunta por su esposo y lo llama por el nombre, Arturo, o por su papá, Justo... Pero otras veces se queda un poco en blanco, escuchando nada más lo que le decís”, comentó el músico local Adrián Vargas, que es uno de sus nietos.

Vargas agradeció que nuestro diario se haya acercado a Cipriana, “porque es una mujer trabajadora, que ha hecho mucho”.

“En esa casita que les dio Perón, que está en la calle la Rioja 374, mientras mi abuelo trabajaba en el ferrocarril, ella despachaba maní, papitas, palitos y otras cosas de copetín, tenía una sucursal de una tintorería y hasta cambiaba revistas... El Tony, D’Artagnan, Isidorito Patoruzú, El Gráfico, Radiolandia, Vosotras, Selecciones del Readers Digest, Siete Días... La gente llegaba con una revista que ya había leído y pagando una módica suma de dinero se llevaba otra que le interesara...”, contó Vargas.

La mujer, que mientras pudo caminó las calles villamarienses, hoy soplará las velitas por sus 100 años y “se verá por primera vez en El Diario”.

Que los cumpla muy feliz, Cipriana.