“Tenemos adolescentes que no conocen bien el centro de la ciudad”

Sandra Quevedo hace casi 12 años se encarga del comedor El Potrerito Malvinas Argentinas, en barrio Las Acacias.

Al centro solidario, ubicado en calle Los Abedules, 80 niños y adolescentes acuden de manera frecuente en busca de su ración. Pero más allá de la alimentación, hay otro panorama que le preocupa a la mujer y es el que tiene que ver con respecto a la inclusión y el desempeño de sus asistentes a nivel sociedad.

En una de las tantas charlas, los mismos niños han destacado que les encantaría compartir masivamente la visita a algún lugar determinado, como por ejemplo una pileta, pero la cuestión económica les impide disfrutar aquello que suele estar al alcance de muchos.

“Los más grandes, porque acá vienen muchos adolescentes, me dijeron que les gustaría hacer algo para ir a algún lado. A veces ellos no pueden ir al centro o a la costanera porque antes los llevaban presos y ahora los echan”. A veces, la causal puede ser solo el hecho de “llevar una gorrita”, destacó Quevedo.

 “Me quedé pensando, ahora en el Festival llevarlos a las peñas y ser acompañante de ellos para que nadie les haga nada”.

“Tenemos una ciudad tan hermosa con tanta cultura, que ellos no puedan disfrutar por estos motivos: usar gorra o limpiar parabrisas. Me da pena que no puedan explotar una ciudad que es hermosa y tiene de todo”.

Reflejando la cuestión respecto a un posible acoso policial, la entrevistada enfatizó: “Hemos tenido varios casos en donde no los han detenido, pero sí los han corrido, les han dicho que se fueran. En el centro o en la costanera no pueden disfrutar tampoco”.

“Para los Carnavales de Villa Nueva (hace una semana), nosotros llevamos en nuestro auto a los adolescentes. Hicimos dos viajes para llevarlos al corsódromo y que los dejen entrar”.

“Hay adolescentes que no conocen el centro como corresponde. Uno, por ejemplo, les dice que vayan a tal lado y no conocen, no saben”.

Respecto a tal cuestión, la reporteada dimensionó que hace dos meses atrás sucedió un hecho que también la conmovió sobremanera: “Uno de los chicos salió a cortar pasto y le pidieron los papeles de la máquina y le insinuaron que era robada”.

“El les dijo: ‘Ahora no hago más nada, me porto bien y quiero trabajar’. Llegó a tal punto que me preguntó si puedo hacerle una remera que diga ‘Quiero trabajar, no robar’”.

Fue triste verlo llorar porque tiene que pagar 2 mil pesos por mes de alquiler. En estas cosas, o te ponés mal o te hacés de hierro”, destacó.

Respecto al deseo de poder compartir una tarde en una pileta con el grupo, la encargada subrayó: “Nos encantaría que nos den la posibilidad. Nosotros nos hacemos responsables de todo y llevamos gente que cuide. Me encantaría cumplir ese sueño... Somos una familia y a mí me gustaría. Mi marido, Oscar, es excombatiente y colabora mucho. Si él pudiera, le pagaría a todo el mundo para que vaya”.

Sin ayuda municipal desde diciembre

Lo que ha ocurrido a nivel político, con la asunción y póstumo pedido de licencia en su función de intendente, Martín Gill los ha dejado en jaque.

Desde diciembre al comedor no se le han entregado los alimentos y el aporte mensual.

 “No me han avisado nada y me parece muy feo. Sería desagradecida si hablo mal de la Municipalidad, porque estuvimos trabajando todo el año, pero deberían haberlo manejado de otra forma”.

“Se tendría que haber hablado todo antes, porque estos insumos no se pueden esperar. La panza de los niños no está de vacaciones”.

Durante los últimos días el lugar había sido noticia porque se convocó a las personas a colaborar ya que la situación se había hecho insostenible. Gracias a una cruzada realizada por quienes llevan adelante el taller de danzas, llegó mercadería.

“También hace 10 días el presidente de AFUCO, Sergio Bustamante, nos trajo donaciones. Son por un partido de fútbol en donde jugaron los de AFUCO contra CAFU”.

“Otras personas también nos donaron milanesas y carne molida. Además de bolsas de cebolla y papa”, redondeó.