Abuso y acoso sexual - Las mismas huellas sobre tres jóvenes que luchan por sobreponerse

"Lo que sentimos nosotras, lo que pasamos, no se borra nunca..."

Una calle de la ciudad fue escenario del escrache a un hombre sentenciado en 2012, luego que se reconociera autor de abuso sexual en contra de una niña. Ya con 25 años, aquella pequeña quiso dar por cerrado el caso con una publicación en las redes sociales...
miércoles, 21 de octubre de 2020 · 07:03

... Pero lo que consiguió fue reabrirlo: otras jóvenes descubrieron que se hablaba del mismo hombre que las hace padecer

Las tres jóvenes que dialogaron con El Diario. Al centro, Candela Comini, quien llevó el caso a la Justicia. El abusador fue condenado, quedó en libertad y siguió denigrando


Escribe Sergio Vaudagnotto
De nuestra Redacción

Nunca habían estado juntas hasta ayer. Aunque un hilo negro y a la vez invisible las mantenía atadas desde hace mucho tiempo. Una tiene 25 años, fue quien llevó el caso a la Justicia, hizo terapia y mucho más para superarse, sentirse fuerte y dar la cara. Las otras dos tienen 19 años. Apenas comenzaron a levantar la barrera del silencio…

-¿Por qué el escrache del lunes ante la casa de Mario Gallardo?

-Candela Comini: yo pretendía cerrar todo con la publicación que hice semanas atrás en las redes sociales, alertando porque un abusador está en libertad. Quería darlo por cerrado después de años de terapia, de haberlo elaborado, más allá de que jamás entendí que por su edad avanzada y porque se declarara culpable en el juicio, no lo metieran en la cárcel. Pero cuando otras jóvenes se contactaron conmigo y me dijeron que Gallardo también había abusado de ellas o que las estaba acosando, me pareció que el caso no podía quedarse en las redes. Que había que pararlo de alguna manera. Fui con mis seres queridos, pegamos los carteles, pusimos el pasacalle, pintamos el asfalto frente a su casa…

-¿Cuándo comenzaste a sufrirlo?

-Candela: a los 11 o 12 años. Vivían frente a mi casa; eran los abuelitos buenos, que te ofrecían galletitas y todo lo que un niño puede desear. Sentía que me daban todo el amor del mundo… Tenían una cocina-comedor grande, con una ventana al patio, y ella lavaba los platos mientras él me hacía de todo en la mesa. Yo no sabía qué hacer para que se diera vuelta. Yo la quería. Era como mi abuela. No se me cruzaba por la cabeza que era ella cómplice. Lo pude ver en terapia, también por lo que pude saber del juicio abreviado.

-¿Qué fue lo que pasó con vos?

-D.C.: lo mío es acoso. Me empezó a parar cuando regresaba del colegio para decirme que, si alguna vez me faltaba algo, no dudara en pedírselo.

-¿Qué edad tenías?

-D.C.: entre 16 y 17 (ahora tengo 19).

-O sea que ya había sido condenado…

-D.C.: sí. Después ya me ofrecía dinero para que entrara a su casa. Me llegó a ofrecer ir de viaje juntos. Se me acercaba, me abrazaba… Y empecé a volver a mi casa por otro lado, aunque el camino era ese… Igualmente, no soy la única del barrio que lo sufrió o lo sufre. Sé de una chica de 30 a la que le pasa…

El mensaje de Twitter que desató una “tormenta” de solidaridad y dio aire a voces que permanecían silenciadas

-¿Y tu caso?

-Brisa Elizondo: me pasó entre los 7 y los 11 años.

-¿Por qué tanto tiempo?

-Brisa: por cercanía a mi familia. Todo empezó el día que nació mi hermana. Le pidieron que me llevara a la clínica a ver a mi mamá después del parto y antes me llevó a su casa. Ese día la mujer no estaba... Y ahí comenzó mi caso… Es igual al de Candela.

-Candela: todo lo que se imagine, pero sin acceso carnal.

-¿Intentaron comunicarlo a sus mayores?

-Brisa: el miedo te invade, te paraliza. También hay vergüenza… No sé, nunca había hablado de esto antes…

-¿Miedo a qué, por ejemplo?

-Brisa: al rechazo, a que no te crean… El era el viejo bueno y cariñoso para todos.

-Candela: por eso queremos decirles a todas las personas que estén pasando situaciones similares que no se queden calladas, que siempre va a haber alguien que las va a apoyar. Aunque en ese momento yo sentía que no tenía ganas de vivir.

-D.C.: está la familia y si no está la familia, estarán los amigos.

-¿Las amenazó Gallardo para que no hablaran acerca de lo que les hacía?

-Brisa: yo lo amenacé a él varias veces con contarle a mi mamá… Y todo terminó porque un día se me tiró encima en la cama y no se dio cuenta de que mi mamá estaba en la pieza. Se fue y no volvió más…

-Candela, se te ve fuerte, decidida... ¿conforme con la decisión de ir a fondo?

-Candela: siento que con el juicio comenzó a pagar algo de lo que hizo. Ahora, si ellas y alguien más quiere ir a la Justicia, yo las apoyo. Que se reabra la causa… no quiere decir que vaya a ir a la cárcel por la edad que tiene, pero a lo mejor le dan domiciliaria y que no pueda salir a repetir esas aberraciones. Porque hoy es un hombre libre.

Sobre el final, una de ellas dice: “Lo que nosotras sentimos y lo que pasamos no se borra nunca…”. Las otras dos lo repiten. Lo subrayan. Ahora se han mirado a los ojos. Están juntas, no atadas; unidas.

 

“La mujer lavaba los platos mirando hacia el patio mientras él me hacía de todo en la mesa” (Candela Comini)
“Después ya me ofrecía dinero para que entrara a su casa. Me llegó a ofrecer ir de viaje juntos” (D.C.)
“Todo terminó porque un día se me tiró encima en la cama y no se dio cuenta de que mi mamá estaba en la pieza” (Brisa Elizondo)

 

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