La historia de Cocó - Niña trans, soñadora y feliz

“Lo pude poner en palabras a los 9 años, pero siempre me sentí mujer”

La transición. La lucha. El desafío. La protección. Constanza Chiosso y su mamá, Valeria Herrera, abrieron su corazón para contar todo sobre el proceso de dejar ser a esta pequeña villanovense
viernes, 23 de octubre de 2020 · 10:50

Escribe: Damián Stupenengo

“Era muy frustrante porque no sabía cómo decirlo. No sabía ni siquiera que existían las niñas trans”. Cocó tiene 13 años, vive en Villa Nueva. Y es Constanza Chiosso desde hace tres. Hasta ese momento, nunca encontró la manera de expresar lo que sentía. De transmitirle a su familia en forma suficientemente clara y concreta cómo se sentía.

Señales siempre dio. Cómo cuando a los 4 años salió de bañarse y le preguntó a su abuela por qué se veía así en el espejo, si era una niña. O como cuando le planteó a su mamá que de grande quería ser Lizy Tagliani, “que de chica era varón y después fue mujer”.

En el proceso permanente de introspección que llevó adelante a su corta edad, creyó primero que era gay “porque era lo más cercano que tenía en conocimiento, y como siempre me gustaron los hombres, pensé que era eso”, recordó Cocó.

También se multiplicaron los interrogantes. “Le preguntaba cómo iba a hacer para que no me creciera la barba, un montón de cosas”, sonrió con timidez. Su mamá, Valeria Herrera, completó la frase: “Me decía que no quería que le cambie la voz, por ejemplo. Y yo no sabía cómo responder a eso. Fueron todas preguntas así durante toda su vida. Y yo me decía a mí misma que tenía que encontrarle esa respuesta”.

Fue a través de Camila, otra de sus hijas, que hubo cómo contestar a eso. Leyó un artículo en la web e inmediatamente sintió que la pantalla le reflejaba lo que estaba pasando en su casa. Se lo pasó a su mamá, y le pidió que lo leyera en soledad. Valeria lloró.

Fue la primera vez que pudo encontrar palabras sobre lo que sucedía. “Fue un alivio porque le pude dar respuesta a las tantas preguntas que me hacía Cocó, que me dejaban asombradas”, confesó Valeria, quien -emocionada- afirmó que “lo mejor que le puede pasar a un padre o madre es entender y comprender qué les pasa a elles, y fue un alivio porque sabía que de ahora en más ella iba a estar bien”.

Al día siguiente, cuando Cocó llegó de la escuela, la sentó en la mesa y le dijo que iba a poder ser la niña que siempre quiso ser. “Me quedé en shock”, sonríe la pequeña. “Le pregunté si iba a poder vestirme de nena, si iba a poder pasar lo que me restaba de vida de nena”, y todas las respuestas fueron afirmativas.

 

Un desafío

“Siempre me sentí mujer. Lo pude poner en palabras a los 9 años, pero siempre me sentí mujer. Y cuando pude ponerle palabras me sentí más libre de lo que era”. Cocó dice firmemente que hoy es feliz. Que quiere ser abogada. Que la aprobación del cupo laboral trans la llenó de alegría.

Valeria y Cocó se miran y se sonríen a cada rato casi sin darse cuenta. Es un acto reflejo que les quedó tras haber logrado juntas atravesar el sinuoso derrotero para que la pequeña sea quien siente ser. Ella misma eligió su nombre y su abuela el segundo. Y para su cumple de 10 ya contó con el nuevo DNI.

“Fue un desafío”, intentó resumir Valeria sobre el proceso que llevaron adelante de la mano. Y aseguró que, más allá de todo, siempre tuvo “la tranquilidad de saber que las cosas las estaba haciendo bien para que ella se sintiera bien y se sacara esa frustración que ella tenía por no poder ser quien realmente se sentía”.

No fue sencillo, hubo mucho que averiguar, mucho que preguntar, y “mucho por pelear por sus derechos, en el ámbito de la ciudad, de la escuela, por su identidad”. Reflexionó que “la ignorancia propia muchas veces lleva a no dejar ser” porque “el hecho de no conocer las infancias trans, o de creer que las personas que se hacían trans nacían desde la pubertad porque lo asociábamos a algo biológico, o por decisión después de los 30 años, y no es así”.

-¿Cómo se da esa transición?

“Natural. Siempre traté de que sea lo más relajado posible. No hay una receta mágica o un instructivo que te digan los pasos a seguir. Se van dando solos, uno camina de la mano con su hije y esa personita que tenés al lado te va diciendo todos los días qué es lo que necesita. Ella, en realidad, a la transición no la tiene que hacer, siempre fueron lo que sintieron ser, es algo normal y común en ellos vivir, sentir. Nosotros somos los que tenemos que acompañar, contener y proteger”.

No hace falta, pero aun así Valeria intentó graficar una especie de cómo o por qué una niña es trans: “Se nace, no se hace. Es algo que se siente, es algo que a elles le sale, no tiene nada que ver con su genitalidad, sino sus sentimientos. Cómo se ven, cómo se sienten, cómo quieren muchas veces que el resto las vea”.

Cocó es la primera niña trans en la provincia de Córdoba en recibir el tratamiento de bloqueadores.

 

Lucha y aceptación

Protección. Un concepto que la mamá repitió. Proteger a Cocó, ¿de qué?. “De la gente, muchas veces. De la sociedad, más que todo del adulto que lastima, que hiere, del adulto que margina. De eso hay que protegerlos, y no es tarea fácil. Del dedo apuntador hay que protegerlos. De un sistema de salud que no los entiende, que no los comprende, lo mismo pasa con el colegio, hay que protegerlos de todo. Son muy vulnerables”, respondió.

Cocó afirmó que en la escuela sus compañeros y compañeras no solo aceptaron el cambio, sino que también la defendieron. “Se lo tomaron rebien. Es más, por ahí algún profesor o profesora se equivocaba y me llamaba por mi nombre anterior y ellos mismos los corregían”. Dijo que se siente “muy empoderada” y que hoy no se siente discriminada.

De todas maneras, Valeria sintió la necesidad de hacer una crítica; vacía de reproche, llena de responsabilidad y compromiso: “A las instituciones les falta bastante sobre esta temática. Falta mucha capacitación, entenderlos a elles. No hay profes capacitados, no hay directivos capacitados. Falta muchísima educación, muchísimo en cuanto a la ESI como corresponde. Que en la parte de diversidad se toque el tema como corresponde... usan términos como el ‘transformarse’, y eso está mal e hiere. La escuela es el segundo hogar para niñes y adolescentes. Pasan la mayoría del tiempo en el colegio, tiene que ser un lugar donde haya acompañamiento de su entorno, es necesario que estén capacitados porque son ellos quienes van a tener que contener a la persona. Hay que educar en el colegio”.

 

Escuchar y acompañar

Ambas consideran que contar esta historia puede ayudar a los demás, pese a la exposición de Cocó que eso conlleva. “Quizás esto sirve para que otras mamás y papás puedan mirar a sus hijes y dejarlos ser lo que siente ser”, estimó Valeria, y también expresó: “No quiero que niñes, adolescentes tengan que pasarlo mal y esperar a ser adultos para poder ser”.

Al mismo tiempo, reveló que actualmente se encuentra acompañando a dos familias villamarienses con hijas de 6 y 8 años que están en el mismo proceso por el cual pasó Cocó. “Se acercan a pedirme consejos, básicamente lo que hacemos es escucharlas. Como mamá nos es muy importante hablar de lo que estamos pasando con personas que hayan pasado lo mismo. Desahogarse. Hablar con la niña. Acompañar desde lo legal. Son historias muy similares a la de ella. La mayoría de las veces las que acompañamos somos las mamás, es muy raro que el papá se involucre”, describió.

Cocó repitió que es feliz. Que quiere ser abogada “para defender la diversidad” y que ama mucho a su mamá, “porque siempre me acompañó”.

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