Con 100 asistentes, un cumpleaños marcado por la pandemia

Con barbijos y por el cumple, los niños volvieron al Caritas Felices

El espacio popular de barrio La Calera cumplió ocho años. En esta nota, testimonios en los que se mezcla la tristeza por la desigualdad y la carencia con la alegría de una comunidad que se une para sortear las adversidades
miércoles, 3 de junio de 2020 · 07:03

Los ocho años del comedor Caritas Felices tuvieron la particularidad de que por primera vez no se llevara a cabo el tradicional festejo, aunque la calle en donde está ubicado el espacio comunitario se llenó de niños que, con los barbijos puestos, hicieron una fila para ir recibiendo la vianda diaria -ayer consistió en pollo con arroz-, helado (una firma local puso un carrito en la calle a tal fin), gaseosa, globos y golosinas.

“Cuando pase todo esto haremos la torta”, dijo Marisa Sánchez, la impulsora del espacio popular que atraviesa su etapa de mayor demanda, por la lacerante crisis socioeconómica agravada por la pandemia de coronavirus. “No he bajado de 150 viandas diarias”, indicó a El Diario en referencia a lo que se vive desde el inicio de la cuarentena.

Caritas Felices nunca dejó de brindar la comida, pero desde el comienzo del aislamiento ya no concurren los niños, sino sus mamás y papás, quienes con barbijo puesto retiran las viandas. Ayer, por lo especial de la fecha, retornaron los pequeños a este lugar que ocupa buena parte de sus corazones.

Carla Suárez (37) es mamá de cuatro hijos, de 6, 8, 12 y 16 años. Hace 12 años vive en La Calera y está casada.

“Lo pasamos como podemos. Venimos al comedor a buscar la comida y gracias a Dios hace dos semanas mi esposo volvió a trabajar. En las primeras semanas lo pasamos mal. Es albañil, está en una cooperativa y no podía hacer nada por el aislamiento. Yo no trabajo, ¡ojalá!”, declaró al ser consultada por este matutino.

“Los chicos pasan la cuarentena encerrados, viendo tele, viendo dibujitos, dibujando, escribiendo, estudiando, tratando de mantenerlos adentro porque si no nos cuidamos nosotros, quién lo hará. Ellos preguntan cómo se expandió el virus, cómo hay que cuidarse, y uno les enseña”, describió.

Luego expresó que quiere “que esto se termine de una vez, porque estamos privados de muchas cosas, de salir, de llevar a los chicos al colegio. No es la misma enseñanza por WhatsApp que yendo al aula, se han atrasado muchísimo con los estudios”.

“Al mediodía venimos a lo de Marisa, que nos da una mano tremenda, y a la noche nos arreglamos como podemos. Pido que ayuden a Marisa porque ella piensa en todos los niños, no solo los del barrio”, comentó.

 

“Esta es mi otra familia...”

Luisa Cabrera es una de las impulsoras del comedor. Como Marisa, está desde los inicios, hace ocho años. “Por el coronavirus estuve un tiempo sin venir porque soy grande, tengo 65 años. Hace tres semanas volví, extrañaba mucho, esta es mi otra familia. Me hace muy feliz, lo siento de corazón y Dios siempre nos ayuda. No me dejaban salir de casa y le decía a mi marido que quería estar acá”, confesó a este diario.

Confió en que le tiene “respeto” al virus. “Con mi marido estuvimos dos meses sin salir de casa. Al principio tuve miedo. Después nos empezamos a ver con algunos de mi familia. Esto nos va a cambiar… ya nos cambió. No sé cómo vamos a salir adelante, pero nos hace pensar de otra forma, que el mundo debe ser de otra forma”, sostuvo.

 

“Ahora se ve el corazón”

“Ahora se ve el corazón de las personas. Ayudan mucho, hay mucha solidaridad. Hoy somos todos iguales. Esta es la etapa más tremenda que ha vivido el comedor. Antes le dábamos comida a 70, 80 y a veces hasta 100 chicos. Hoy hay 120 viandas diarias, se cocinan 15 kilos de polenta, 12 kilos de arroz, una barbaridad. Preparamos guisos, torrejas, pollo al horno, polenta, albóndigas con salsas. Nunca se repite la comida de un día al otro. Ahora tenemos leche, pan, siempre hay mercadería”, especificó.

Vero y Susana hace más de tres años que son parte del espacio. Como Luisa, están en la cocina todos los días.

“Vemos mucha necesidad. Gente que nunca vimos ahora viene. Llegaron mamás de otros barrios porque realmente no tenían para comer. También vinieron hombres, albañiles que estaban sin trabajo. La flexibilización de la cuarentena no ha generado tanto trabajo hasta ahora, hay muy poco trabajo en estos días”, declararon.

Diego Bengoa

 

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