A dos años del accidente que le costó la vida, sobre la ruta 158

Jornada de numerosas muestras de afecto para Alejandro Larose

“Simplemente vinimos a saludar al amigo; a decirle hola Alejandro”. Sencillo y emotivo recuerdo del joven deportista y empresario gastronómico
sábado, 15 de mayo de 2021 · 07:58

Fueron muchas las personas que ayer se sintieron llamadas a concurrir al Cementerio Parque La Naturaleza, para acercarse al sector Los Eucaliptos, donde descansan los restos del deportista y empresario gastronómico Alejandro Nicolás Larose, al cumplirse exactamente dos años del accidente fatal que le costó la vida cuando conducía su moto Harley Davidson de regreso a la ciudad por la ruta 158 y fue impactado por un rollo de alfalfa que cayó sobre la cinta asfáltica desde la caja del vehículo que lo transportaba.

En grupos de diez, de ocho, de cuatro, sus amigos y compañeros de pasiones fueron arribando a lo largo de la jornada, según se los permitían sus horarios laborales.

En automóvil y en motos choperas (la mayoría), dijeron presente. Uno de ellos, Marcelo López, dijo al cronista de El Diario que “simplemente vinimos a saludar al amigo; a decirle ‘Hola Alejandro’”.

Visiblemente emocionado, dijo además que “se lo extraña mucho”.

Uno de los grupos partió desde el Garage Custom y llegó al cementerio encabezado por el titular de ese espacio, Gonzalo Bonetto, para quien “el Negro es una persona a la que nunca se le puede dejar de agradecer todo lo que dio, que en mi caso personal fue mucho”.

“Yo puse el taller y enseguida él trajo Harley como evento... y en todo lo que encaraba iba a full... Nunca lo mío hubiese progresado sin su apoyo, más allá de que fuese mutuo. Lo suyo no era solamente conmigo, sino con todos, con Harry, con Marcelo, con todos...”, agregó.

Y confesó seguidamente: “Me abrió puertas; te tocaba y te arrastraba con él al éxito”.

También  recordó una última cena, en la que “hablaba entusiasmado con ir a Córdoba a poner un comedor”, como antes había comenzado con una bodega en Colonia Caroya.

Se iban unos y llegaban otros para  rendir tributo, familiares entre ellos, todos en silencioso respeto, cortado de tanto en tanto por el sonido de un caño de escape. El hijo del gastronómico Luis Larose y de quien por doce años intendenta de Pasco Alicia Giubergia, el hermano de Yanina, se lo había ganado.

Horas después del accidente ocurrido hace dos años, nuestro compañero Juan Ramón Seia escribía : “Si no lo conocías por su nombre, tal vez hayas ido a uno de sus múltiples emprendimientos gastronómicos, o hayas intercambiado unas palabras con él en alguno de sus eventos o hayas trabajado, colaborado, asistido o actuado en los ciclos y proyectos que desarrollaba a menudo”.

Larose, quien regresaba de un encuentro de Harley Davidson realizado en Paraguay cuando tuvo el accidente a las puertas de Arroyo Algodón, había trabajado a la par de su padre en El Rincón de Luis, para luego incursionar en el servicio de catering (posteriormente conocido como La Rose).

Más tarde llegarían la parrillada Haras, el comedor de sushi Oni, la taquería y cantina mexicana Santo, el restaurant María en el Hotel Amerian, el Club Meroi “y su vedete Soho, en la costanera”, enumeraba Seia.

Gonzalo Bonetto, uno de los amigos de Larose que dialogó con el cronista de este medio

Y agregaba que “también se orientó hacia el fast food con Mostaza (junto a su hermana Yanina, que tuvo una filial en Córdoba) y Luigi Café en el Híper Libertad, donde finalmente había abierto Bestia Burger & Brew. En tanto, donde funcionaba El Rincón, su primera casa, abrió La Rosita Steak House”.

En algunos de esos espacios actuaron reconocidos humoristas, solistas y grupos tanto locales como nacionales (semanas antes de su muerte había pasado vinilos Sofía Gala en uno de esos locales).

En su adolescencia había descollado en el bici cross, inclusive en Estados Unidos,  Francia e Inglaterra, participando de competencias mundiales.

Luego se apasionó por las motos, concretamente por las Harley Davidson, y comenzó a organizar los encuentros en nuestra ciudad, que contaron con participación de motociclistas de distintos puntos del país y de Sudamérica, a los que acompañó con festivales de rock con bandas invitadas.

Hoy por hoy, en esos encuentros, los organizadores de eventos de esas características de todas las provincias le otorgan el nombre de Alejandro Larose al primero que se inscribe.

“Mis raíces están acá, mis afectos también, y veo que hay posibilidades... La gastronomía es donde me desenvuelvo, sé cómo manejarme y me ha ido bien. Eso me empuja todo el tiempo; vengo con ritmo sin parar durante muchos años”, decía a la Revista Claves, pocos meses antes del accidente.

Ayer, a dos años de esa fatalidad, quedó en claro que su recuerdo está intacto entre sus afectos.

Uno de los presentes se acercó al cronista de este medio: “Esta es la llave de la moto de Alejandro. La llevo conmigo; lo llevo conmigo a todas partes”, dijo.

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