El aprehendido tiene el maxilar fracturado

Denuncian que golpearon brutalmente a un detenido

El hombre que según la información policial se quiso ir de un hotel alojamiento sin pagar, está internado en un centro de salud de la cárcel de Bouwer con graves lesiones
lunes, 27 de septiembre de 2021 · 08:40

?La escritora Edith Vera publicó “El libro de las dos versiones”, dando cuenta, con la belleza que ella escribía, que hay al menos dos diferentes miradas frente a un mismo hecho.

Lo que proponemos contarles ahora es otra mirada de una noticia que se difundió como un hecho casi anecdótico, el de una pareja que fue detenida por querer irse de un hotel alojamiento sin pagar.

La situación, informada el 20 de septiembre, da cuenta, según el parte policial, de que “desde un hotel alojamiento del sector, se procedió a la aprehensión de un hombre de 37 años por la supuesta autoría de los delitos resistencia a la autoridad, amenazas calificadas, tenencia ilegal de arma de fuego” y agrega que al palparlo encuentran entre sus pertenencias un revólver con seis cartuchos en sus alveolos.

Eso no explica cómo Franco Fernández, tal el nombre del detenido, terminó con el maxilar fracturado, lo que motivó que actualmente esté internado en un centro de salud del Penal de Bouwer.

El Diario dialogó con Dominga Briguera, mamá de Fernández, quien no cuestiona la detención, pero sí los golpes.

“No duermo pensando por qué pasa esto. Si mi hijo actúa mal, ¿la Policía no debería actuar bien, dando el ejemplo?”, se pregunta.

“No es la primera vez que le desfiguran la cara”, señaló, recordando que en una detención anterior, su hijo también terminó con golpes en el rostro e internado, en esa oportunidad, en el Hospital Pasteur.

Historia

 La historia de Franco Fernández no es sencilla. A los 19 años tuvo su primera “caída” cuando fue acusado y condenado por ser pirata del asfalto. Purgó 12 años de prisión y a tan corta edad, la celda no fue la mejor escuela. “Antes no consumía drogas”, dijo su mamá. Pero después, ya en libertad, vivió la otra prisión, la de las adicciones.

“Además, él de chico sufre convulsiones y epilepsia, así que toma sus medicamentos, que con droga y alcohol empeoran todo”, dijo.

En 2015, otra vez fue detenido. En este caso, hubo una persecución policial que terminó a los tiros. Franco quedó muy mal herido, no solo por balas, sino por los golpes que le desfiguraron la cara. No se investigó el hecho.

La última “caída” en la prisión fue el 20 de septiembre de este año. Ese día, Franco tenía a su cuidado un pequeño niño de 6 años, que si bien aseguran que es su hijo, no está inscripto con su apellido.

Ese mismo día tuvo un encuentro con una mujer, a la que su madre le pide que no la traiga a casa, porque ella está con prisión domiciliaria y lo mejor “es alejarse de los problemas”, le aconsejó.

Sin embargo, la pareja y el niño decidieron estar juntos y pensaron que la mejor idea era pasar la noche en un hotel. Fueron primero a uno, pero como no tenían el documento de identidad del niño, no los recibieron. Pensaron que en un hotel alojamiento podían entrar sin tener que mostrar la documentación, y así fueron hasta el barrio Industrial, donde hay un albergue de ese tipo.

La presencia de un niño alertó a las personas a cargo del lugar y dijeron que si no se iban, llamarían a la Policía.

Esto alteró a Fernández quien amenazó a las empleadas e intentó salir, pese a que estaba el portón cerrado. Cuando logró trasponer esa puerta, varios efectivos policiales estaban esperándolo.

Fernández es detenido, lo mismo que la pareja.

El caso del niño es llamativo, porque la misma Policía se lo llevó a la casa de Briguera -pese a que, como dijimos, no está inscripto con el apellido de Fernández- y se lo dejó a su cuidado.

“Así me enteré que mi hijo estaba preso”, dice Dominga.

Tuvo que pedirle a otra hija que llevara al niño con la mamá y así comenzar a ocuparse de Franco.

Ella, es una mujer jubilada, que crió a cinco hijos y que hoy tiene graves problemas de salud a consecuencia de su diabetes e hipertensión, además de dificultades para caminar.

Pese a todo, se comunicó con la Alcaldía para ver qué necesitaba su hijo: “Tráigale ropa, el desayuno y el almuerzo”, le dijeron. Supone, que si podía comer, aún no estaba golpeado. Pero no lo sabe con certeza.

Después llegó el traslado a Córdoba y la desesperación para ella. “Agradezco tanto al abogado -Javier Marcos-, que se ocupa de decirme cómo está mi hijo, porque lo peor, es la incertidumbre”, dice la mujer. Sabe que su hijo está a dieta líquida, dado que no puede ingerir sólidos, tampoco puede hablar y debe ser intervenido quirúrgicamente.

“Me pregunto por qué tenemos que vivir tantas injusticias. Mi hijo tiene un problema, que es la adicción, pero no entiendo por qué la gente que tiene que defender la ley lo golpea así. Ya se lo hicieron dos veces, a la tercera, me lo van a matar”, agregó.

No duerme corrido desde aquel momento en que el policía le dijo que su hijo estaba detenido. Trata de no perder la fe: “Solo Dios me sostiene”, afirmó, aferrada a la idea de que algún día, las instituciones del Estado ayuden en la recuperación de su hijo, que tiene 37 años y seguramente, la oportunidad de volver a empezar.

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