El 30 de julio - Día Mundial contra la Trata de Personas

“Todos los días trato de reconstruir mi vida”

Daniela Chávez, sobreviviente del delito de Trata de Personas con fines de explotación sexual, lucha por darle a sus hijos el bienestar que ella no tuvo
sábado, 30 de julio de 2022 · 07:00

Escribe Macarena Pereyra Depetris DE NUESTRA REDACCION - Foto Victoria Araujo DE NUESTRA REDACCION

 

A los 12 años, la vida de Daniela Chávez cambió rotundamente. Su mamá la indujo al mundo de la prostitución y luego fue vendida con fines de explotación sexual. La trasladaron desde su ciudad natal, San Francisco, hasta Villa Mercedes,  en San Luis, donde la prostituyeron y golpearon hasta sus 18 años, cuando pudo escapar. En este 30 de julio, Día Mundial contra la Trata de Personas, cuenta su historia a El Diario.

“Soy la mayor de cinco hermanos, cuatro mujeres y un varón. Tuve una infancia difícil, mi mamá era muy violenta. Ella no sabía expresar cariño y la única manera que tenía de demostrar algo era enojarse y pegarte con lo que tuviera a mano”, comenzó diciendo Daniela y continuó: “Ella fue la que me llevó a largarme a esto”.

A su vez, afirmó: “Mi mamá falleció y traté en el último tiempo de entender lo que ella pasó. Se crió sin una mamá, en el Buen Pastor, cuando era para menores que no tenían hogar. La falta de cariño para ella fue total y creo que a nosotros tampoco nos lo pudo dar”. “A los 18 años se casó con mi papá porque era la única forma que tenía para salir de ahí, pero al poco tiempo se separaron”, contó.

“Fui una hija sin amor y junto con mis hermanos pasamos una infancia con todos los maltratos habidos y por haber. Sin embargo, siempre intenté transmitirles amor a mis hermanos porque muchas cosas que pasé y permití fueron para que no las pasaran ellos”, indicó.

 

“Mi hijo me mantuvo viva”

Daniela, quien hoy tiene 43 años, comentó: “Al ser la mayor, mi mamá me llevó a pararme a una esquina y después me vendió en Villa Mercedes. Me dijeron que iba a trabajar, pero yo no sabía de qué y terminé en un prostíbulo, las famosas ‘whiskerías’, como se les llamaban antes”. “Era menor de edad y había sido mamá de Ayrton, quien cumplirá 26 años en agosto y se había quedado en San Francisco. Siempre digo que lo que me mantuvo viva fue saber que quería volver a buscar a mi hijo”, aseveró.

A través de un fuerte relato, la mujer prosiguió contando su historia. “Alrededor de 360 mujeres se encontraban en la ruta de Villa Mercedes, hay muchas chicas que trabajan todo el día allí. En mi caso, estaba en la ruta durante el día y después me llevaban a las whiskerías, que abrían a las 10 de la noche”, precisó Daniela y agregó: “Supuestamente, esos lugares no eran prostíbulos, sino que ibas a hacer copas, pero había de todo ahí adentro”.

En tanto, mencionó: “Conocí todos los golpes habidos y por haber. Me acuerdo que una vez me subí a un camión, yo en ese tiempo fumaba y había puesto la plata entremedio de la etiqueta de cigarrillos y la bolsita. Cuando me subí, dejé la etiqueta arriba del paragolpe del camión y cuando me bajé después de la atención ni me acordé de los cigarrillos”. “Cuando me di cuenta, el camión ya se había ido y ahora, ¿cómo explicaba dónde estaba la plata que había hecho? No me creyeron y ese fin de semana sufrí mucho, desde que me pegaran con un cable, me metieran la cabeza adentro del inodoro y me dijeran que me iban a matar. Ese día creo que Dios no me quiso llevar”, relató.

“Ese fin de semana causó una revolución en mí y me subí a un camión y le pregunté si me podía llevar. Me dejó en Río Cuarto y luego seguí hasta San Francisco. Lo único que tenía  era un pantalón corto, una remerita y una pollera larga,  pero creo que el coraje te nace desde lo más profundo y quise volver, por mí y por mi hijo”, puntualizó.

“Pasé un montón de cosas hasta que llegué a San Francisco, donde mi mamá no me quiso recibir y me quedé en la calle. Siempre viví en la calle. No tengo vergüenza de decir que al que me ofrecía un lugar para dormir o para cobijarme, a cambio de cualquier cosa, yo lo aceptaba”, dijo Daniela y continuó: “Ahí conocés personas buenas que te quieren ayudar de verdad, las que quieren lucrar y yo lo conocí todo”.

Luego, señaló: “Comencé a tener contacto con mi mamá, y a través de darle un aporte económico me dejaba ver a Ayrton desde la esquina. En ese tiempo, me casé por capricho a los 21 años con un hombre golpeador y tuve una hija, Laila, que nació seismesina pesando apenas 850 gramos y lamentablemente falleció a los 15 días”. “Entonces, uno piensa que en la vida una parte se te va muriendo y otra parte se va quedando y creo que la fortaleza de lo poco que me quedaba me daba la fuerza para salir”, aseveró.

En ese sentido, explicó: “Después de todo eso, me quedé sola y me contacté con Rubén, a quien conocí mientras trabajaba en los prostíbulos de Ausonia. Él siempre me quiso sacar de la calle y nunca en mi vida conocí un amor tan puro, legítimo y sano”. “Hace 23 años que mi vida cambió, tuve a Agostina que va a cumplir 21 años y, luego, Rubén reconoció a Ayrton como su hijo”.

 

“Luchar contra tus propios demonios”

Tras consultarle cómo fue su vida luego de que pudo escapar de la Trata, Daniela comentó: “Todos los días trato de reconstruir mi vida, porque hay días que tenés altos y bajos, luchás contra tus propios demonios y no es fácil, pero tampoco es imposible. Creo que es importante la fuerza de voluntad de cada uno, en mi caso quería que mis hijos tuvieran un bienestar, no lo que tuve que pasar yo”.

“Me considero una superviviente, pero no una víctima. Estoy viva, tengo ganas de vivir todos los días y me gustaría que muchas chicas también tuvieran esa fuerza de voluntad y encontraran personas que las ayuden”, manifestó Daniela y añadió: “Siento que hay mucha injusticia social. Tengo mucho recelo a la Justicia y el Estado da ayudas a las grandes instituciones, pero a nosotros no nos llegan, tenemos que andar luchando, golpeando puertas y demostrando si somos buenas o malas personas”.

Por otra parte, la mujer relató que se separó de Rubén y pudo construir su propia casa, terminó la escuela secundaria y realizó una Diplomatura de Acompañante de Violencia de Género. “Actualmente, tengo en concesión el Polideportivo de Ausonia, terminé mis estudios secundarios en el Cenma en plena pandemia, donde me recibí con honores y fui segunda escolta. Creo que después de mis hijos, el haber estudiado en el secundario para adultos fue lo más lindo que hice en mi vida”, mencionó.

“También, voy a dar charlas a los colegios. Me preguntan cómo hago para sobrevivir y creo que si Dios te hace abrir los ojos todos los días, por algo es y entonces vos tenés que hacerle honor a Dios y a la vida. Siento en el fondo de mi alma que Laila desde el cielo me da protección todos los días y me ayuda a salir, porque no es fácil, pero si veo todo lo que hago, pienso que todavía me sigo superando”, concluyó Daniela.

De acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas, en 2018, hubo alrededor de 50 mil víctimas de la trata de personas y 148 países denunciaron su existencia.

El 50% de las víctimas detectadas fueron objeto de trata con fines de explotación sexual, y el 38% fueron explotadas para realizar trabajos forzosos. Las mujeres representan el 46% y las niñas el 19% de todas las víctimas de la trata, siendo las principales víctimas.

A nivel mundial, una de cada tres víctimas detectadas es un niño.

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