En la antesala de las fiestas de fin año prevén otra suba considerable

Otra vez sube la carne, mientras cae el consumo

Recorrimos carnicerías de la ciudad para saber de primera mano cuál es el alcance del impacto, cuanto cayó el consumo y qué cantidades lleva la gente
martes, 4 de noviembre de 2025 · 07:30

Otra vez sube la carne. Parece un ciclo sin fin. Promesas de estabilidad, anuncios de mejora, discursos de control de precios… y, sin embargo, todo vuelve a subir. Mientras desde el Gobierno nacional se habla de “mejores condiciones”, de reactivación y de un horizonte que pronto se despejará, la realidad cotidiana se mide en el mostrador.

Volvimos a hacer lo que siempre da resultado: caminar la calle, ir a las carnicerías y hablar con quienes venden. Porque entre trascendidos, redes sociales y fake news, lo único que vale es el contacto directo con la realidad, con el bolsillo y con la heladera. Y la realidad, hoy, no tiene muchas vueltas: hay un nuevo aumento en el precio de la carne en medio de una gran caída del consumo.

Las carnicerías locales coinciden en un diagnóstico que se repite: los precios volvieron a subir, y el consumo no repunta. Algunos hablan de entre un 10% y un 12% en estas últimas dos semanas, dependiendo del corte. Otros explican que, frente a los nuevos valores, los clientes buscan alternativas: cortes más económicos, pollo, cerdo o directamente estirar las comidas con menos cantidad. Lo que antes era costumbre -llevar carne varias veces por semana- hoy es un lujo que se calcula con cuidado.

“Hay meses y meses… el anterior fue más bravo. La situación te obliga a ser más creativo con cortes y promociones. Nosotros no aumentamos de golpe, preferimos ganar en la cantidad y no en la unidad. Pero se nota: la gente lleva menos. El consumo bajó”.

Bruno - Carnes El Salteño

 

“La gente ya no consume como antes. Se nota entre el 15 y el 25, cuando llegan a fin de mes. El fin de semana es lo más fuerte, aunque nosotros trabajamos de lunes a lunes. La gente busca mucho la oferta y se nota la baja, porque son los mismos clientes y llevan menos. En el centro está todo parado”.

Andrea - Carnes Gaspar

Carnicerías y clientes buscan la vuelta entre ofertas y cortes alternativos

“Hoy me cuesta más barato traer carne de Rosario, y de gran calidad. No entiendo si faenar acá es más caro, pero no me cierra. El consumo bajó un 25%. La gente lleva menos. Me han llegado a pedir un solo bife de pechuga… y en esas situaciones uno termina regalando el resto por corazón. Piden dos hamburguesas, dos costeletas. Que te pidan un kilo de bifes, ya es uno de cada cien”.

Sebastián - Carnicería Gallo

 

“Nuestra clientela es de siempre. Se nota la merma, como en todo, por eso cuidamos mucho a nuestros clientes. El asado se sigue vendiendo”.

Jairo - Carnicería Scarponi

 

En una región agrícola-ganadera como la nuestra, hablar de que falta carne en la mesa suena absurdo. Y, sin embargo, sucede. El acceso a un alimento tan simbólico para la identidad argentina empieza a parecer un privilegio. No se trata de exagerar: no todos pueden darse el gusto de comer carne con la frecuencia que quisieran. El asado del domingo, ese ritual nacional que nos define tanto como el mate o el fútbol, empieza a correrse del menú que era una fija.

A eso se suma otro cóctel que enciende la preocupación: nuevos aumentos en combustibles, en servicios, y en prácticamente todo lo que sostiene la vida cotidiana. Cada incremento empuja al siguiente, y la sensación de descontrol se hace más visible. El “relato” del crecimiento, de la recuperación, de que “ahora sí viene lo mejor”, se deshace frente al mostrador de la carnicería.

El problema ya no es solo económico, sino también simbólico: en un país que siempre se definió como productor de carne, el hecho de que el consumo interno se desplome es una herida cultural. La carne ya no está en todas las mesas. Y cuando eso pasa, algo profundo está cambiando.

Por eso, más allá de los números que después llegarán en informes y estadísticas, la verdad más dura se ve todos los días en la heladera. En el espacio vacío donde antes había un trozo de carne, hoy hay una ausencia que dice más que cualquier discurso.

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