Una mirada sobre el 8M en la semana

¿A los varones los matan las mujeres?

Hay hombres que no pueden ver a sus hijos porque las mujeres lograron injustamente esa medida, u hombres a los que se prejuzgó. Pero hay datos contundentes: el varón es asesinado en su gran mayoría por varones y las mujeres por machismo, por cosificación
lunes, 10 de marzo de 2025 · 10:24

En los últimos meses volvió a instalarse la discusión sobre lo “incorrecto” que es agravar los crímenes de mujeres respecto de los de varones.

Surgen comentarios como de que todos somos personas, claro que es lo mismo matar a un varón que a una mujer y es lo mismo que sea alguien adulto o un niño, o una niña. El Gobierno de Javier Milei considera que la existencia de la figura penal de femicidio es una discriminación hacia el hombre al que se mata.

Uno escucha, y a los periodistas nos llegan, casos de hombres que no pueden ver a sus hijos porque las mujeres lograron injustamente esa medida, u hombres que resultaron víctimas de acciones de mujeres que usaron el momento imperante hasta poco tiempo atrás en el Poder Judicial (surgido del multitudinario movimiento Ni Una Menos) que prejuzgó a todos los casos colocando al varón como presunto victimario de la mujer.

Muchos varones comentaban tiempo atrás esto de que tienen miedo a relacionarse con una mujer porque, ante cualquier diferencia, la mujer correría con ventaja manipuladora a la hora de hacer una denuncia, porque el Ni Una Menos los colocó a ellos en el papel de, a priori, victimarios.

Pero hay otros datos concretos de la realidad. La mayor parte de las mujeres a las que matan murieron a causa del accionar del varón y por ser mujer, por machismo, a diferencia de los crímenes de ellos, resultado de otros varones victimarios.

También es un dato de la realidad el de que ellas se encuentran en desigualdad ante ellos en lo laboral, en ingresos, en los lugares de poder. Basta ver cualquier reunión de gobiernos, entidades empresariales, organizaciones sindicales y un largo etcétera para notar la predominancia de hombres en espacios de poder.

El problema es la generalización absoluta y la discusión desde miradas parciales, porque entonces no abordamos el drama desde la principal perspectiva, la de acercarnos a la verdad.

En todo caso, podríamos discutir si agravar las penas sirve de algo o no, si no es mucho mejor trabajar desde las causas; en este caso, buscando deconstruir el machismo de siglos, machismo que en menor orden también golpea al hombre (deber de ser fuerte, proveedor, no vulnerable) y machismo que no solo porta el varón, sino también muchas mujeres (todos nacimos bajo esta mirada).

Es obvio que no toda mujer es víctima de varones y no todo varón siempre va a ser el victimario en la relación de dos. Que haya femicidios, violencia de género y desigualdad no significa que no haya mujeres violentas, o que no existan mujeres que ejercen violencia hacia sus parejas hombres amenazando, manipulando, utilizando a sus hijos.

 

Los femicidios

Pero hay una realidad inocultable. Las mujeres son asesinadas por hombres que las cosifican, que se creen sus dueños.

El Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación relevó que en 2024 hubo 295 víctimas de femicidios.

Desde el Observatorio “Ahora Que Sí Nos Ven” informaron que en igual período “hubo al menos 267 femicidios en nuestro país, 1 cada 33 horas”.

El último informe anual disponible (de 2023) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación -con base en causas y sentencias judiciales de todo el país- marcó que 272 personas murieron por violencia de género: 250 fueron víctimas directas y 22 fueron víctimas de femicidio vinculado, esto es: niños, niñas o adolescentes que también fueron asesinados en contexto de femicidio.

Pasemos a ver la tasa general, más allá de los femicidios.

Según el último informe del Ministerio Público Fiscal bonaerense, en 2023, en la provincia de Buenos Aires, la gran mayoría de las víctimas de homicidios fueron hombres (84,4%), mientras que el 15,6% son mujeres. Entre las víctimas femeninas, el 73,6% fueron asesinadas en el marco de femicidios, lo que evidencia la violencia de género.

En la provincia de Córdoba, la violencia urbana fue la principal causa de muerte intencional en 2024, seguida de la inseguridad y (en tercer lugar) de la violencia machista.

Según datos oficiales, en 2023 hubo en nuestra provincia 116 homicidios; y en 2024, 115.

Un informe del diario La Voz apuntó que el año pasado se produjeron al menos 52 crímenes callejeros, principalmente entre varones, y entre conocidos.

De los 115 asesinatos en el año, 23 fueron en asaltos. Y se cometieron 15 asesinatos de mujeres, femicidios. En la mayoría, el victimario tenía un vínculo cercano con la víctima. Nueve de esos crímenes fueron cometidos por parejas o por ex.

Además, hubo dos casos en que los padres mataron a sus hijos en el marco de la violencia de género.

Todas estas estadísticas (apenas un puñado entre las múltiples disponibles) reflejan que obviamente es habitual que maten a varones, pero que, a diferencia de las mujeres, la gran mayoría de los crímenes de ellos no tienen relación con su género ni con la relación de pareja o con sus ex, algo que sí les sucede a ellas. La gran mayoría de los hombres mueren a manos de otros hombres, por peleas, diferencias, asaltos, droga, ajustes de cuenta.

 

Cárceles con hombres

Hay otro dato de la realidad. Las cárceles masculinas son, por lejos, muchísimo más pobladas que las femeninas, y esto no está vinculado con la densidad poblacional general (no son más los habitantes varones que mujeres en el país). ¿Cuándo vemos juicios en la ciudad y en el país en donde el crimen de un varón sucedió por una mujer victimaria? Pocas veces. La asesina Nahir Galarza es una excepción de la regla y, justamente, por ser excepción, se explota el caso a propósito, como se explota el de las mujeres lesbianas que mataron al nene Lucio Dupuy, como si todas o la mayoría de las lesbianas mataran a sus niños, o como si fuera notable el crimen de niños en manos de mujeres lesbianas.

Según el Servicio Penitenciario de Córdoba, en 2022 había 10.411 varones presos y 481 mujeres, así como 22 personas trans. La diferencia es abismal.

Se discute la evidente violencia machista con una mirada muy parcial de lo que sucede en realidad, de lo evidente.

Los pueblos deberíamos avanzar, no retroceder. La asistencia estatal para contener a víctimas de violencia es siempre muy importante para cortar con ese vínculo tóxico que puede terminar en el crimen, y la figura penal que agrava los femicidios derivó de una larguísima discusión que puso sobre la mesa una realidad palpable. Se tienen que discutir todos los aspectos de una problemática, pero tratemos de hacerlo desde el no ocultar la realidad.

Para cerrar esta nota: el analista político español Javier Carbonell, al observar en el voto una diferencia de género muy grande entre hombres y mujeres jóvenes (ellos son cada vez más de derecha y ellas de izquierda), se preguntó si esto tenía que ver con el feminismo.

Explicó que hay mucha evidencia de que es un efecto backlash contra el avance del feminismo. La extrema derecha dice que el feminismo culpa injustamente a los hombres, y para el feminismo, este backlash es lo normal cuando un grupo social pierde privilegios.

Carbonell advierte que ambas interpretaciones están obviando algo fundamental, y que es que los hombres jóvenes han descendido en casi todos los indicadores imaginables comparados con otras generaciones, especialmente los de la clase trabajadora. Y la causa no es el avance de las mujeres.

Hay problemas de todos los jóvenes, como el de la vivienda; los jóvenes han perdido ingreso y riqueza con respecto a otras generaciones; hay tendencias que solo afectan a los hombres jóvenes (mientras las mujeres ganaban empleo, los varones lo perdían).

En algunos países, son más los “ninis” (ni estudian ni trabajan) chicos que chicas.

Javier también destaca que actualmente hay muchas más chicas que chicos que terminan la universidad.

Todo esto afecta a la brecha de género entre los jóvenes y, obviamente, a la salud mental. “Unos problemas de salud mental que los hombres, debido a la falta de un contexto fuerte social donde ser vulnerable (por la masculinidad) lo pueden procesar peor que las chicas”.

Los hombres jóvenes están ahora a la cabeza y a la cola del estatus social; los hombres con estudios y buena posición están igual de bien que siempre, pero ha habido un deterioro de la clase trabajadora.

Si bien -remarcó el especialista- las mujeres están peor que los hombres en casi todos los indicadores, se ve un deterioro de un grupo muy grande de hombres, los de clase trabajadora y sin estudios, dos variables correlacionadas con el voto a la extrema derecha.

Carbonell consideró que en lugar de pensar en cambios estructurales de la economía, pensamos en un grupo que nos critica (el feminismo) y lo culpamos de nuestro deterioro. “Es la narrativa más sencilla imaginable”.

Marca también que la juventud se inclina, por lo general, por los extremos, y que un discurso que te diga que va a restituir tu estatus de proveedor es mucho más sencillo y atractivo que uno que te dice que cambies tu identidad o que cuestiones el sistema económico en total.

“El discurso de la extrema derecha no solo te dice que todo está bien con tu identidad, sino que es proactivo. Te da una forma individualizada de salir de esa situación mandándote a trabajar y yendo al gimnasio. Ante eso, las soluciones progresistas requieren de lo colectivo”. Y analiza: el voto a la extrema derecha tiene que ver con la búsqueda de estima de grupos sociales criticados (y que antes tenían más poder y prestigio). Eso es lo que ofrece la extrema derecha, orgullo de ser hombre.

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