PERSONAJE DE LA CIUDAD
La despedida a Alfredo Carlos “el Fino” Kirchner
Lo querían tanto que algunos se apuraron a postear antes de tiempo su pésame en las redes... “Paren las rotativas”, gritó Alfredo Carlos “el Fino” Kirchner, como buen trabajador gráfico que fue.
Era la noche del jueves, cuando apuraba la última copa con amigos, el último brindis.
Se trata de un cordobés de nacimiento, villamariense por adopción, que el 25 de mayo último escribió en su muro de Facebook: “Agradecido que me hayan querido bien...”. Era evidente que presentía que el final estaba cerca. Y fue ayer, a las 12.45, su corazón de 75 años ya no pudo más.
Su amistad con tantos periodistas y trabajadores gráficos de la ciudad venía precisamente de sus tiempos de linotipista en el diario Momentos, y también en la primera etapa del diario Noticias, ambos de esta ciudad, a los que llegaba con la experiencia adquirida en Impresos Cóndor, de su Córdoba natal.
Y su amistad con la noche fue creciendo a través de los años. Comenzó cuando se desempeñaba como chofer del Rambler Ambassador de Kabranca, que trasladaba a los jóvenes hasta ese boliche de la costanera, que había inaugurado para hacerle la competencia a Chac y Kreo, que estaban en pleno centro (eran pocos en aquel tiempo quienes tenían vehículo para desplazarse hasta la cúpula del Club Central Argentino).
Luego, el Fino estuvo a cargo de la caja de L’Spoir, en la esquina de General Paz y Buenos Aires, frente a la plaza Centenario, donde actualmente se encuentra el Café Argentino.
Últimamente, ayudaba a una de sus hijas, propietaria de un geriátrico.
Y al final de cada una de sus jornadas laborales, la que fuese, las estrellas lo vieron caminar hacia bares como Gula o Fausto, donde las conversaciones con Ángel Bujia, Raúl Ángel José, Kike Houriet o algunos otros elegidos, se iba mezclando con recuerdos, anécdotas, whisky..., y luego se derretían como cubos de hielo, para ceder paso a otra conversación (“de poetas, filósofos y locos todos tenemos un poco”, hubiese dicho Séneca si pasaba por ahí, por la vereda, y los veía charlando).
Fue papá de dos hijas y un hijo: Nadia Soledad, Natalia Soledad y Mariano Gastón. Y abuelo de Guillermina, Felipe, Valentino y Ángela.
A ellos, a sus nietos y a todos sus afectos, enviamos desde la Redacción nuestras condolencias. A él ya lo recibió con un abrazo nuestro “Ángel de la guarda”, Raúl José.