Una misiva por la discapacidad

Alcemos las barreras para que pase…

?Señores de El Diario del Centro del País:

No, no se trata de la Farolera, qué decepción…

Escribo esta carta para hablar nuevamente de discapacidad porque este 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Quizás quien la lea ni sepa, quizás lo sepa y no sea trascendente o quizás sí sea una bandera que alza el lector en favor de los acallados, abandonados, escondidos e invisibilizados.

No es este Gobierno únicamente el que los ha despojado de los derechos más básicos. No. Han sido todos, sistemáticamente, planificadamente, consuetudinariamente. Casi como un plan de exterminio, casi como el nazismo, casi como la dictadura cívico-militar de la que tanto nos acordamos. Casi igual de horroroso, aunque tal vez aún peor, porque estamos en democracia donde los derechos y oportunidades están plenamente vigentes para todos los ciudadanos… o debieran estar vigente para todos y todas.

Y digo “casi”, y digo “aún peor”, porque a las personas con discapacidad no se les ha permitido ese goce de plenos derechos como si alguien, un ser por encima de ellos, debiera permitírselos, ¿no?

Pero, ¿quién es o quiénes son esos seres? Vos, yo, tu vecino y el mío, tu familia y la mía, los y las concejalas de la ciudad, el intendente y todos los funcionarios (que la mayoría de las veces no funcionan, parafraseando aquella memorable épica discursiva de Cristina Fernández de Kirchner que, pese a quien le pese, tiene razón).

En definitiva, quien no le permite a las personas con discapacidad gozar de los plenos derechos que todos tenemos por el solo hecho de ser, es la máquina de impedir que es el Estado, los representantes del pueblo y los funcionarios de turno que están en el poder.

Reconocer se escribe de igual manera, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha (que cada uno lo tome como le parezca porque va expresado en todos los sentidos posibles).

Si no empezamos a Reconocer que todos estamos en igualdad de derechos, en igualdad de condiciones y en igualdad de posibilidades, esta seguirá siendo una ciudad manipulada por los discursos rimbombantes cargados de emocionalidad, pero vacíos de realidad y de verdad.

Las personas con discapacidad y sus familias seguirán siendo invisibilizadas, destratadas y se les prometerá lo que previamente se sabe, no se podrá cumplir (que no es ni más ni menos que el goce de sus derechos).

Nada que festejar, nada que conmemorar en un Siglo 21 más desigual que nunca antes, más excluyente y menos involucrado en el reconocimiento del otro.

Nada que festejar, nada que conmemorar hasta que no alcemos las barreras para que pasen todos y no tengamos que pedir inclusión en una sociedad donde ya estamos.

Saludo atentamente y agradezco desde ya la publicación de la presente.

Gabriela Isern

DNI 24.372.588

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