Mirta Tundis

“Alberto le dio un nuevo aire de esperanza a la gente”

Tuvo una infancia con privaciones, se casó muy joven, el matrimonio fue complicado y le tocó salir adelante sola con sus hijos. Conmovida por las historias de vida que escuchó durante su trabajo en la Caja de Jubilaciones, se dispuso a tender su mano para ayudar a los jubilados
lunes, 21 de octubre de 2019 · 10:30

Escribe: Nancy Musa
DE NUESTRA REDACCION

-¿Qué descripción hace de la situación que están viviendo los jubilados en este contexto?

-Es un desastre. Todos los climas de los que vino hablando el presidente: tuvimos un huracán, un ciclón, un tsunami, todos los estados meteorológicos es lo que están pasando los jubilados. desde hace años.

Llegó la decadencia total.

 

-¿Cuáles son los motivos de este desastre que usted describe?

-Pasa cuando un funcionario, un ministro de Economía, un presidente, consideran que los jubilados son un gasto, uno los escucha decir que gastan en seguridad social cuando en realidad es una inversión.

Los jubilados trabajaron toda su vida, aportaron para, en su momento, tener la jubilación. Y cuando alguien piensa que es un gasto, quiere eliminar ese gasto. Y lo está haciendo. Desde el mismo momento que lo consideró, lo lleva adelante.

Hoy, el jubilado está desnutrido, está mal atendido, abandona tratamientos, hoy el jubilado se hacina en su propia casa, trata de no gastar luz, de no gastar gas, se va a dormir a las 6 de la tarde, ¿qué vida es esa?

Porque se acuesta, para no gastar gas en el invierno, ni luz y prende el televisor. Eso es aislarse del mundo y enterrarse en vida.

 

-Si tuviera que comparar con otras épocas, esta situación, ¿está peor o hubo momentos peores?

-Es la peor época. Yo empecé en el año 1979, en las Cajas de Jubilaciones y venían a quejarse los jubilados por el dinero, porque no le pagaban lo que le tenían que pagar. Siempre hubo quejas, pero hubo momentos de mucha atención, a través de las prestaciones médicas, a través del turismo, a través de actividades recreativas.

Y siempre dije que es importante que el jubilado pueda irse a un viaje, a bailar al centro de jubilados o que pueda participar de una cena o aprender teatro. Eso les gratifica la vida, es una medicina preventiva y hoy se priva de todo eso porque no tiene plata.

Se van privando de todo y esta es la vida miserable que están viviendo y no es la que yo deseo, es la peor época que han vivido los jubilados.

Ojo, hay jubilados que la están pasando bien, como siempre, pero los más son los que están padeciendo.

 

-Mirta, ¿y qué expectativas tienen?

-Creo que la gente está viviendo un momento de esperanza, este recambio, que llegue Alberto Fernández, que fue una jugada importante dentro de lo que era Unidad Ciudadana, a través de Cristina de Kirchner que decidió dar un paso al costado. Y decir, para unir a todos los espacios políticos, al peronismo o a derivados del peronismo, me tengo que correr yo.

Y bueno, lo dejó a Alberto Fernández, hubo muchas especulaciones, quizás en el comienzo tuve mis dudas, es cierto que en algún momento dije “no me representa”.

Bueno, todo el mundo hace mea culpa y yo también la hago.

No es lo que se dijo que Alberto iba a ser un títere, no es lo que se dijo que iba a estar manejado, no es lo que se dijo que la que va a gobernar es ella.

Creo que ella va a tener su protagonismo, pero como vicepresidente y en las actividades que le corresponde a todo vicepresidente.

Que se van a consultar, es lógico, pero las decisiones políticas del país las va a tomar Alberto y esto es lo que dio el nuevo aire de esperanza a la gente.

 

-Esta campaña llamada “sucia”, por las acusaciones, las noticias falsas, ¿cómo la está viviendo usted en lo personal?

-Yo la pasé muy mal.  Muy pero muy mal. Ya, los trolls de Cambiemos, en su momento, me habían acusado de haber acomodado a mi familia en el PAMI, que vivimos del Estado y primero que el PAMI no es estatal. Es un organismo público no estatal, es autárquico, se maneja por el convenio colectivo de trabajo y no por el empleado público.

Y después en enero, recuerdo que había llegado a mi San Clemente querido, que es mi lugar en el mundo también, en los primeros días de enero me encuentro con esta fake news, que no solamente me volvían a acusar, sino además publicaban sueldos y domicilios personales. Eso me preocupó.

Porque mis hijos tienen sus familias, mis nietos van al colegio, entraron en la privacidad de mi familia y la mía propia. Hacía un tiempo, había sido asaltada en la puerta de mi casa y no fue la primera vez.

 

-¿Esa publicación la hizo reflexionar sobre dejar la política?

-Sí. Entré en pánico, entré en un estado depresivo muy grande, quería renunciar, me quería ir.

Porque no pueden decir que me enriquecí estando en la política, sigo viviendo en Mataderos, sigo teniendo mi casa en San Clemente, sigo teniendo mi auto a pesar que el año pasado me lo habían robado para las Pascuas.

No tengo otra cosa, y tengo mi perro raza “perro”, que junto a mi familia es lo más valioso que tengo.

Entré en ese estado depresivo, recuerdo que Graciela Camaño fue una de las primeras en llamarme, porque me conoce como soy, me dijo quedate tranquila, yo empecé a llorar, a titubear.

Y entraron a llamarme gente del espacio, mucha gente amiga, pero ustedes saben cómo es esto, cuando te ensucian, te ensucian.

Y yo decía qué visión tuve.

 

-¿Por qué lo analiza desde lo visionario?

 -Porque mi hermano estaba en el año 1988 en el Correo y en el año 90 estaba ingresando al PAMI, estaba Santiago de Estrada y estaba ingresando mucho personal. Y como todos los empleados de PAMI, presentamos planilla. Entró a fines de 1989, lleva 30 años trabajando ahí. Mi hijo mayor entró en 1992 contratado en las Cajas de Jubilaciones, fue amenazado porque descubrió esa red donde abogados le pagaban a empleados de Anses para que les saquen las sentencias más rápidas.

Yo ya estaba trabajando en el canal y lo primero que me dice es quiénes eran los empleados, me trajo las pruebas y empezó a ser amenazado y perseguido.

En ese momento Carlos Alderete, de Luz y Fuerza, se enteró que estaba amenazado y pidió el pase al PAMI. Ya me habían llamado de Anses pidiendo que sacara a mi hijo, antes que apareciera en un zanjón, porque se había metido con sectores muy pesados.

Era un chico adolescente, no midió las consecuencias. Y después en 1994, comienza a entrar gente, mi hijo más chico estaba mucho en la calle, yo estaba separada, y ahí le suplico a Víctor Alderete, que como estaban tomando gente, le diera trabajo para que no esté en la calle.

 

-De cualquier manera, en ese momento usted no estaba en la política

-No, para nada. Yo hace cinco años que estoy en política, por eso digo que fui visionaria. Además, yo no pedía nada para mí, pedí por mi hijo porque estaban tomando gente y yo no quería que estuviera en la calle.

Ellos son empleados rasos de PAMI, uno tiene 27 años trabajando y el otro lleva 22 años. Uno le carga combustible a la ambulancia, la arregla, el otro es administrativo. No sé cuál es el acomodo.

Son simples empleados, con vocación de servicio, y ése fue un gran dolor, y la gente lo compró y me sigue castigando por algo que toda madre hubiese hecho.

Yo, separada, necesitaba que mis hijos estén ocupados, no en la calle.

 

-Dijo que en ese momento entró en pánico, ahora salen a la luz prácticas de espionaje a jueces, políticos, ¿usted pensó que existía este tipo de acciones?

-Sabemos que este gobierno, es un gobierno que siempre se dedicó al espionaje, a las escuchas. Yo sigo siendo de esas personas que no toman en cuenta eso, no me cuido, soy abierta, soy tal cual me muestro, hablo por teléfono y digo lo que tengo que decir. Hay gente que me dice nunca hablés por teléfono, nunca digas nombres, y bueno es más fuerte que yo.

No tengo ese control, ni esa suspicacia, yo sé que me escuchan y duele, duele porque perdés tu privacidad, pueden estar escuchando conversaciones que tienen que ver con tu vida personal y eso molesta.

Perdés la privacidad, eso que quizás yo tenía cuando no estaba en la política, aunque estando en el canal, en un noticiero también podía pasar, pero sé que ahora estando en la política y con un presidente que su forma de vivir fue a través de escuchar al otro, perseguir al otro, denunciarlo usando las escuchas, me preocupa por mi familia, por mis nietos.

 

-¿Por qué se interesó con la cuestión previsional y la problemática de los jubilados?

-Una historia de vida me atrapó. En realidad, yo empecé en 1979 en las Cajas de Jubilaciones de Industria y Comercio y toda mi vida atendí público. Era una época donde estaban los militares y eran muy duros a la hora de exigir la atención al público. Recuerdo que teníamos un refrigerio de 15 o 20 minutos y como yo atendía público mi refrigerio nunca lo podía tomar.

Y por ahí, cuando volvía de atender, la jefa del Departamento si me veía tomando un mate cocido me decía “ya se terminó el horario de refrigerio” (risas).

Entendí que debía volcarme a la atención y que mis necesidades debían quedar de lado para después.

Y allá por el año 1983, cuando viene la democracia, al poco tiempo sale un retiro voluntario de la Caja de Jubilaciones, yo quería irme porque estaba en conflicto con mi exmarido, que era violento.

Se había cerrado el retiro, voy a la obra social de Correo y el que me atiende conocía al director nacional de las Cajas y a su secretario y me manda a verlos para que me den el retiro voluntario.

 

-¿Y allá fue?

-Sí. No solo que no me dio el retiro voluntario, sino que me dijo “como sos correligionaria te atendí” (risas). “Yo no soy correligionaria”, le dije y se quedó pensando que yo era radical.

Le conté que no tenía nada que ver con la política y a los pocos días me convoca para ser secretaria por mi sinceridad y ahí como secretaria del director nacional, que era muy exigente, había un área de atención privilegiada, que históricamente siempre estuvo, y se atendía a toda la gente que venía con recomendación de un diputado, senador, ministro.

Y un buen día, golpean la puerta una señora con dos chicos. Y el que estaba ahí, el señor Estévez, que era una especie de recepcionista, le dice usted señora no tiene carta de representación.

Y yo me quedé dura, porque se le caían las lágrimas, me dice mi marido murió, en realidad era el concubino y justo había salido la ley del concubinato, y tardaban en darle los trámites.

 

-¿Entonces, la escuchó?

-Sí, la escuché. La mujer me explicó que tenía tres hijos que había dejado en Berazategui, estaba con dos criaturitas, y no tenía para darles de comer porque el marido había muerto. Me partió el alma, hacía como un año y medio que esperaba la pensión, y le pedí al director si podía atenderla.

Y me autorizó, y a partir de ese día mis propias compañeras cada vez que aparecía un caso así me lo mandaban.

Y yo dije “esta es mi vocación”, ayudar al prójimo, ayudar al que no tiene nada, ayudar al que no lo recomiendan, tuve la gracia que el director me lo permitiera. Y a partir de ahí, no me aparté nunca más, siempre quise ayudar a la gente, a los jubilados que sentía que estaban desprotegidos.  (Cuenta varias historias).

 

-La voy a llevar a su infancia, cuénteme sus recuerdos, donde vivió, su familia.

-Siempre viví en Villa Insuperable, partido de La Matanza, que es al otro lado de Mataderos. Y sigo viviendo a unas veinte cuadras. Mi infancia fue como la de muchos de esa época. Mis viejos dos italianos que vinieron en 1949 a la Argentina. Y con muchas necesidades, dos por tres no tenían trabajo, recuerdo que íbamos al almacén de don Claudio a comprar con la libretita.

Mi mamá, cuando le pagaban a mi papá compraba un dulce de leche, una manteca y una gaseosa hasta que durase.

Una infancia donde pasamos muchas privaciones, comíamos lo que teníamos, mi mamá como buena “tana”, cultivaba la tierra, había un guiso que hacía con achicoria que era recontra amargo, yo lloraba, y a los sopapos limpios me lo hacía comer (risas).

Por ahí, me hacían tomar el vino que hacían con las uvas y yo lo llenaba de soda y me brotaba toda, porque no me gustaba.

 

-Y la “tana” cosía, seguramente.

-Mi mamá con trapitos nos hacía las polleras, los vestiditos, a mi hermana y a mí. Y los zapatos que usaba mi hermana me lo pasaban a mí. Siempre me acuerdo, que miraba a las otras chicas con los guardapolvos almidonados y a los nuestros les ponían almidón, pero como eran guardapolvos que nos iban regalando, puf, se caían (risas).

Ibamos al colegio, y mi mamá nos compraba las skippy, esas sandalias de plástico, en invierno nos ponía medias, como las calles eran de tierra volvíamos del colegio y poníamos los pies bajo el agua y se lavaban. Y yo me preguntaba ¿por qué no podíamos tener zapatillas o zapatos?

 

-¿Festejaban los cumpleaños?

-Los cumpleaños eran con la torta que hacía mi mamá, un chocolate, venían mis primas, mis amigas del barrio y siempre me regalaban bombachas, bombachitas (risas). Por eso odio regalar ropa interior (risas).

Me traían bombachitas o pañuelos. Eran los regalos que se hacían. A nuestra manera éramos felices.

No teníamos juguetes, mi mamá nos enseñaba con un colador viejo de alambre, la virulana, unos botones, trapitos y con el mango del colador hacíamos los vestiditos, en la cara los botones, y la virulana.

 

-Y armaban las muñecas

-(Risas). Obviamente cuando llegaban los reyes, nosotros creíamos en los Reyes. Y recuerdo que, para una noche de Reyes, mi mamá nos dejó en la casa de la vecina, yo había pedido muñecas, otras cosas, pero nunca te traían lo que pedías.

Resulta ser que salimos corriendo de la casa de la vecina, vimos a mi papá y a mi mamá que salían de la casa y me encontré con una calesita de madera que era para la dos, para mi hermana y para mí.

Ahí me di cuenta que los Reyes eran los padres. Qué tristeza.

Fue una infancia muy dura, con mucho llanto, nos prohibíamos de todo, mi mamá era muy dura, no nos dejaban salir ni a la puerta.

El colegio me costaba mucho, porque me hicieron empezar a los 5 años, lloraba y la señorita Beatriz me ponía arriba del escritorio y me consolaba.

Recuerdo que una infancia de mucho llanto, ver llorar a mi mamá, ver que nos daba de comer a nosotros y a veces ella no comía.

No sé andar en bicicleta, porque nunca nos pudieron comprar una bicicleta. Y las dos únicas del barrio que tenían bicicleta no la prestaban, ellas andaban y nosotros corríamos detrás.

Pero después tuvimos cosas lindas, mi papá era camionero, trabajó en un montón de lados, mi mamá también hubo un período en que trabajó en una empresa textil, después cerraron, y ella en casa hacía patillas de anteojos.

Y con mi hermana nos repartíamos el trabajo de la casa, una cocinaba y la otra hacía mandados. Yo cocinaba, me encanta la cocina. Y mi mamá rasqueteaba patillas de anteojos.

 

-¿Era soñadora, quería ser algo en especial?

-No te vas a reír. En realidad, yo era una llorona, lloraba mucho y deseaba siempre estar upa de alguien. Mi papá era de tenerme upa, de cantarme canciones, y los primos de mi mamá venían y me agarraban a upa, me abrazaban, me besaban, porque yo lo único que quería era que me abracen y me besen. Mi mamá no era cariñosa, mi papá sí.

Yo recuerdo que me despertaba llorando, y soñaba que iba a ser monja de las franciscanas, tipo Madre Teresa de Calcuta.

Me despertaba soñando que estaba en una aldea, ayudando a gente enferma, me veía con la túnica blanca.

Hasta mi adolescencia siempre tenía ese sueño. Y nada que ver, me casé, tuve hijos.

 

-¿Cuándo dejó ir ese sueño?

-No sé, en realidad nunca lo desterré, creo que el abocarme a los jubilados tiene que ver con ese sueño que yo tenía, de ayudar.

A los 17 años, cansada que mi mamá no nos dejara salir, no me dejaba ir hacer los trabajos en grupo, todo era no, todo era no. Yo odiaba que mi mamá nos dijera a todo que no. Mi hermana era desobediente, pero yo no, yo era miedosa. Le obedecía por miedo, mirá si estaríamos en esta época (risas).

Entonces, a los 17 años me obligan a ir a un casamiento, y ahí conocí a quien después fue el padre de mis hijos.

Me casé muy joven, recuerdo que me dijo que se quería casar porque “necesitaba alguien que le lave y que le planche” (sonríe). En ese momento, a los 18 años, no medí nada y a esa edad me casé.

Bueno, tengo a mis dos hijos que son la maravilla que Dios me dio.

 

-¿Cuándo se interesó por el tema político?

-Nunca me interesó.  Yo votaba al socialismo, porque mi papá hablaba con un amigo que era socialista, íntimo amigo de Alfredo Palacios. Votaba al socialismo por los proyectos de Alfredo Palacios y Alicia Moreau de Justo, que en realidad las pone en práctica Perón y Evita.

Pero nunca tuve militancia, ni tampoco fanatismo por nadie. Siempre votaba a perdedor (risas), los que yo votaba nunca ganaban.

En 2013, Sergio Massa me convoca, porque cuando yo estaba en el canal, él era director de Anses y era muy crítica con él.  Por ahí, le hacía alguna nota de color en contra, y él corregía la situación, era muy obsesivo con el Anses.  Y yo lo admiraba como funcionario, porque las críticas las tomaba como positivas.

 

-¿Las escuchaba para solucionar los problemas?

-Sí. Y a fin de año, me pedía que le mandara diez propuestas que no se hubieran realizado, yo le mandaba veinte. Siete las resolvía, en ese sentido lo admiraba mucho, más allá que el canal estaba enojado con el Gobierno.

Después perdí el contacto con él, más que algunos saludos para Navidad o Pascuas. Y el día del periodista de 2013 me viene a ver Claudio Ambrosini, que era el jefe de Prensa de él.

Y días después, nos encontramos en la esquina del canal, en la confitería yo estaba comiendo un tostado y me dice que lo había mandado el jefe, que quería que yo sea tercera en la lista de diputados, primera en el cupo femenino y que le tenía que contestar esa semana.

Yo me quedé ahí, no pude seguir comiendo más, me atraganté (risas). Y se levantó y se fue. No me dio tiempo a nada.

 

-Me imagino, todo lo que pasó por su cabeza.

-No podía dormir. Pasó la semana, llegó el viernes, estaba con Silvia Martínez Cassina, con Chiqui Morel y me acuerdo que había hablado con Santos Biasatti y me dijo “usted está para la gestión, Mirta, dígale que va a ser en otra oportunidad. Está bueno que la convoquen…pero usted está para la gestión”.

Me tranquilicé, me llama Claudio y le dije que lo dejara para otro momento. Me respondió que se lo dijera yo a Sergio. Lo llamé,  pero jamás me atendió y al sábado siguiente cerraban las listas.

Me quedé tranquila, me fui a dormir y fue la primera noche de esa semana que pude dormir (risas).

El sábado me levanto, enciendo el celular, un mensaje a las 4.17 de la mañana.  Era de Sergio Massa y decía hoy a las 10 de la mañana te llamo.

Empecé a temblar, me llama a las 10 y no me dejó hablar. El sabía que podía trabajar mi mente, sabía que era indecisa (risas).

Llamé a Carlos D’Elía, mi gerente de Noticias del canal, y él me expresó que las oportunidades pasan una vez en la vida. Todos en el canal me apoyaron, me dieron licencia hasta diciembre para ver si seguía o volvía al canal.

Y ahí acepté.

 

-¿Tiene muy buena relación con Massa?

-Lo adoro a Sergio. Mi lealtad es absoluta, soy massista de los pies a la cabeza. Por eso, en algunos sectores kirchneristas vieron mal cuando hicimos el acuerdo porque yo dije que a mí me representaba Massa.

No lo dije con la intención de desmerecer a Cristina, ni a ningún otro sector, porque en realidad yo tampoco escucho que en la Cámpora digan que los representa Massa, a ellos los representa Cristina, es su conductora, y a mí me representa Massa.

Para mí, es la persona, el político, el padre de familia, el nieto, cuando está con los jubilados los abraza con el corazón, y eso a mí me compró.

Y sé que tiene una capacidad enorme, unos conocimientos maravillosos, empatía con la gente, una cosa es verlo a través de un vidrio y otra cosa es tratarlo personalmente.

No desconozco el liderazgo de Cristina para nada, pero quiero que me entiendan que mi líder es Massa, no soy fanática para nada, pero sí soy fanática de él, que me representa por ese compromiso que tiene con la gente.

 

-¿Cómo imagina la relación, si ganan las elecciones, Alberto en el Ejecutivo, Sergio en Diputados y Cristina en el Senado?

-Extraordinaria. Siempre dicen cuando estás mal tocás fondo y volvés a salir a la superficie. Argentina tocó fondo y recontra fondo y creo que es la oportunidad que tienen todos los sectores que hicieron este acuerdo de coalición.

Cristina tuvo la visión de elegir a Alberto pensando en la unidad y Alberto unió, unió a un sector importante de la política, donde hay mucho diálogo y cuentan los equipos de todos.

Hay diálogo y es lo que se necesita para llevar un país adelante, hay diálogo con pensamientos diferentes y Alberto eso lo sabe.

En la primera reunión que tuvimos nos dijo “yo los quiero como Frente Renovador, los quiero tal cual son”, como quiere a la Cámpora con Cristina, a las otras organizaciones y a su propio grupo.

Va a ser la mejor fórmula con improntas diferentes, pero que se escuchan.

 

Opiniones

Mauricio Macri

Fue el gran fraude. Dijo que venía a cambiar las cosas, el que pensó que con la transparencia y atacando a la corrupción se había comprado al pueblo. Prometiendo que en su gobierno ningún trabajador iba a pagar Ganancias, que los que tenían inflación eran ineptos, que eran burros y hoy nos está comiendo la inflación. Prometió Pobreza Cero y hoy tenemos un 35%.

Fue un gran fraude.

La gente quiere transparencia, por eso Alberto tiene su equipo trabajando en eso, nadie quiere corrupción, pero este gobierno va a tener que dar explicaciones. No crean que no va a tener que dar explicaciones.

Porque la gente además de la transparencia, necesita que le den oportunidades, trabajo, educación, que todos estén incluidos, que los jubilados tengan calidad de vida.

Hay muchas políticas para resolver, que él prometió y no cumplió con ninguna.

 

Juan Schiaretti

No tengo una opinión. Creo que los cordobeses son los que deben opinar. Conozco a Mary Puga y creo que las políticas de discapacidad son buenas y pienso que si lo eligieron es porque debe hacer algo por la provincia de Córdoba. No tengo nada que decir.

 

Martín Gill

Me sorprendió, me dejó con la boca abierta, no conocía a Villa María más que por comentarios. Alguien ayer me dijo que es una ciudad bendecida y la verdad que me dieron ganas de venirme a vivir acá.

La cantidad de programas que tienen en el municipio, la buena administración, donde todos tienen protagonismo, desde los niños, los adolescentes, los adultos mayores, los equipos de diversidad, me sorprendió.

Creo que Villa María es la pequeña República en la gran República y ojalá Argentina fuese como es Villa María.

Me voy sorprendida. Además, es un intendente muy joven, muy cauto, muy pausado, que cuando uno habla te escucha. Creo que la cabecita de Martín está todo el tiempo pensando a ver qué otra vuelta de rosca le puede dar a la ciudad para hacerla más grande de lo que es.

Ojalá haya muchos intendentes como Martín.

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