Mano a mano con Juan Romeo Benzo

“El problema de Argentina es que no le gusta la austeridad, le gusta la joda”

Escribe Nancy Musa
De nuestra Redacción

Nació en Villa María, el 12 de agosto de 1967. Es abogado, docente, tiene un posgrado en Relaciones Internacionales. Casado, 4 hijos. Actualmente es vicepresidente del comité de la UCR Departamental y concejal electo de Vamos por Villa María.

En 1983 comenzó su militancia política en el radicalismo. En 2003 adhirió a Recrear, el partido de Ricardo López Murphy y se postuló a la Intendencia por dicha agrupación.

Tiempo después regresó a la Unión Cívica Radical siendo presidente del comité de circuito hasta el año 2015.

 

-¿Qué definición le da a este proceso que está atravesando el país rumbo a las elecciones del 27 de octubre?

-Obviamente soy un actor político, si lo miro desde el punto subjetivo, que no es el recomendable, tengo mis altibajos. Pero si lo miro desde una situación objetiva, creo en la continuidad de este proceso.

No creo que este proceso que inició Macri, como presidente, no merezca la posibilidad de ser reelecto. Hay muchas cosas, que al Estado le hacía falta que se hicieran y fundamentalmente generar un desprendimiento de cosas del pasado.

Macri puede tener errores propios de cualquiera en una gestión. Aquellas gestiones que se encaran con gran propaganda disimulan muchas cosas.

En las gestiones que se decide ir con la verdad, se cometen errores y la gente espera otra cosa. Entonces, vos creés que te está yendo bien y en realidad no te está yendo bien.

Nuestra sociedad no se encuentra a sí misma.

 

-¿Por qué dice que la sociedad no se encuentra a sí misma?

-Porque el tema económico es un tema que se tendría que definir. Nosotros como sociedad pretendemos vivir así, pero cuando le están pasando ciertas cosas a la sociedad argentina a veces acostumbra a firmar cheques en blanco y no participar, sabiendo que la consecuencia puede ser mala. Y así venimos a los tumbos hace más de 70 años, donde Argentina no endereza el rumbo económico.

Hoy, países más chicos que Argentina; Chile, Paraguay, Perú; han resuelto su problema de inflación y nosotros todavía estamos con esta cuestión.

Y eso no se debe a la muñeca del presidente o no, creo que la clase política se debe un gran sentido de conciencia para aunar criterios y decir “loco, dejémonos de embromar, este es el camino que hay que seguir”.

 

-La grieta se ha profundizado.

-No podemos seguir con el Boca-River, esto no es un clásico. Este es un país donde vive gente y vive mucha gente que no tiene nada que ver con la especulación, que no tiene nada que ver con los negocios por abajo, vive mucha gente de condición muy humilde que está atrapada ahí, porque el sector medio no puede ir para arriba, porque es el que más soporta el pago de los impuestos para que esto funcione.

Lo que ocurre en nuestro país, que es la verdadera grieta, que está en el fondo, es si queremos ser una sociedad que viva del Estado o queremos ser una sociedad en donde se promueva la libre empresa como establece nuestra Constitución.

Rescato a Roque Sáenz Peña, porque el sector conservador no quería largar la muñeca, y sin embargo en esas tenidas masónicas, porque Yrigoyen era masón y él también, se decidió la vía de la República.

Para el masón lo primero es la Patria y la Bandera está antes que su entidad partidaria. Entonces la Argentina tenía que salir caminando por la vía de la institucionalidad y dijeron hay que abrir la República.

De hecho, el honor que le hace Yrigoyen es que la ley se siga llamando Sáenz Peña.

 

-De cualquier forma, nuestra historia de tumbos va más allá de 70 años como dijo recién, porque a Yrigoyen lo derrocaron en 1930, fue acusado, encarcelado, su casa fue saqueada y vino lo que se llamó la década infame…

-Exacto. Soy un tipo muy estudioso de la historia del radicalismo y tiene muchos mitos para los propios radicales que creen ciertas cosas del radicalismo que no son tan así.

Por ahí se cuelgan del bronce de algunos prohombres radicales que también fueron hombres, también se equivocaron, reconocido por ellos mismos. Y hay que ver y analizar las causas de los momentos que vivieron.

Y creo que hoy la historia de mi país debe continuar, creo que por diversas circunstancias debe seguir el presidente actual.

Y creo que abajo del presidente actual hay una nueva generación. Incluso el mismo peronismo necesita de esa nueva generación.

 

-¿Usted plantea una renovación?

-Sí, pero no sólo relacionada con la edad. La decisión de Pichetto para candidato a vicepresidente no fue al azar, no fue descabellada.  La búsqueda de Lavagna para ser alternativa, tampoco. Sinceramente, te lo digo, lo de Massa me dejó helado porque para mí involucionó. Esa es mi visión.

 

-Romeo, el Gobierno centró su política económica en la especulación financiera y el endeudamiento, ¿por qué lo hizo? ¿Qué falló?

-Muy buena pregunta. Lo voy a explicar bien. No charlo con Macri todos los días, pero tuve cuatro oportunidades de hablar con Macri. Una cuando él arrancó en la ciudad de Buenos Aires, yo en ese tiempo estaba con Ricardo López Murphy y ahí lo conocí. Otra en una fiesta de Boca y en una oportunidad en Córdoba, mi señora le hizo una nota muy buena. Y pude ver un poco más allá, pude ver cuál era verdaderamente la idea, cuál era la concepción, para qué queremos esto.

 

-¿Cuál es el plan que usted ve?

-En relación a eso, el plan que tiene Macri es encarrilarnos como un país normal, forjar capitales propios que equilibren movimiento de las riquezas que tenemos en el tema agrario, en el tema industrial. El viene de la industria.

Lo que a él le hace clic fue el secuestro. Lo que viene después, porque el papá lo pergeñaba de una manera, después del secuestro se dio cuenta que no quería ser de esa manera y marca su punto de independencia y promueve una idea de progreso distinta. Lo que hizo con Boca es una prueba de lo que él ambicionó.

Y después fue diputado, alcalde de la ciudad de Buenos Aires y en la transformación de la Argentina ahí empieza el problema, porque el esquema porteño no es lo mismo, hay un collage en todo el país que hay que entender y eso lleva tiempo.

 

-Está claro que el país no es un club de fútbol, y mucho menos una ciudad con las características de Buenos Aires.

-Sí, pasa que en el país vos tenés que lidiar con gente que entiende otras cosas, otros pensamientos, hay muchas desigualdades. Eso creo que lo entendió, porque se esforzó personalmente en recorrer todo el país.

Cuando se hace cargo del país, hay una instancia en que se pregunta ¿qué hacemos con toda esta gente que tiene planes sociales? Y vos no podés decir los sacamos y listo.

Entonces se plantearon dos cosas en la política económica. Vos para encarrilar un país que venía con una política inflacionaria, con un gran consumo, dejás de emitir y el primer síntoma que se te viene encima es la recesión.

Y entonces la gente no compra, los comercios no venden y así pasa. Entonces pensaron en aplicar un plan gradual.

 

-¿No cree que el aumento de tarifas fue condenatorio para la situación de la mayoría de la sociedad, para el comercio, para la industria?

-A eso me quiero referir. Lo que pasa es que Macri tenía una visión muy comprometida sobre lo que había que hacer en el tema energético. Lo que más me gusta de Macri es que es frondizista, en su despacho tiene una foto de Arturo Frondizi.

Todo arranca en la energía, porque una producción industrial es tentadora cuando vos tenés una alta producción en energía y la energía se torna barata.

Y así mismo pone en marcha el tema de Vaca Muerta y no solamente se queda con las no renovables, apuesta también a las renovables, a las de viento, a las pantallas solares y el concepto de Tokio, lo tiene ahí a pleno.

Obviamente, había distorsión en el precio y se hizo el reacomodamiento tarifario y por otro lado se buscó sostenerse a través del mercado de capitales con los bonos, pero como Argentina no tiene mercado de capitales, depende de los capitales extranjeros.

Y una de las cosas, en este juego, es que nadie advirtió que el que iba a ganar las elecciones en Estados Unidos iba a ser Donald Trump. Y generaría sobre las tasas de interés un alza que no había tenido en años.

Trump frena la globalización, empieza el choque comercial con China, el mundo se para y ese fue el primer cimbronazo. Y estábamos en condiciones de pedir el préstamo al Fondo Monetario.

 

-¿Usted piensa que fue un acierto pedir el préstamo al FMI?

-Sí. Yo era joven y veía al FMI como el cuco, como el que nos venía a embromar, a decir qué hacer, qué no hacer, cuando vos empezás a estudiar comprendés que el FMI es un banco de Estados. Todos los Estados tienen problemas anticíclicos, y ese banco está previsto para los anticiclos que se generan en un préstamo.

Si vos te fijás, la entidad financiera que te da pedal, plazo y la menor tasa de interés es el Fondo Monetario.

Y para llegar al Fondo hubo un efecto internacional que influyó en ese esquema gradualista.

 

-Los economistas, de casi todas las escuelas, hablan de errores que van más allá de lo internacional.

-Sí. Hay otras cosas que no logramos poner en orden, una de ellas la autonomía del Banco Central. Mientras no haya la disposición que el Banco Central sea autónomo o independiente, en eso soy como Milei, es preferible que no exista.

 

-Hablando de Milei, fue uno de los economistas, entre otros, que advirtió muchos meses antes que el plan implementado iba a terminar en una corrida bancaria, como fue la de agosto de 2018. ¿Por qué no lo vieron venir los economistas del Gobierno?

-Si vos te sacás lo ideológico, las pautas que te pone el Fondo Monetario son de austeridad. El problema de Argentina es que no le gusta la austeridad, cuando hay que barrer la serpentina, no le gusta a nadie barrer la serpentina, le gusta la joda.

 

-Al sacrificio lo hacen siempre los mismos ¿no cree?, el ciudadano no ve que todos, incluida la clase política, se arremanguen para barrer la serpentina.

-(Sonríe). Ese es un punto. La faja de lana del sacrificio le toca, principalmente, al sector Pyme, al industrial, una empresa grande tiene poder de lobby y puede lograr beneficios impositivos.

 

-Pero la mayor generadora de fuentes de trabajo son las Pymes.

-Sí, y las Pymes no tienen la opción de lobby. Yo puedo hablar bien de algunas empresas grandes y también tengo para hablar mal. Porque hablan de libre mercado, pero a la hora de hacer lobby para que no venga la competencia lo hacen.

Mercado libre, por ejemplo, anda tocando las puertas por la Rosada o por sectores de poder para que no venga Amazon.

La verdad, que se dieron esas situaciones internacionales que te conté, hubo que salir a pedir el préstamo y todo cimbronazo en lo macro termina influyendo sobre lo micro.

Esto es así, nosotros tenemos industria desde hace mucho tiempo y la pasamos embromada.

Pero, no creo que en todo esto haya tenido algún tipo de intencionalidad el Gobierno, por eso lo banco, como lo bancamos millones.

Tenemos que hacer sacrificio, como lo hicieron los inmigrantes que vinieron con una mano atrás y otra adelante, vinieron a laburar y se la bancaron. Esa Argentina fue pergeñada por lo que fue la generación del 80 y perdimos esa brújula.

Creo que tenemos que volvernos a encontrar en eso.

 

-Habló de los inmigrantes y sé que usted tiene una historia familiar muy interesante, ¿podemos conocerla?

-(Sonríe). Uno de los ancestros que viene al país es Giovani Benzo, es una historia de amor. Mi tatarabuelo de parte de los Benzo y de parte de los Rodríguez también hubo una historia de amor increíble.

 

-¿De dónde vino Giovani?

-Vino de Piamonte, de un lugar llamado Perlo. Teníamos alguna relación con el conde Camilo Benso de Cavour, que fue uno de los artífices de la reunificación italiana. Era el ministro que en aquel momento tenía el rey y que pensó toda la parte intelectual. Garibaldi pensó todo en lo militar y Camilo hizo lo suyo para generar la unificación.

En el pueblo vecino, de mi tatarabuelo, estaba la familia de Bernardi y ellos se vienen antes a Argentina. Y Giovani estaba noviando con una de las hijas de Bernardi.

Ella se vino con sus padres que ya tenían un contrato en San Carlos Centro.

Y años después Giovani se vino, recaló en el puerto de Buenos Aires, trabajó de estibador para ganarse la moneda y llegar al Paraná y a San Carlos. Trabajó también en el puerto de Santa Fe y se va a San Carlos a la casa de Bernardi a pedirle la mano a la hija.

Y el suegro le dijo que no.

 

-¿Por qué le negó la mano, después de todo el viaje que había realizado?

-Porque no tenía tierra, no tenía nada. Giovani fue a un campo a trabajar, y el dueño de ese lugar pierde a su familia por una enfermedad y queda muy triste. Triste mal. No había paga porque el tipo estaba sumido en la tristeza y el único que quedó a su lado fue Giovani.

Lo ayudó, lo sacó adelante, se puso al frente del campo y el dueño como no tenía herederos, le dejó el campo a mi tatarabuelo.

 

-Ya tenía tierra para pedir la mano de su amada.

-Sí, volvió a buscarla y nuevamente pidió su mano. Y así iniciaron la familia en Argentina.

 

-¿De qué manera llegan los Benzo a Villa María?

-Viene mi abuelo. Mi abuelo era el quinto de ocho hermanos. El más grande se queda a cargo del campo porque se lo compra a mi bisabuela y mi abuelo se enojó porque no consultaron a los otros hermanos. Se fue a Buenos Aires, hizo de todo, volvió a San Carlos y puso un diario que se llamaba Adelante.

Y el marido de una de las hermanas de mi abuelo era viajante, Franceschetti, y Villa María ya era una zona láctea que se estaba desarrollando.

En la década del 30 mi abuelo conoce a mi abuela Bicha y a los ocho meses se casan. A mí me pasó lo mismo con mi mujer, fue una cosa así.

Se casaron mis abuelos, tuvieron a Pili, y el cuñado los invitó a venirse para Villa María. Se instalaron en la casa de Buenos Aires y Mitre y allí empezó con su almacén de ramos generales.

 

-Trabajaban muy buenos productos lácteos.

-Sí, la manteca todavía no se fabricaba acá, venía de San Carlos y se fraccionaba acá. Mi papá siempre contaba la anécdota que lo mandaban a buscar el pedido y en el recorrido dejaba la bicicleta y hacía un alto para jugar al fútbol (risas).

-Y usted se crió en el ambiente del negocio.

-Sí, siempre en el comercio. Nací detrás del mostrador. Y siempre me interesó el tema, mi abuelo era un tipo que le encantaba el progreso, le encantaba el campo, siempre añoró que perdió su campo. A veces, los domingos se iba campo adentro a ver las cosechas.

Recuerdo que había que hablar fuerte por teléfono cuando llamaban de larga distancia, recuerdo los vecinos que venían a recibir llamados porque éramos los únicos en la cuadra que teníamos teléfono. Tengo muchos recuerdos del negocio, de cómo se armaban los pedidos.

 

-¿A qué le gustaba jugar, dónde se reunían con los amigos?

-Teníamos un grupo grande de amigos en el barrio. El primer amigo, que éramos carne y uña, fue el Leo Pibouleau. Y en la plaza frente a la Catedral estaba el gringo Beletti, Eduardito López, Marcelo Ré, Roberto Valenti, los hermanos Tenedini, el gordo Destéfanis, Costa, Claudio Cobas, éramos más de veinte.

Cuando nos quedaba chica la Catedral, en los contrabarrios, nos íbamos al ferrocarril.

Siestas eternas, jugábamos al fútbol, al metegol, a las escondidas, carreras de bicicletas.

 

-¿En qué momento de su vida, decidió estudiar Abogacía?

-Ese es el tema (risas). Con el tiempo me fui dando cuenta de por qué llegué acá. Tenía condiciones para el dibujo y me gustaba mucho Arquitectura. Cuando estaba en el secundario mi abuelo veía muchos documentales y veíamos uno que se llamaba “El mundo en guerra”.

Cuando viene la guerra de Malvinas me mueve un gran sentido patriótico y nosotros armábamos el diario de la escuela. Mirá que inocencia, lo armábamos con la información que te daban los militares: “Estamos ganando”.

 

-“Qué venga el Principito”, otra de las frases que nos metía la televisión.

-Claro, que venga el Principito. Y acá vino la lección de mi querido abuelo. Yo estaba con una bandera, estamos ganando y mi abuelo me agarra del brazo y me dice ¿dónde vas? Le dije que iba a poner la bandera y me dijo “no, si no hemos ganado, la bandera la subimos después de la victoria”, seguidamente me mira fijo y me expresó: “Vos no sabés quiénes son los ingleses”.

Mi abuelo murió el 22 de octubre de 1982. Y su frase me quedó muy marcada.

Cuando perdimos la guerra sentí una tristeza, una desazón y a partir de ese tiempo empecé a estudiar quiénes son los ingleses.

A mi casa venía mucho el Naranja López, era tío de mi mamá y el padre de Leo Pibouleau que leía mucho. Y ellos tenían una coincidencia, eran frondizistas. Eso me llevó a leer mucho, hasta que llegó un señor Alfonsín a tomar liderazgo para recomponer ese problemón de tristeza.

 

-¿Así sintió la aparición de Raúl Alfonsín, como que venía a solucionar la tristeza?

-Sí y entonces quiero saber la historia de los partidos políticos. No tuve quién me dijera que fuera radical o peronista. Mi abuelo tenía simpatía por el radicalismo, mi papá también, del lado de mi mamá tenían razones para ser peronistas.

Y fui viendo el partido radical, estudiando la revolución del radicalismo, fui descubriendo que la generación del 80 habían sido hijos de ilustrados unitarios, pero en esa primera época había quedado fuera la generación de los ilustrados rosistas.

Y los ilustrados rosistas son los que quieren lugar para estar en el debate de la cosa pública.

La coincidencia era que los dos eran liberales y coincidentes con las bases alberdianas. Y en la revolución del parque, lo que le disputan a los conservadores es el manejo de la cosa pública, que todos tenían derecho a la participación.

Vino Alem, después le sigue Yrigoyen. Yrigoyen decía que la plataforma de su base política era la Constitución y eso me quedó.

Y cuando Alfonsín recitó el Preámbulo de la Constitución, ahí sentí el radicalismo con toda la fuerza, me generó esperanza, ilusiones.

Y me empezó a gustar la ciencia política, las relaciones internacionales. Tenía ganas de estudiar eso y el Naranja me dijo que hiciera Abogacía. Y mi viejo agregó “sí, porque la carrera de docente es muy digna, pero no te va a dar de comer” (risas).

Y me gustó mucho la carrera. Y en tercer año me metieron en Franja Morada.

 

-¿Habiendo surgido del alfonsinismo, qué lo motivó para acercase a Recrear, en 2003, el partido de López Murphy?

-Las coincidencias en la idea de la evolución del partido. Uno va creciendo, soy adicto a estudiar, y a medida que uno va estudiando se va encontrando con cosas positivas y con algunas decepciones.

Y uno va conociendo y me convertí en un crítico objetivo del Gobierno de Alfonsín. Por un lado, estuvo mi corazón, mi felicidad, mi momento, todo lo vivido, ahora si vamos a hablar de política para aprender, tengo muchas críticas para hacerle a Alfonsín.

Y hay muchos correligionarios que están confundidos, creyendo que están con un radicalómetro, haciendo creer que el radical piensa de esta forma y no piensa de la otra.

Alfonsín era un socialdemócrata, esa era su base ideológica. Balbín no era socialdemócrata, Alem tampoco, Yrigoyen más o menos. Tenés variables en el radicalismo.

Y me preocupa mucho que mi partido evolucione, y se estancaba, ese fue el mensaje que quisimos dar con López Murphy.

Los tiempos cambian, y en esa época el radicalismo más fracasado de la historia era el de la provincia de Buenos Aires, donde hubo un sector que trabajó sus quintas, y del cual no emergió nadie que le hiciera guau a un peronismo que le ganó todas las partidas.

Algo pasa, eso indignó a muchos dirigentes y cuando ocurre lo de Fernando de la Rúa, que para mí era un tipo muy preparado, pero tendría que haber ejercido una Presidencia para un país como Dinamarca.

La Alianza no fue buena en su estructuración, y eso incomodó mucho, a Carrió, por ejemplo, y a López Murphy.

Y es lamentable para nuestro partido que un hombre tan formado como Ricardo lo hayamos desperdiciado.

 

-¿Qué mirada tiene sobre el radicalismo hoy?

-Vos viste esa película en que el hombre araña malo lucha contra el hombre araña bueno y están los dos adentro de sí mismo. El radicalismo está en esa instancia. Porque tenés radicales quinteros, radicales especuladores, los prejuiciosos ideológicos, los buenos para nada, los radicales de herencia.

Y tenés radicales de buenas intenciones, entre los que me considero.

Lo que empecé a entender es cuál es el camino que tenés que tomar para que a nuestro país le vaya bien, y tenés una sociedad que no está preparada en eso y un partido como el radical que no está dispuesto a escuchar políticas de economía.

 

-¿No ve un liderazgo en el radicalismo para pensar en el futuro?

-Pudimos tener una enorme responsabilidad de recrear el radicalismo con Julio Cobos. Cobos fue enormemente radical, porque cuando dijo mi voto no es positivo, el tipo pensó en el Preámbulo de la Constitución y decidió consolidar la paz interior.

Tuvo unos huevos bárbaros y pensó en pacificar el país.

Para mí, con Julio emergía un liderazgo y los mismos radicales fueron a romper el cordón y a tirarle piedras. Y eso, a mí, me horrorizó.

Y hoy no se ve un liderazgo porque las marañas que hay en nuestro partido hace que nos hayamos alejado de la gente.

Y por eso valoro la valentía de Mauricio Macri.

 

-¿Cuál es su sueño?

-Mirá, estoy muy agradecido de la vida. Todo lo que quise tener, lo tengo. Seguir enamorado de mi mujer, tener los hijos, no tener zozobra en lo económico, más allá que hay que lucharla. Y eso, le agradezco a Dios.

Y en lo político, que podamos dar un cambio cultural importante los argentinos y que nos pongamos en serio a construir un país con bienestar, con progreso, con oportunidades, parecernos a Australia, a Canadá.

 

-¿Le gustaría ser intendente?

-Fui candidato una vez, no veo que la gente salga con pancartas a pedir que yo sea intendente (risas). La gestión política es un servicio, no sé si me gustaría ser intendente, me gustaría estar donde pueda ser útil y me sienta feliz.

Una de las cosas que más me hubiera gustado es todo lo que tiene que ver con las relaciones internacionales. Pero siempre uno debe estar conforme. Esta vez me tocó ser concejal y trataremos de hacer lo mejor para la ciudad. Ser concejal es un alto honor.

 

Opiniones

Mauricio Macri
Un hombre valiente y comprometido. Tiene una idea clara del país que quiere forjar, las coyunturas no lo están ayudando, pero sí tiene claro un perfil distinto de progreso.

Juan Schiaretti
El Gringo no es el político seductor que fue De la Sota. Mirá, a mi me entristeció la forma en que murió De la Sota. Schiaretti, ha interpretado lo que el eje medio de la sociedad cordobesa pretende.

Martín Gill
Es el intendente de la ciudad. Si le sacamos toda la propaganda, lo que no veo es una visión de futuro, veo una gestión con buenas intenciones, pero todo lo que rodea esa gestión está cansada. Creo que carece de una visión para adelante y se notan las internas.

Me gusta
Comer, tomar un vino leyendo un libro, mirando una peli. Ir al cine.

Me encanta
Jugar con el gato y el perro. Escaparme con mi mujer.

Me divierte
Las reuniones con familiares y con amigos. Hacer bromas, dar clases, ir a mis clases de canto.

Me entristece
Los hechos humanos que no se pueden revertir. Los chismes, las injusticias.

Me enoja
La desobediencia de mis hijos, las acciones viles de la gente, la traición, la mentira.

 

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