Esteban Dómina

“Estoy seguro de que Córdoba va a tener una relación normal con la Nación”

Nació en Las Varillas, el 15 de abril de 1952. Es contador público nacional y licenciado en Administración. Fue docente, consultor independiente, senador provincial. Ocupó el Ministerio de Economía durante la intervención de Juan Schiaretti en Santiago del Estero. En 1995, llegó a una banca en el Co
lunes, 18 de noviembre de 2019 · 12:00

Nació en Las Varillas, el 15 de abril de 1952. Es contador público nacional y licenciado en Administración. Fue docente, consultor independiente, senador provincial. Ocupó el Ministerio de Economía durante la intervención de Juan Schiaretti en Santiago del Estero. En 1995, llegó a una banca en el Congreso de la Nación. Fue ministro de Producción y Finanzas de la Provincia de Córdoba. Desde 2004 hasta 2008 presidió el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) de la República Argentina.  Es escritor, historiador y lleva escritos más de quince libros

 

Escribe: Nancy Musa (de nuestra redacción)

El sábado 9 de noviembre llegó a Villa María a presentar su último libro: “La grieta. Historia de los desencuentros argentinos.” Antes de su disertación, compartimos la charla mano a mano en la sede del Centro Cultural Leonardo Favio. Eduardo Dómina tiene un perfil diplomático, cree en el diálogo y espera que Argentina aproveche la circunstancia histórica que se le presenta en un momento que calificó muy difícil, fundamentalmente, en la microeconomía.

Piensa que uno de los problemas más graves del país, es la falta de acuerdos y que es necesario reparar rápidamente la grieta que ha dividido a la sociedad. 

-Tuvimos un largo camino de desencuentros, usted está presentando el libro La grieta, ¿cuáles fueron los momentos de mayor ebullición en nuestra historia?

-En realidad, la historia argentina, desde 1810 para acá, es una historia de desencuentros, de permanentes conflictos, de divisiones, algunas veces violentas, cruentas. Todo el siglo XIX estuvo cruzado por la violencia y el siglo XX tuvo puntos muy altos, la Revolución Libertadora en 1955, la dictadura del 76 al 83, momentos de mucha crueldad.

Donde uno pone el zoom en la historia argentina, en la etapa que fuere aparece la grieta.

La grieta es un término relativamente nuevo, pero como tal está presente a lo largo de toda nuestra historia.

 

-En este contexto ¿qué definición le da a la grieta?

-La falta de acuerdo, así como te decía que abundan los conflictos, las divisiones, los enfrentamientos estériles, que no son neutros porque desgastan energía, hacen perder oportunidades. Estamos sumidos en ese mismo contexto, con particularidades y protagonistas distintos, pero grieta al fin.

Entonces, lo que asoma como escaso en la historia argentina es la falta de acuerdo.

La incapacidad de buscar entendimiento acerca de políticas de Estado que subsistan a los diferentes gobiernos y que son las que permiten avanzar a otros países desarrollados.

Cosas que son fruto de un acuerdo y se mantienen en el tiempo, eso nos falta. Acá, cada maestrito con su librito, empieza de cero, nada de lo que hizo el anterior está bien, se deshecha todo, bueno, esa es una cultura política muy negativa y está presente.

Vamos a ver si ahora, el destino y la historia nos brinda una nueva oportunidad somos capaces de no dejarla pasar y aprovechar la situación.

 

-Tuvimos un período de transición, con la idea de la transversalidad, que parecía haber puesto un poco de paños fríos a tanto enfrentamiento ¿en qué punto volvió de nuevo este odio que está presente en la sociedad?

-Sí, permea a la sociedad, e inclusive agrieta a la familia, agrieta círculos de amigos, yo creo que desde 1983 hasta acá, para no irnos tan lejos, hubo algunos momentos en que las circunstancias nos llevaron a la necesidad de buscar acuerdos.

Por ejemplo, la terrible crisis de 2001-2002, generó una situación social de alta zozobra y eso motivó que se buscara un ámbito de entendimiento que fue la famosa Mesa de diálogo, convocada en ese momento por las iglesias, los sindicatos, referentes políticos.

 

-Duró poco esa mesa...

-No duró nada. Porque tenemos otro problemita, tenemos mucha suerte los argentinos (sonríe) y esa crisis que parecía inmensa se superó rápidamente. Porque vino el viento de cola, de la soja y ya está. Nos corrimos veinte centímetros del abismo y nos olvidamos de mantener esa cultura del acuerdo, de sumar esfuerzos, como se dice en el campo, de cinchar para el mismo lado.

Somos campeones de la cinchada para el lado contrario, para dividir. Y lo que pasa ahora tiene ese ingrediente, que vos señalás, que ha permeado para el conjunto de la sociedad y eso hay que repararlo rápidamente porque sería muy malo que persista una división de esta característica en un país que gracias a Dios no tiene divisiones religiosas, raciales, generar una división autogenerada, valga la redundancia, sería un grave error.

 

-¿Cómo salimos de esta situación?

-Creo que tiene que prevalecer la madurez de la dirigencia, a la dirigencia le tiene que caer la ficha. Y cuando digo la dirigencia, no es solo la política, sino todo el conjunto. La dirigencia empresarial, sindical, los credos religiosos, todos los que tienen un rol protagónico en la sociedad tienen que entender y la dirigencia política en particular.

Porque tenemos una dirigencia política ombliguista, tiende a mirarse a sí misma. Salvo honrosas excepciones, todos los que llegan a la Presidencia invierten sus grandes esfuerzos para permanecer y los que no están para llegar.

Se dilapidan grandes esfuerzos en algo que es natural, pasa en todo el mundo, pero acá lamentablemente eso desplaza otras prioridades y lo más grave impide la búsqueda de grandes acuerdos, de entendimiento y da pasto para el conflicto.

 

-El presidente electo Alberto Fernández está hablando de un gran acuerdo social, por otro lado, el sector encabezado por el actual presidente parece endurecerse como futura oposición, en este clima ¿se puede lograr un entendimiento?

-Debiera, es una necesidad imperiosa que se logre. Como señalás vos, es una responsabilidad compartida, para bailar un tango hacen falta dos, quien va a ejercer el gobierno debe tener una actitud abierta al diálogo y convocar.

Al que manda es al que le toca generar el clima de entendimiento, pero cuidado la oposición tiene una alta responsabilidad de corresponder a esta actitud, si la hay, sin perder identidad. Nadie dice que esto se convierta en un coro de niños.

Pero sin perder identidad, hay que entender que el país no da para volver a las malas prácticas del pasado y que de una vez por todas hay que asumir el presente.

La responsabilidad es compartida, hay unas señales prometedoras, el presidente Macri la noche de las elecciones se comprometió a una oposición seria, al día siguiente la foto de ambos es muy buena.

La moderación del presidente electo en sus declaraciones, esta convocatoria a un acuerdo social con el empresariado y el sindicalismo.

Vamos a ver si prosperan, pero son señales que van en la dirección correcta porque tenemos que bajar los decibeles de la crispación, porque la crispación se traslada a la sociedad, tenemos que ver lo que está pasando en países hermanos, en Chile, en Bolivia.

 

-Geopolíticamente ¿qué ubicación tiene que adoptar nuestro país?

-Creo que el presidente electo está dando señales de un alto pragmatismo y me parece correcto. Porque vamos a necesitar de todos, que todos nos ayuden. Y con Brasil que hoy estamos en una situación tensa, hay que lograr un acuerdo porque es fundamental, es nuestro principal socio comercial.

Creo que el presidente electo está actuando bien, sin prejuicios ideológicos, más allá de que pueda concurrir al Grupo de Puebla, eso tiene un gran valor simbólico, pero digamos la política internacional va por los factores de poder, y los factores de poder son los que están, nos gusten más o nos gusten menos.

De modo que ahí vamos a tener que ser muy prácticos y buscar todo el apoyo que pueda necesitar la Argentina porque si no la vamos a pasar muy mal.

 

-Usted sabe mucho de economía ¿qué análisis hace de la situación que recibirá el próximo gobierno en ese ámbito?

-Muy feo, yo además de saber de economía porque he estudiado eso, soy un veterano y he pasado muchas como todos los de mi generación. Pero a esta la veo, particularmente, complicada. Porque afectó mucho a lo que los economistas le llamamos la economía real.

La macroeconomía, que son los grandes números, la deuda, el Producto Bruto, la inflación, todos los parámetros macro.

Pero, yo veo muy golpeada la micro, que es la economía de la familia, de las empresas, de las Pymes, de las economías regionales, de los emprendedores, de los trabajadores, de los trabajadores informales, esa franja que es enorme, porque ahí está el pueblo, está muy mal.

Y reparar eso no va a ser fácil. Se han producido pérdidas, daños que van a requerir mucho tiempo. Pero hay que buscarle la vuelta a esto.

 

-¿Llevará tiempo recomponer el tejido social y productivo?

-Sí, hay que recomponer la micro, la economía de la gente, por decirlo de alguna manera, que vuelva a tener capacidad de consumo, que eso a su vez genera actividad económica, posibilidad de inversión, hay que poner en marcha la rueda virtuosa de la economía y alejarse de los manuales académicos de corte neoliberal porque más allá que hay que prestarle atención a esas premisas, el problema es mucho más profundo.

 

-¿Por qué llegamos a esta situación, hubo mala praxis, hubo intención?

-La verdad, a mí me sorprendió mucho este presidente actual, si alguno pensó en qué podía tener capacidad, era en la gestión empresaria, porque viene de ahí. Y sin embargo, fue un fracaso rotundo.

Hubo una gran impericia, en el diagnóstico, en la gestión, no sé qué pensó, que la Argentina se podía manejar con control remoto. Prácticamente sin ministro de Economía, sin diálogo con las entidades. Bueno, así nos fue, termina en un gran final que es decepcionante.

 

-Esteban, ¿alguna vez se arrepintió de haberse metido en el mundo de la política?

-La política, prácticamente es mi vida. Yo empecé en la política cuando era estudiante, con 17 años, en aquella época del Cordobazo, de ahí conozco a algunos personajes como el Gringo Schiaretti, el Gallego de la Sota, somos de esa hornada.

Siempre me encantó, porque creo que la política es una actividad muy noble, más allá de que ahora está distanciada de la gente. Los pueblos necesitan de la política, para progresar, para crecer, es un gran desafío.

Dios quiera que ilumine a los que hoy tienen protagonismo, por el bien del pueblo argentino.

 

-¿Su familia estaba politizada?

-Mi madre era muy peronista de Evita, yo mamé eso, desde la Revolución Libertadora la veía llorar detrás de las cortinas, viendo cómo los comandos civiles arrastraban los bustos frente mi casa. Mi madre era una peronista muy sentimental y eso uno lo mama. Mi padre era antipolítico, el que era bien politizado, fue mi abuelo del viejo Partido Demócrata que compró a Perón y casi me ponen Juan Domingo. Zafé porque terminaron negociando Esteban que era el nombre de mi abuelo (risas).

 

-¿Era un joven estudioso?

-Fui abanderado en la primaria y en la secundaria, pero siempre aclaro, hago constar que no era un traga. Me gustaba mucho. Fui un chico normal, que no por tener los mejores promedios no tuvo lo que todos tenemos en la infancia y en la adolescencia.

Recuerdo esos años con mucho cariño y sobre todo la escuela pública, una de las claves para recuperar esta querida Argentina es recuperar el valor de la escuela pública como turbina de igualdad, de inclusión social.

Yo soy un agradecido, porque soy un producto de la escuela pública, de la mejor, de excelencia que supimos tener y hay que recuperarla.

 

-¿Qué imágenes le quedaron de la última dictadura?

-Tremendas, tremendas, porque uno veía a compañeros, a militantes que desaparecían, muchos se tuvieron que ir al exilio. Yo me quedé porque me quedé, pero la verdad podría haber sido uno más. Siempre digo a mis hijos que uno tiene el privilegio de poder contarla y mucha buena gente que hemos perdido en esa etapa, hoy no está entre nosotros.

Lo mismo la guerra de Malvinas, reivindico a los héroes de Malvinas porque fueron los que posibilitaron que Argentina volviera a la democracia.

Porque si a estos delirantes que teníamos gobernando les hubiera ido mejor en esa guerra, difícilmente hubiéramos tenido la apertura de 1983.

Hay que reconocerle a los héroes de Malvinas, además de haber defendido la soberanía con sus vidas, haber abierto el cauce de la democracia.

 

-El 30 de octubre de 1983, cuando votamos después de diez años, ¿usted ya estaba militando?

-Sí, estábamos con José Manuel (de la Sota), José Manuel era candidato a intendente de Córdoba, estábamos, así, como ahora con vos, sentados en una mesa y viendo en la tele los resultados y el Gallego no podía creer que nos estuvieran dando semejante palizón (risas).

En Córdoba nos clavaron las tres boletas tres, Alfonsín, el Pocho en la Gobernación y Mestre en la ciudad. Recuerdo la cara del Gallego diciendo “esto no puede estar pasando”, no nos dejaron nada (risas).

Al peronismo le vino bien que ocurriera esto, el peronismo pagó el costo de no haberse democratizado, no haber hecho bien los deberes y Raúl Alfonsín fue capaz de interpretar mejor lo que la sociedad quería en ese momento.

Y lo hizo a las mil maravillas y hoy lo reconocemos.

Pero, eso puso al peronismo en la necesidad de renovarse y el Gallego fue uno de los grandes protagonistas de ese momento junto a Antonio Cafiero y demás.

Y en el próximo turno ganó el peronismo, o sea que la sociedad premia y castiga. No hay vueltas.

 

-En ese proceso de renovación, perdieron la interna con Carlos Menem ¿qué dijo el Gallego?

-“Otra vez” (risas). No lo podía creer, con todo el aparato, con el candidato Antonio Cafiero que era gobernador de Buenos Aires, con todos los gobernadores y Menem con su poncho, sus patillas, recorriendo las villas, besando chicos, evidentemente supo interpretar mejor las expectativas del pueblo y de las bases.

Felizmente, se pudo hacer una interna como fue la de 1988, Menem- Duhalde y Cafiero - de la Sota, yo la viví muy de cerca porque estuve en el comando de José Manuel. Así que otra vez (risas).

 

-Después, llegó 1999 y el festejo...

-Sí, este gallego era un tozudo. Le envidio esa resiliencia política, reparó sus errores, le buscó la vuelta, entendió las señales de la sociedad y finalmente la sociedad lo premió.

Y él es el autor de que hace 20 años, en una provincia que no es peronista, gobierne el peronismo.

Ese mérito hay que reconocérselo a De la Sota que fue el artífice de esa construcción, lo mismo Schiaretti que siguió el ciclo.

 

-De acuerdo a su visión ¿Schiaretti se equivocó con la boleta corta?

-No, yo no hablaría de error. Fue una lectura, él entiende bien a la sociedad cordobesa y tiene claro que el 57% que lo votó en mayo para su relección no es peronista, ahí hay una enorme franja de votos independientes que en esta se inclinaron por Macri.

Porque en 2015, en el balotaje le dio el triunfo a Macri, al igual que en 2017 y Schiaretti muy consciente de eso prefirió jugar así, tuvo sus costos porque no logró el objetivo de reponer los dos diputados, pero creo que él confía en tener una buena relación con el presidente Fernández.

Y estoy seguro de que el presidente electo Fernández va a cumplir su palabra de no discriminar a Córdoba.

Estoy seguro de que Córdoba no va a ser discriminada y va a tener una relación normal con la Nación en lo institucional.

 

-A pesar de la situación económica que afecta a Córdoba, también, Cambiemos sacó un 61% de los votos ¿qué explicación tiene este fenómeno?

-Y en la ciudad ni hablar, 66%. Creo que hay un profundo antikirchnerismo, un fuerte rechazo, mucha de esa gente que votó a Macri, que se movilizó en el actazo que se mandaron frente al Patio Olmos, pero la explicación es que la gente, aún sufriendo la economía porque no me imagino que a alguien le haya ido bien con Macri, tiene memoria y el 3 y 4 de diciembre de 2013 está presente.

El gallego, me decía nos salvamos de milagro que nos llevaran puestos. Porque esos días fueron los saqueos y estaba muy disgustado porque no le atendieron el teléfono desde el Gobierno nacional.

Y de esas cosas, la gente después te pasa factura. Le tocará a Alberto recomponer esa relación, recrear un clima distendido y confío que lo va hacer.

 

-¿En qué situación se encuentran las cuentas de la provincia de Córdoba?

-La provincia tiene cuentas fiscales ordenadas, pero un panorama complicado. El gobernador lo sabe porque es un hombre de números, creo que se viene un tiempo de administración muy moderada.

La gran obra pública ya se hizo, pienso que se va a terminar la que está en marcha, pero no creo que se liciten nuevas en el corto plazo.

Córdoba tiene una deuda muy importante, que no compromete sus finanzas, pero tiene una deuda importante que va a tener que honrar con divisas. Pero, el gobernador lo tiene claro, ya convocó a los intendentes y va a tener que ayudarlos a que honren sus cuentas, a que puedan tener al día los salarios, los proveedores. Pero, hay mucha conciencia, mucha experiencia y esas son cartas a favor en una situación que no va a ser fácil al menos por un año.

 

-¿Cuál es su sueño hoy?

-Que no dejemos pasar esta oportunidad, me gustaría ver que la política ha aprendido la lección, que es capaz de escuchar a la gente, a la sociedad y que tiene la capacidad de devolver el clima de entendimiento que nos hace falta.

La Argentina tiene un grave problema que es que el 40% de su población está en situación de pobreza, que hay niños en situación de hambre, cuestiones que es muy difícil de entender en un país con nuestras potencialidades. Argentina está en condiciones de alimentar a 400 millones de personas y sin embargo tiene problemas de esa naturaleza en su propio pueblo.

Y es responsabilidad de todos. Cada uno tiene un pedacito de responsabilidad, lo importante es sumar los esfuerzos para reparar esta situación.

Por eso te decía, que las claves son restaurar valores como el valor del trabajo, de la educación pública, de la solidaridad.

Si se lo hace con ganas, creo que los frutos se van a ver antes de lo que muchos creen.

 

-Si lo convocaran para algún cargo a nivel nacional ¿le interesaría?

-Yo estoy más para ayudar a pensar, a que la experiencia que uno ha tenido sirva de algo, pero no estoy pensando en ningún cargo público. Me parece que hay que dar lugar a las nuevas generaciones.

 

-De los economistas que suenan en el equipo de Alberto ¿tiene algún preferido?

-Yo he trabajado con muchos de ellos, en el gobierno de Néstor Kirchner estuve en el banco BICE, ahí lo conocí a Alberto, a Roberto Lavagna que ojalá acepte tener algún rol, no activo porque el mismo me lo ha dicho, pero ojalá tenga algún rol, aunque sea de consulta.

Y por supuesto Guillermo Nielsen, Martín Redrado, a casi todo el equipo conozco.

Matías Kulfas es muy capaz, Miguel Peirano, son todos muy aptos.

 

Opiniones

Mauricio Macri: Me defraudó en ese sentido, porque uno pensó que alguien que viene del mundo empresario, con todo el rodaje por los menos la economía tendría que haber funcionado. A mí me parece que no entendió. No entendió a la Argentina, creo que se quedó en la ciudad de Buenos Aires que es como Disneylandia, el país profundo es muy distinto.

Juan Schiaretti: Juan es un gran gestionador. Su capacidad, su experiencia, luce menos políticamente que De la Sota que era de alto vuelo, pero como administrador es impecable. Se entiende por qué el peronismo hace 20 años que gobierna Córdoba y Schiaretti tuvo una devolución de la gente del 57%, récord.

Martín Gill: Lo conozco poco, más que nada su trayectoria universitaria. Me parece una persona interesante con un gran presente y un gran futuro. Está en juego y a Villa María se la ve muy bien, luce muy bien. Acá se nota la influencia de intendentes que han sido muy capaces en materia de gestión. Esta Villa María de hoy parece otro mundo.

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