Celia Estela Sarmiento

“A pesar de todo, siento que se está viviendo un aire de esperanza”

lunes, 16 de septiembre de 2019 · 11:30

Escribe Nancy Musa De nuestra Redacción

Nació en Córdoba, el 14 de enero de 1970. Casada, dos hijos. Es profesora de Educación Especial, fue ampliando sus conocimientos estudiando Comunicación, se fue formando en materia de derechos humanos y género. Hasta los 8 años vivió en Pilar y en 1978 su familia fijó su residencia en Villa Nueva. En 2002 se fue a vivir a Buenos Aires. A los 13 años comenzó a interesarse por la política junto a su padre, un “histórico” militante peronista que presidió el centro vecinal de Los Olmos. En sus primeros años se inclinó por la militancia social. Hizo diversos trabajos relacionados con la discapacidad y el empleo. Actualmente es concejala del municipio de San Isidro por el partido Nuevo Encuentro

 

Sencilla, derrocha simpatía, se expresa con el rostro, con las manos, con las palabras. Tiene la mirada juvenil, de la pequeña que seguía a su padre, un reconocido dirigente de Villa Nueva. La vida la llevó por diversos caminos, pero los recuerdos del Carnaval villanovense, la magia de las comparsas, las personas que la ayudaron a perfeccionarse están siempre presentes en su memoria. Es directa, enérgica y no anda con vueltas a la hora de llamar las cosas por su nombre. Nos juntamos en el bar de un hotel en Buenos Aires, llegó en compañía de su pareja, un investigador del INTI, Bruno y de su hijo Donato. Habló de política, de sus vivencias, de sus sueños y del cartel azul en la puerta de su casa que dice “Hablamos de autismo”.

-¿Qué análisis hacés de la situación actual del país?

-(Suspira). Estamos todos, hoy, esperando que pase el desastre. Llegó el neoliberalismo que tuvo los avances en 1976, que volvió en los 90 y ahora vino para terminar lo que no había terminado de hacer. Que es desangrar todo, romper los lazos sociales, hasta dejarnos sin guita en los bolsillos.

Y lo que está pasando hoy es tratar de sobrevivir este caos para llegar lo antes posible a la esperanza. Siento que se está viviendo un aire de esperanza, a pesar de que está todo mal y todos los días tenemos una noticia peor, la devaluación, el cambio de ministro, el presidente que nos reta por la manera que votamos.

La violencia que hay todo el tiempo y a la vez, la esperanza. Pensar que esto ya se va.

 

-¿Te sorprendió que el candidato a presidente fuera Alberto Fernández?

-Sí, me sorprendió. Y en un primer momento me provocó enojo (risas), porque quería que fuera Cristina. En realidad, pertenezco a Nuevo Encuentro, una fuerza política cuyo lema fue todo el tiempo “Cristina conducción”.

Y al mismo tiempo, nos decíamos “es con Cristina o con quien Cristina diga”. Y cuando Cristina dijo, me enojó (risas).

Fue una sorpresa, fue un sábado a la mañana, después me ordené y cumplí con “quien Cristina diga”.

 

-Estás trabajando en un municipio...

-(Interrumpe la pregunta) Absolutamente hostil. Muy antipopular, que por primera vez desde 1995 en las elecciones del 11 de agosto, el peronismo sacó un 25% de los votos. La alegría que tenemos es impresionante.

 

-¿Nunca llegaba ni cerca a ese porcentaje?

-No, lo más alto había sido un 18% o 19%. Y ahora conseguir un 25% es una alegría. Y eso habla también de la otra conciencia de la clase media, porque la clase media tuvo mucho ascenso con el gobierno anterior, que hoy se vino a pique, lo sufre más, lo padece más.

Porque las clases populares se acomodan, tienen una gran capacidad de resiliencia, y para el intendente fue una sorpresa. Tené en cuenta que de acuerdo a las Cartas Orgánicas Municipales de la Provincia, las elecciones de intendentes eran indefinidas.

Nosotros tenemos hoy un intendente, Gustavo Posse, desde hace 20 años y antes estuvo su papá, Melchor. Tenemos una dinastía de los Posse y además fue un acomodaticio histórico. En algún momento fue kirchnerista, también.

Pero hoy no, hoy es la cara más visible de los intendentes PRO y que le hayamos sacado 25% y de haber tenido un 70% ahora tiene un 40%, porque el resto está repartido en una fuerza vecinalista, para nosotros fue una victoria.

 

-¿Ustedes creen que en las elecciones del 27 de octubre pueden crecer?

-Sí, aparte nos están dando una mano bárbara, tanto María Eugenia Vidal como Carrió que es la mejor jefa de campaña que tenemos.

Y hoy Alberto nos construye a todos, hoy nos ordena, me encanta esto de su oficio docente, verlo a Alberto dando clases en la facultad, sus actitudes de tipo común y a la vez un tipo superformado.

Y pienso, fue el jefe de Gabinete de Néstor y eso ya no me permite más dudas.

 

-Vos convivís en un espacio donde hay un porcentaje alto de antiperonismo, ¿por qué es tan fuerte ese rechazo a un partido, en pleno siglo XXI?

-Ese distrito es el dormitorio de la clase alta acomodada, que se beneficia todo el tiempo de los derechos que se les sacan a los más postergados. Ahí viven familias tradicionales de las clases altas, es una zona característica de la aristocracia porteña que se va a dormir a las afueras de la ciudad.

San Isidro creció así. Creció con esa idiosincrasia. Por supuesto, hay lugares, barrios en donde el peronismo gana. Pasa que el grueso de la población es la otra. Es un municipio de 300 mil habitantes, y es muy rico. Tiene casi el presupuesto de La Matanza, que tiene dos millones de habitantes.

Vendría a ser una especie de Recoleta.

 

-¿Pensaste que Axel Kicillof podía tener un resultado tan contundente?

-Sí. Con Axel sí, lo vi funcionando, en esas caminatas, en esas plazas desde 2016. Estuvo todo el tiempo en la calle, junto a Martín Sabatella que es nuestro conductor. Nunca dejaron de estar en la calle, aparte fue la tarea que le dio Cristina. A Martín lo envió a recorrer el país y a Axel a recorrer la provincia. Y así lo hizo en los últimos dos años, en su auto, en su Clio.

 

-¿Por qué empezaste a militar en Nuevo Encuentro?

-En el 93, 94, renuncié al PJ, nos enojamos mucho. Primero me divorcié de mi papá cuando renuncié al PJ (risas), porque me fui al Frente Grande, el Grupo de los 8, Chacho Alvarez. Y después me pasó como a tantos otros, me enojé con la política, dejé de participar partidariamente, me dediqué a la militancia social. Ir levantando a los heridos que el neoliberalismo va desparramando es meterse en la piel del otro, levantarlo al otro y tratar entre todos de rearmarlo. Me dediqué a eso.

Después, gracias a Néstor empecé de nuevo a reenamorarme de la política. Y me costó mucho en San Isidro encontrar un lugar para volver a lo partidario. Porque hasta hace poco el peronismo de San Isidro estaba regenteado por gente que me alejaba de eso.

 

-¿Empezaste a buscar un espacio?

-Ahí empiezo a buscar, la fuerza de Sabatella había formado parte del Frente Grande, del Frepaso, tenía una coincidencia. Por otro lado, hay un chabón que para mí es un cuadrazo bárbaro, Marcelo Sainz, era amigo de mi marido Bruno y me sumé.

Ya Martín había dejado de estar afuera, se estaba adentrando al kirchnerismo porque “se estaban recuperando las Aerolíneas, se estaba recuperando la administración del agua”.

De nuevo seducida por Néstor, por Cristina, por sus políticas y sin querer volver de nuevo al PJ, encontré la contención en las filas de Nuevo Encuentro. Y somos todos.

No tengo problemas en decir que a mí me conduce Máximo.

 

-¿Cómo lo definirías a Máximo? Se dicen tantas cosas distintas sobre su perfil.

-Lo aprendí a conocer en esta última etapa, cuando el chabón dijo: “Hay que patear el tablero, romper la frontera y salir a buscar a Massa, y no echar a nadie”.

Ahí se definió distinto, es muy Néstor también. Eso de salir a sumar, la transversalidad de Néstor. Lo veo con una escuela muy nestorista y con una definición muy propia.

Crecer ahí, te la debo (risa). No es fácil, te podés enfermar como le pasó a Florencia.

Lo veo muy sólido, con impronta propia.

 

-Los detractores de tu espacio hablan de La Cámpora como si fueran el demonio...

-No, son la agrupación más grande dentro del kirchnerismo. Los compañeros son la agrupación más grande y capaz que por eso meten miedo. Pero no, ese monstruo que crearon fue porque es gente comprometida, que va al frente. Gente socialmente comprometida. Nosotros somos menos, somos tal vez intelectuales, como dicen algunos, que analizamos todo. Pero no somos distintos, distintos las pelotas.

Bienvenidos los distintos.

 

-Compartís banca con alguien de Juan Grabois, ¿qué opinión tenés de Juan?

-Es polémico (se ríe). A veces no ayuda con sus declaraciones el compañero, es un gran constructor de una contención muy importante de los sectores postergados, a los otros sectores no pudimos llegar.

Ellos sí. Lo hicieron, y para mí eso es lo más importante. No es poca cosa saber contener a esos sectores. Los contienen, los organizan, le dan respuestas, la formación de las cooperativas, hacer una fabriquita, organizar a los emprendedores que dan de comer, no a este empedorrismo que hace el macrismo.

Los compañeros que están en el emprendimiento organizado hacen la subsistencia.  Ellos quieren tener laburo, obra social, vacaciones y el laburo de Juan es ese.

A veces las declaraciones de Juan son confrontativas porque sí, con qué necesidad. Pero bueno, él está en contacto con la necesidad diaria.

Y además, en todo esto hay como un sentido común desde el Gobierno, que el final tiene que ser violento. Como lo que viene es el peronismo, están buscando la violencia. Y no terminan de entender que crecimos.

La ministra (Patricia) Bullrich es una instigación a la violencia permanente. Y nosotros debemos ser prudentes.

 

-Te voy a llevar a Villa Nueva, ¿qué recuerdos tenés de esa ciudad hermana a la nuestra?

-La Lambada (risas). Hay cosas que son significativas. En 1988 empecé con el primer corso, fue mi primera militancia social, salir a convocar a los pibes para el corso infanto-juvenil que fue una idea maravillosa que llevamos adelante.

De hecho, dejé de llevar adelante o estar al frente de la comparsa cuando dejó de ser un evento social y pasó a ser un negocio. Y no está mal que lo sea. Pero cuando empezó a ser competitivo, no está mal, pero me gustaba salir a buscar a los pibes casa por casa, para las comparsas, hacerlos bailar, y había familias que me decían “gracias por hacerlos conocer la plaza”.

Después, a finales de los 90, empecé a hacer el merendero escolar en la casa de Ana Cornejo.

Para mí, todo eso era el igualitarismo que practicábamos. Para que todos tuvieran lo mismo.

 

-¿Por qué te hiciste peronista en tus comienzos?

-Mi papá me hizo peronista. Yo de bebé tenía una foto de Perón en la cocina (risas). Y ahora de grande Unidos y Organizados tenemos una foto de Néstor y Cristina (risas).

 

-¿Cómo se llamaba tu papá?

-Remigio, don Toto. Fue el que me enseñó la militancia social, porque mi viejo presidía un centro vecinal durante la dictadura. Mi papá presidía la comisión vecinal en la dictadura, organizaba a los vecinos, cuidaba a los vecinos, cuento esto y algunos no me pueden creer.

Mi papá presidía el centro vecinal de barrio Los Olmos y cuando lo cuento no me pueden creer. Se la bancó desde ese lugar.

Crecí en ese ambiente, cuando mi papá, Daniel y Olga Gonela se juntaban en ese lugar, y eran reuniones que se hacían en 1980, en plena dictadura.

Después de unos años entendí por qué a mi mamá le enojaba que hicieran reuniones en mi casa. En el 80 tenía 10 años y todo lo entendí después.

Porque en la reunión había un señor que tocaba la marcha peronista en el acordeón.

Crecí en ese ambiente, soy una de siete hermanos. Y tal vez en ese momento era la única que me interesaba por la política.

 

-¿A vos te gustaba?

-Me fascinaba. Sí, iba con mi papá a las reuniones. Para mí no había otra posibilidad (risas). Recuerdo que estaba en la secundaria y hacía ese movimiento en el campito de la antena. Y hacíamos esa actividad para todos, después organizar el club de baby en Los Olmos con mi papá y mis hermanos, mis cuñadas. Y ya estaba embarazada de Rafael. Todos se sumaban, con la comisión del centro vecinal, sin partidos. Nos juntábamos con una vecina y lo hacíamos después de trabajar muchas horas en una escuela, yo trabajaba en la Escuela Especial Nº 20.

Voy a cumplir 50 años en enero y no tengo otra manera de hacer las cosas, más que desde el compromiso.

Quiero aclarar que todo lo que aprendí de hacer política fue por mi papá y por Stella Montes, a quien agradezco haber estudiado lo que estudié. Y nunca tuve un cargo y mi viejo tampoco, su aspiración estaba en el centro vecinal.

 

-En 1983, ¿cómo viviste el regreso de la democracia?

-Cantando en la plaza Centenario, me acuerdo bien de eso, tenía 13 años. En la esquina tradicional de Villa María.

 

-¿Qué siguió después?

-Hice la secundaria en el Pío Ceballos y participaba en política siguiendo a mi papá. Otra cosa que recuerdo fue una interna de juventud que tuvimos en 1988. Fue mi primera interna. Ahí ya podía votar, y me quedó el ejercicio de las elecciones internas, me parece maravilloso, muy democrático que la juventud hiciera internas para resolver su propia conducción.

Una juventud que venía diezmada, con desaparecidos, con la guerra de Malvinas.

Y después empecé a trabajar porque sabía que la única manera de poder seguir estudiando era trabajando.

 

-¿En qué trabajabas?

-Mientras hice mi formación terciaria trabajaba de niñera. En el último año del secundario trabajaba en la casa de Felisa Garlascheli, le ayudaba a limpiar a su mamá. Ella fue mi profesora de secundario y desde ahí amigas entrañables.

Durante el profesorado trabajaba en la casa del hermano de Felisa, cuidando las nenas, tenía cuatro y después nació Antonela.

 

-¿Por qué elegiste la docencia?

-No sé, fue algo natural. Es más, dejé de hacer Educación Especial después que tuve el diagnóstico de Donato, porque me parecía una redundancia trabajar en la escuela y después remontarla en casa.

En realidad, quería ser psiquiatra, pero no tenía posibilidades de irme a estudiar Medicina a Córdoba y en esa opción un profesor que tenía en la secundaria, el Flaco Nebreda, vino un día y me dijo “vos querés ser psiquiatra, ahora en el Rivadavia se va a abrir la carrera de Educación Especial”, una que había estado cerrada 14 años, se había cerrado en la dictadura porque se estudiaba mucha Filosofía, Psicología, Antropología.

Y por sugerencia del Flaco me anoté en Educación Especial pensando en irme a Córdoba a hacer Psiquiatría. Ahora, a los dos meses la carrera me encantó y tuve la posibilidad de hacer tareas en la Escuela Especial Nº 20.

Apenas me recibí trabajé en General Cabrera, estuve en Córdoba, en Bell Ville. Y a la vez seguía con la militancia, siempre estaba haciendo algo.

 

-Fue una época de gobiernos radicales en la provincia.

-Sí, fui empleada de Angeloz (se ríe). Siempre me tocó militar en la adversidad, es lindo, tengo experiencia en eso (risas).

En 1992 estuve un tiempo trabajando con Javier Sosa y fue algo muy piola porque era en el Instituto Nacional de la Juventud, que lo presidía en ese momento Julián Domínguez. Hacíamos cosas muy piolas, andar por las escuelas haciendo campañas de prevención de adicciones, de sida, lo hacía los fines de semana mientras trabajaba en la escuela de General Cabrera.

Después vino el indulto y eso es lo que más me hizo ruido. Ahí fue el quiebre, trabajé un tiempo más y ya en 1994 decidí irme del espacio y renuncié a la afiliación.

Ya aparecía el Pilo Bordón como candidato a presidente en 1995, ya se había armado el Frente Grande, fue un buen momento y después quedamos todos desmembrados. Yo sentía que esa fuerza política contenía al peronismo y no Menem.

 

-¿Qué sentiste cuando Chacho Alvarez hizo la alianza con De la Rúa?

-Ahí me fui y dejé la militancia. Ahí dije nunca más hago política, no quiero saber más nada. Todo es un desastre. Pasé a ser, como les pasó a muchos, una antiejercicio de la política, una decepcionada.

Absolutamente decepcionada.

 

-¿Hasta que apareció en escena Néstor Kirchner?

-Cuando apareció lo miraba como con distancia, ya en 2005 empecé a sentir que era por ahí. Sentí que había resurgido la mística. Volví a creer que la política era el arte de hacer posible la concreción de los derechos.

 

-¿Qué medida de ese gobierno te hizo volver a creer en la política?

-El discurso en la ESMA de 2004, cuando fue a pedir perdón por los crímenes de Estado. Y con el tiempo, veo el discurso de nuevo y vuelvo a llorar.

 

-Vos ya estabas viviendo en Buenos Aires.

-Sí, vivía en Martínez. Me vine en 2002, pensaba venirme en 2001, pero no era un buen momento para mudarse, en el transcurso conocí a Bruno y decidimos afrontar la crisis juntos. Bruno vivía acá, y me vine con Rafael, mi hijo más grande. Por eso siempre digo, no me mudé, nos mudamos Rafael y yo a vivir a Buenos Aires.

En ese momento estaba todo tan roto en el país, desde abajo, desde lo profundo, que no encontraba nada para militar, hasta 2004.

Pero no participé activamente hasta 2009. Las cosas estaban complicadas en casa, nosotros tuvimos el diagnóstico de mi hijo Donato en 2008 y estaba cien por cien abocada a las horas de tratamiento semanal que tenía.

Tener un niño de 4 años con trastorno de espectro autista, que yo ya sabía lo que significaba por mi formación profesional, hizo que me dedicara totalmente a él.

Después cuando dejaste de pelear con las obras sociales para que te cubran el tratamiento, cuando dejaste de pelear en las escuelas para que te lo anoten, me enganché de nuevo en la militancia por necesidades en todo sentido.

Quería volver a estar en la calle, con todo lo que estaba pasando, quería ser protagonista de todo eso, ser parte. Ya íbamos a las marchas los 24 de Marzo.

-¿En la puerta de tu casa tenés un cartel que dice “Hablamos de autismo”’?

-Sí, desde el año 2009 tengo ese cartel en la puerta de mi casa, un cartel azul. Hacemos difusión todo el tiempo, nos sucede mucho que nos tocan la puerta de casa para ir a preguntar.

Y sé la necesidad de los padres para tener información, es muy feo estar en el lugar de los padres sin información, por eso acompañé a muchos padres.

Hice Educación Especial y en 1997 hice una especialización en Autismo. Mirá vos. Yo ya venía viendo el diagnóstico en Donato y no era fácil convencer al resto, hasta que conseguimos que lo viera Víctor Ruggieri y confirmar el diagnóstico.

 

-Volvemos a la política, ¿fue un duro golpe la muerte de Néstor?

-Fue tremendo, me sentí huérfana. Rafael me preguntó: “¿Por qué llorás, ma?” Y le respondí: “Porque ahora sé lo que sintió mi papá cuando se murió Perón”.

No puede ser. Bruno se levantó y se fue a la plaza, no fui porque tenía los pibes. Y al día siguiente estuvimos los dos en la plaza, no entré (al velorio), pero tuve una satisfacción, en ese abrazo enorme de los miles que éramos empezó, en un momento dado, a sentirse un murmullo muy fuerte. Y nos damos vuelta y vimos que a alguien lo estaban echando de la plaza, era a Julio Cobos.

 

-¿Qué pasó por tu cabeza ante la derrota de 2015?

-La derrota de 2015 me encontró, después de haber fiscalizado todo el día, en la cocina de mi casa, levantando pibes que lloraban. Toda la juventud nos fuimos a mi casa y yo tenía que estar entera, tenía que contenerlos, se supone que soy la conducción de ese espacio. Levantando pibes, Rafael llorando, y fue difícil rearmarse después.

 

-¿Qué visión tenés sobre las causas de corrupción que pesan sobre el gobierno anterior?

-Pienso que hubo un gobierno que hizo muchas cosas, todo lo que había que hacer para reivindicar y dentro de ese gobierno hubo algunos funcionarios corruptos. Lo que no significa que se merezca el rótulo de gobierno corrupto. Pero es la derecha, la derecha siempre dice que el peronismo es corrupto cuando ellos vaciaron al país.

La derecha vacía el país y luego dice que el peronismo es corrupto.

 

Opiniones

Mauricio Macri

Nefasto. Es un incorregible de la realidad política, pero incorregible mal, no los incorregibles de Perón.

Humanamente está mal Macri.

Me gusta

Militar, hablar de política y ver la serie “Peaky Blinders”.

Me divierte

Me fascina bailar, bailo sola, bailo.

Me entristece

La no posibilidad de la inclusión de Donato en el sistema educativo y de otros chicos como él.

Me enoja

Me enoja lo mismo que me entristece y me enoja la traición.

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