Los sorpresivos ruidos del silencio

"El kirchnerismo tiene un atributo histórico que es el de haber pagado las deudas que generaron otros gobiernos". Cristina Fernández de Kirchner
lunes, 29 de noviembre de 2021 · 09:09

Atención pido al silencio y silencio a la atención, es el comienzo de la primera estrofa de los versos de José Hernández al narrar la parte que le faltaba a la historia del Martín Fierro. El silencio de Cristina fue la narrativa de las últimas semanas en torno al posible acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Las redes sociales se inundaron de especulaciones y debates sobre lo que el Gobierno debería hacer en torno a esta espada de Damocles que dejó el Gobierno anterior. “Cristina no está de acuerdo, Cristina no habla, Cristina acorrala a Alberto. Cristina, Cristina”, y dale con Cristina.
Atención pido al silencio y silencio a la atención. Después de tantas elucubraciones sin fundamento, ella se expresó con una carta en la que dejó claro su respaldo al discurso del presidente el pasado 9 de julio, puso en valor la autoridad del jefe máximo del Estado y le pidió a la oposición que se hiciera cargo de sus responsabilidades. Cuando rompe el silencio, hace mucho ruido.
“¿En serio que los mismos y las mismas que trajeron de vuelta el FMI a la Argentina, reiniciando el ciclo trágico de endeudamiento que Néstor Kirchner había clausurado en el año 2005, hoy no se hagan cargo de nada? 
¿En serio que los mismos y las mismas que recorrieron el país y los canales de televisión recitando el mantra ‘hay que quitarle la mayoría a Cristina en el Senado para que el Congreso no sea una escribanía del gobierno’, ahora quieren que ‘Cristina defina si el acuerdo con el FMI está bien o está mal’?”, preguntó la vicepresidenta en la carta publicada en su página web y en su cuenta de Twitter.
La nota fue retuiteada por el presidente Alberto Fernández, el ministro de Economía, Martín Guzmán, y otros integrantes del Gabinete. Y como era previsible, a ciertas figuras del macrismo no les gustó ni un poquito, para no decir que no les gustó nada.
“¡Vamos! ¡Por favor! La política debe dejar de ser solo un show para la televisión”. Una de las frases, de la nota, que sintetiza en pocas palabras la liviandad que adquirió, en estos tiempos, el debate de los temas profundos que afectan al país y su pueblo.
La carta es clara, pero como ya es habitual cada uno la interpreta de acuerdo a su criterio. La manía de “tener razón” se ha transformado en un vicio que obstaculiza la reflexión y el análisis de las diversas temáticas, con una mirada colectiva y enriquecida por cierta objetividad.
Precisamente, Cristina lo plantea en el inicio de su misiva pública.
“Hace ya varias semanas desde los medios de comunicación hegemónicos, los sectores del poder real en la Argentina y, crease o no -según pude leer en letra de molde-, también desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los brokers de Wall Street, se especula con ‘el silencio de la vicepresidenta’ y su posición respecto de un posible acuerdo con el FMI por los 57 mil millones de dólares que pidió el gobierno de Mauricio Macri en el año 2018, de los cuales se alcanzó a desembolsar en menos de un año la bonita suma de 44.500 millones de dólares. 
Se preguntan “¿qué va a hacer Cristina respecto de esta cuestión?”. Solo para reflejar el grado de confusión que se pretende instalar, elijo al azar uno de los titulares que se han publicado: “El FMI, la lapicera de Cristina Kirchner y la disputa que recrudece de Alberto Fernández con la vicepresidenta” (sic). 
Sin embargo, la actitud más curiosa proviene de la coalición opositora que ha ganado, a nivel nacional, las elecciones parlamentarias celebradas el 14 de noviembre pasado. Declaraciones como ‘no vamos a decir nada del acuerdo con el FMI hasta que Cristina no opine’ son moneda corriente en portales, programas de TV y redes sociales”.
“¿Para qué quieren las bancas?”.
En el siguiente párrafo, y en base a las preguntas reflejadas en el párrafo anterior, la vicepresidenta de la Nación concluyó:
“Cuando se busca el voto popular en elecciones libres y sin proscripciones se debe ejercer la responsabilidad de esa representación. Más aún cuando se han ganado las elecciones. ¿O para qué quieren las bancas? ¿Para cobrar la dieta? ¿O tal vez para viajar al exterior con pasajes gratis y viáticos en dólares? ¿Para posicionarse de cara a 2023? 
Debo confesar que no me sorprende la irresponsabilidad política de la oposición”.
¿Para qué quieren las bancas?, una pregunta que, al estilo polémico de Cristina, apuntó directo a la actitud que tuvo la oposición desde el inicio de este gobierno. 
La oposición se negó a todo, se negó a aprobar leyes esenciales, se negó a las vacunas, se negó a colaborar en el peor momento de la pandemia, se negó a acompañar las medidas para el cuidado de la salud y hasta le cargó al gobierno el número de muertos.
Desde la primera semana de asunción de Alberto sonaron las cacerolas. Desde el primer minuto apostaron al fracaso de un gobierno, más allá que guste o no, elegido en forma democrática con el 48% de los votos.
Desde 1983 no se veía una movida de la principal oposición tan deseosa de contrariar el resultado de las urnas.
Por si fuera poco, llegó la pandemia.

Las leyes y las responsabilidades
Antes de la pandemia y Cristina lo recuerda en su carta “el 11 de noviembre de 2020 el Poder Ejecutivo Nacional envió al Senado de la Nación el Proyecto de Ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública. Excelente iniciativa que tuvo como objetivo principal evitar que pudiera repetirse en la historia argentina una experiencia similar a la del gobierno de Mauricio Macri, que nos endeudó en apenas un instante de forma extraordinaria, exorbitante e insostenible sin pasar por el Congreso de la Nación. 
El proyecto disponía que “todo el programa de financiamiento y operación de crédito público realizados con el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como también cualquier ampliación de los montos de esos programas u operaciones, requerirá de una ley del Honorable Congreso de la Nación que lo apruebe expresamente”.
El Senado de la Nación la aprobó con 65 votos favorables y una abstención. La Cámara de Diputados no se quedó atrás. Con fecha 11 de febrero de 2021 la convirtió en ley -bajo el número 27.612- con 233 votos afirmativos, 2 votos negativos y 2 abstenciones. 
“Como se podrá observar, surge a simple vista que la totalidad de las fuerzas políticas de ambas coaliciones asumió la responsabilidad de decidir si se aprueba o no, lo que el Poder Ejecutivo negocie y acuerde con el FMI. Todo ello sin perjuicio de que es el titular del Poder Ejecutivo quien lleva adelante las negociaciones en ejercicio de su responsabilidad constitucional en esta materia.
Vale la pena aquí parafrasear y corregir el título al que hiciéramos mención al comienzo de este texto: la lapicera no la tiene Cristina; siempre la tuvo, la tiene y la tendrá el presidente de la Nación. Y no lo digo yo, lo dice la Constitución Nacional. Que a nadie lo engañen sobre quién decide las políticas en la Argentina”.
Lo dice la Constitución, mensaje a los republicanos.

La situación actual
Seguidamente expresó que “Argentina, como el resto del mundo, fue y sigue atravesada por la pandemia y los riesgos de una mutación y retorno permanentes. Nuestro país, además, tiene el peso inédito de una deuda también inédita con el FMI. Es un momento histórico de extrema gravedad y la definición que se adopte y se apruebe puede llegar a constituir el más auténtico y verdadero cepo del que se tenga memoria para el desarrollo y el crecimiento con inclusión social de nuestro país.
Nadie está hablando de desconocer deudas. Creo que el kirchnerismo tiene un atributo histórico que es el de haber pagado las deudas que generaron otros gobiernos. Basta recordar una vez más la cancelación de la deuda con el FMI llevada a cabo por Néstor Kirchner, así como también la reestructuración de deuda llevada a cabo en 2005 y en 2010 con acreedores privados, con la quita más grande de capital e intereses de la que se tenga memoria”.
Deja claro, Cristina, que la deuda de alguna forma se tiene que pagar. El peronismo siempre pagó las deudas. 
Aquí vale recordar que, en 2001, tras la renuncia de Fernando de la Rúa, asumió Adolfo Rodríguez Saá. El puntano anunció ante la asamblea legislativa que “no se iba a pagar la deuda”. Todos y todas lo aplaudieron, pero a la semana lo echaron y los propios y ajenos le retiraron el apoyo.


Aval al discurso del presidente
Luego de recordar su trayectoria en la política y reforzar la función que tendrá el Congreso en el posible acuerdo con el FMI, Cristina remarcó su coincidencia plena con el discurso de Alberto el pasado 9 de julio. 
“Comparto plenamente el discurso del presidente de la Nación del pasado 9 de julio en la conmemoración de la gesta de la Independencia en la Casa de Tucumán. En esa oportunidad, Alberto dijo:
“Todos los días peleo porque la Argentina se ponga de pie, y todos los días peleo contra los que quieren ver de adentro a la Argentina arrodillada. Y no paro, y sigo, y acordamos con los acreedores privados, estamos negociando con el Fondo. ¿La Argentina sabe que este año, de acá a fin de año, tenemos compromisos por casi 5 mil millones de dólares que afrontar con el Fondo, tomado por un gobierno que asumió ese compromiso hace dos años atrás? ¿La Argentina lo sabe? Y además me reclaman que arregle rápido. Mi modelo no está en los que mandan balas de goma a Bolivia. Mi modelo sigue siendo San Martín, Güemes y Belgrano. Nunca esperen de mí que firme algo que arruine la vida del pueblo argentino, nunca, nunca. Y espero que me entiendan, porque si alguien espera que yo claudique ante los acreedores o que claudique ante un laboratorio, se equivoca. No lo voy a hacer. Antes me voy a mi casa, porque no tendría realmente cara para entrar en esa sala si hiciera algo semejante”.
Cristina habló. Como decía José Hernández en sus versos: “Atención pido al silencio y silencio a la atención, que voy en esta ocasión, si me ayuda la memoria, a mostrarles que a mi historia le faltaba lo mejor”.
Falta lo mejor.
 

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