El tren fantasma, la niebla y la claridad
A cuarenta años de esta democracia que supimos conseguir, con muchas penurias siguen estando. Lo escribí hace más de tres años, cuando nos invadió el virus, el octavo pasajero de la nave de los siete pecados capitales, y salieron a la calle para desestabilizar.
Sí, todavía están, existen, no se dan por vencidos, no resignan sus privilegios. Se creen dueños de todo. Dueños de la vida y de la muerte. Están, se pasean ostentosos por los pasillos de la antesala al infierno. Falsifican la verdad, manejan los botones del mercado, presionan a los poderes de la democracia.
Están con sus trajes hechos a la medida de sus ambiciones, cavando la grieta.
El hoyo negro que encierra en su interior a los históricos enemigos del país y del pueblo.
Esa grieta, reducida a un agujero oscuro con personajes siniestros manejando los vagones del tren fantasma.
Cuarenta años de democracia, y todavía nos envuelve la bruma de un extenso y kilométrico túnel que tiene pasajes oscuros y claros, tormentosos y soleados, con tramos en tierra firme y con tramos cercanos al precipicio. Y de pronto, cuando se asoma una luz de esperanza, la niebla.
¡Qué extraño es vagar en la niebla! Ningún hombre conoce al otro”, escribió Herman Hesse. Y así andamos; respiramos, ejercitamos nuestras piernas, avanzamos, nos detenemos, sufrimos, reímos, descansamos, sobrevivimos; vagando en la niebla.
Esa niebla que nos impide reconocernos. Tal vez la grieta, prefabricada por los adictos al poder, sea nada más que la bruma lanzada a diestra y siniestra por algún dron para confundir nuestra capacidad de pensar. La grieta que nos convierte en vagabundos de la niebla.
La grieta que nos impide darnos cuenta de que a pocos metros puede estar el Paraíso o el Infierno. El cielo o el fondo del abismo. El éxito o el fracaso. La cima o la ladera.
En ese escenario siempre aparece alguien que intenta borrar la memoria, vaciar la mente de todo contenido, limpiar la pizarra de la historia. Tabula rasa.
Con pena y olvidos
"Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver, no habrá más penas ni olvido", tango escrito por Lepera que dio título a una novela de Osvaldo Soriano.
La semana que pasó dio pena. El candidato a presidente, segundo en las elecciones y rumbo al balotaje, dejó de lado su eslogan, sus dichos, sus ejes de campaña. Olvidó todo, bajo las “sábanas” de algún tren fantasma de “salames”, según expresó en una entrevista televisiva lastimosa.
El guerrero contra la “casta”, el vendedor de un país distinto “sin los mismos de siempre”, el autodefinido “rey de la motosierra”, el Terminator del sistema, tardó unas pocas horas en vaciar su mente y someterse, sin ningún tapujo, a los enemigos que decía combatir.
Se terminaron los cánticos: “que se vayan todos”, “la casta tiene miedo”, “se viene el estallido” y las críticas a radicales y a Cambiemos.
El estallido le explotó en sus manos la misma noche del domingo. De un plumazo, Patricia dejó de ser una “montonera asesina” para ser un patito amoroso. La libertad se transformó en esclavitud en un abrir y cerrar de ojos, tal como decía el lema de Gran Hermano en la novela “1984”, de George Orwell.
Lo más penoso es que, con casi un 30% de votos, entregó sus principios, si los tenía, a un personaje que jugó de atrás y mandó al cadalso a los propios. Es la política, pueden pensar algunos opinadores. “La palabra política se ha manoseado tanto que significa todo y no significa nada”, decía Galeano.
Es la política de la antipolítica. El terreno donde todo vale: la crueldad, la hipocresía, la impunidad. El engaño a los votantes, con una diferencia, esta vez se mostró antes de las elecciones en segunda vuelta.
No sé qué pasó por la mente y las raras emociones de Javier Milei para rematar sus votos a otro postor en pocas horas. Grave error del candidato, para mí. Eso quedará para especialistas en Psicología o Psiquiatría.
Pero está claro que vaciaron la mente y el vaso.
El vaso medio lleno
Entre tanta pena y olvido, entre la niebla y los carritos del tren fantasma se asoma una claridad. Hay una parte del vaso de la democracia medio lleno. La recuperación de un partido con más de cien años de historia es una buena noticia.
El radicalismo, que fue alejado del protagonismo por un partido sin historia, vuelve a ponerse de pie. La actitud individualista, antinacionalista y alejada de la ética de Mauricio Macri disparó el rechazo del Comité Nacional de la UCR y de la gran mayoría de sus aliados de Juntos por el Cambio. Y, también, de dirigentes que creyeron en Milei y están decepcionados.
La democracia necesita de partidos fuertes, que vuelvan a recoger las banderas de sus orígenes nacionales y populares.
Los liderazgos asociados a intereses foráneos y a beneficiar a un sector privilegiado muy minoritario no representan la identidad del país. La democracia fue recuperada a través de la lucha de años de los sectores populares, con una causa bien marcada: recuperar la República, respeto a la Constitución, defensa de los derechos humanos.
Una causa que adhirió a los conceptos de soberanía, justicia social, salud y educación gratuita, protección a los trabajadores, a los jubilados, a la industria nacional, a las Pymes, a nuestras Malvinas, a las diversidades, al Estado presente, al Nunca Más, entre tantas políticas.
Una causa que bregó por la libertad y pagó un alto costo con desaparecidos, muertos, bebés robados, exiliados, corralitos, corralones, deudas privatizadas, sometimientos al Fondo, ajustes, pobreza, etc.
Parte de la dirigencia de todos los sectores tienen su cuota de culpa. No hay duda. También hubo fallas en los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Sin embargo, no podemos olvidar que los golpes económicos estuvieron a la orden del día desde el regreso de la democracia hasta hoy. Todavía no se le pudo poner el cascabel al gato, ese que se maneja en las sombras y no tanto, ese que juega con la especulación y se cree dueño de todo.
Ese poder que maneja el carrito del tren fantasma y nos empuja al precipicio.
Los que están con sus trajes hechos a la medida de sus ambiciones, cavando la grieta.
Ese hoyo negro que encierra en su interior a los históricos enemigos del país y del pueblo.
Hoy tenemos la oportunidad de darles una sorpresa. Tenemos la ocasión de expresarles, con el voto, nuestro deseo de salir de la niebla y buscar la luz con la unidad de todos los argentinos y argentinas que amamos el país y la democracia en paz.
¡Sea eterna la democracia que supimos conseguir!
Clasificados
?“Que los 40 años de democracia sean apenas el preámbulo de una construcción democrática sostenida, colectiva, plural, diversa, que nos debe regir, sin ningún tipo de dudas. A 40 años decimos más democracia, mejor democracia, solo democracia es posible en Argentina”.
Martín Gill, intendente de Villa María
“Me sentí muy emocionado y estoy muy agradecido a la gente que estuvo desde un primer momento. A la gente que se fue sumando, eternamente le voy a estar agradecido; son cosas que no me voy a olvidar nunca en mi vida”.
Ignacio Tagni, intendente electo de Villa Nueva
“Nosotros tenemos que tener incorporado, todos los cabralenses y quienes vengan a Cabral, ese ADN que nos tiene que identificar: la solidaridad, el trabajo, la actitud, el no caernos, la unidad, porque va a haber tiempos difíciles en todo momento, pero si nosotros estamos mentalizados de esa forma va a ser mucho más fácil salir adelante”.
Pablo Alcalino, intendente de Arroyo Cabral
"La acusación del ingeniero Macri a la Unión Cívica Radical, de haber transado en contra de los intereses de los argentinos, constituye una ofensa inclasificable por parte de un expresidente a quien nuestro partido sostuvo con lealtad durante los cuatro años de su Gobierno".
Párrafo de un comunicado del Comité Nacional de la UCR
“Me parece que viene una etapa nueva y Massa es capaz de estar al frente de la convocatoria a quienes confiaban en distintas fuerzas políticas, como quienes confiaban en los valores de Juan Schiaretti en Córdoba o quienes fueron a buscar al cuarto oscuro la boleta de Miriam Bregman. A todos se los está convocando a ser parte de esta unidad nacional que fije las bases del desarrollo del país, con inclusión social, con trabajo y oportunidades para todos”.
Victoria Tolosa Paz, ministra de Desarrollo Social de la Nación, durante su visita a Villa María