HISTORIA Y REALIDAD
A propósito de Alberdi...
En febrero de 1848, ya el periodista y abogado tucumano advertía sobre el riesgo del avance de Estados Unidos hacia América del Sur y lo cuestionaba. Una mirada diferente a la que hoy buscan distorsionarEscribe: Marcelo Castro
* ESPECIAL PARA EL DIARIO
En estos tiempos en que se cita asiduamente a Juan Bautista Alberdi, de cuyo magnánimo trabajo -hoy revalorizado- transformó su libro “Las bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”, en una especie de Biblia -vaya que lo es-, pocos ahondan en el verdadero y profundo pensamiento alberdiano.
Es que el periodista y abogado tucumano, otrora perseguido y maltratado, tenía una particular y fundada visión en política exterior, la que a todas luces hoy se encuentra más vigente que nunca.
Instalado en Valparaíso, Chile, ya recibido en leyes, se asoció con Exquerra y Rodríguez para darle vida al diario El Comercio, de tendencia “independentista”.
Es febrero de 1848, Alberdi publica en El Comercio artículos referidos a la independencia económica y política de los pueblos de América del Sur. Vislumbra con “ojo de lince”, el avance constante y decidido de Estados Unidos sobre la América del Sur; por necesidad imperiosa o por estrategia de expansión, busca avanzar desde ese entonces sobre los recursos naturales. Hace 176 años cuando Alberdi lo expuso y hoy es una realidad.
Al respecto, enuncio verdades tales como:
- Los Estados Unidos no pelean por glorias ni laureles, pelean por ventajas.
- Buscan permanentemente mercados.
- Los Estados Unidos quieren espacios en el sur.
- El principio político de los Estados Unidos es expansivo y conquistador, tal conquista es por agregación.
- Además conquista mercados, aduanas y tarifas.
- Cuenta para ello con una bandera irresistible: “La de la libertad y la riqueza”.
Parece que los hubiera escrito hoy.
Alberdi analiza la famosa, vigente e inocente Doctrina Monroe, proclamada por James Monroe, “América para los americanos”; muchos podrían haber pensado en una invitación hecha a los países del continente a cerrar filas, en pie de igualdad, frente a las potencias europeas, como España, Francia e Inglaterra. Sin embargo, fueron pocos los que advirtieron que aquella máxima escondía -como los europeos- pretensiones imperialistas.
El discurso americanista de Monroe poco tenía que ver con el discurso americanista que levantaban los patriotas del sur.
Al respecto el periodista y doctor Alberdi expresó: “Entre la anexión colonial de Sudamérica a una nación de Europa, y la anexión no colonial a los Estados Unidos, ¿cuál es la diferencia? ¿Cuál es la preferible para Sudamérica?... Ninguna”. Es decir, ni monroísmo, ni Santa Alianza, y da razones: …“Así, la anexión colonial a Europa es la conservación de la raza y la especie, con la pérdida de la libertad; en tanto la anexión a Estados Unidos es la pérdida de la raza y del ser, con la adquisición de la libertad… para otros, bien entendido, no para los nuestros”.
Continuaba: “Entre las dos anexiones elija el diablo: si estos tres ejemplos -Texas, Nuevo México, California- no bastan a convencer a los sudamericanos que el monroísmo es la conquista, su credulidad no tiene cura y su desaparición como raza es su destino fatal… ¿qué es entonces la Doctrina Monroe -esgrimía el Doctor Alberdi-? Es la doctrina de un egoísmo que se expresa por su mismo nombre, casualmente: Mon-Roer, es decir, mi comida, mi alimento, mi pitanza”.
Este era el ideal de americanismo alberdiano que difería mucho del americanismo monroísta o bien del americanismo que nos intentan imponer los libertarios recién llegados al poder.
Para ello Alberdi avanzó con una originalidad pasmosa mediante la fijación de las bases para “un derecho latinoamericano” que, aunque no se esquematizo en todos sus puntos, como lo haría más tarde Alejandro Álvarez, no puede negarse su prioridad intelectual.
Este panamericanismo de Alberdi fue guiado siempre por el principio de la unión con Europa y para ello debía “quitarse el velo” de esa falsa prerrogativa expresada por Monroe de América para los americanos, lo que en realidad expresaba esa máxima triste para los pueblos latinoamericanos era América para los norteamericanos.
Alberdi veía como una alternativa a Europa, ya que las potencias europeas habían dejado de ser un peligro militar y de expansión en ese sentido, en contra de las jóvenes repúblicas latinoamericanas.
Más elegantemente la Doctrina Monroe era para Alberdi “una simple política de circunstancia que había perdido todo interés al extinguirse el colonialismo en América”, señala con gran tino la contradicción de la política exterior estadounidense, ya que mientras, por un lado, protestaba contra la política colonialista de la Santa Alianza; por otro lado, anexaba territorios mexicanos, añoraba poseer Alaska y la isla de Cuba.
Desestimó, pues, Alberdi que dicha doctrina tuviera verdadera fuerza en Latinoamérica, ya que arrogarse el rol de protector atentaría contra el equilibrio americano.
Entonces ¿cómo detener la fraternal conquista?: es difícil concebirlo, porque la América del Norte es más poderosa que la América del Sur, expresaba en esos años Alberdi, instalado en Chile. A esta civilización invasora (hoy mercado y tecnología mediante, recursos militares, prensa que no informa la realidad, sino que la crea, jueces y fiscales permeables a los poderes económicos, tanto como los legisladores, etcétera) Alberdi se oponía y defiende a todas luces la soberanía de las repúblicas americanas, percibiendo desde ese entonces a Estados Unidos como un neocolonizador por la vía de la hegemonía comercial -afirmando: “Para ellos es una alta operación mercantil, en México buscan espacio, tierras y mercados”.
Con esta clara postura antimonroísta también critica la sumisión mexicana y el silencio de las hermanas; culmina diciendo “que La América del Sur no tiene antagonista más temible que la América del Norte”.
El ilustre tucumano calificaba a la doctrina Monroe “como la intervención de la intervención, es decir dos veces interventora: pero ¿en qué interés intervenía? En el suyo propio, en el de explotar y anexar los países que aparentaba proteger contra el despotismo extranjero”. Revolución Fundamental EP t. IV, pág. 618.
Alberdi formulaba: “Sé que nuestros países no podrán forjar jamás una federación como la que componen los Estados Unidos, pero también sé que nuestra situación territorial, nuestras analogías, nuestro pasado, nos llaman a un sistema de relaciones mutuas”.
No obstante, de nada vale aliarse con la debilidad, las alianzas se hacen para buscar fuerza y poder. ¿qué hacer entonces para detener la fraternal conquista del país del norte? Fortalecer el Mercosur y ampliarlo, hacer una alianza comercial con toda Latinoamérica, es decir todos aquellos pueblos que se sitúan en los territorios al sur del río Bravo; y fundamentalmente mirar a Europa por origen, costumbres, idiosincrasia, de donde confluyeron y construyeron esta gran nación entre pueblos originarios e inmigrantes, para ello es necesario levantar ese estandarte de “libertad de elegir con quién asociarnos”, evitar el “saqueo de nuestros recursos naturales” y cualquier tipo de “anexión o secesión territorial”, impedir una “democracia vigilada” y bajo ningún punto de vista someternos y resignarnos a elegir la libertad colonizadora tal como lo expresara Juan Bautista Alberdi.
Fuentes:
- Manuel Salvat Monguillot - Academia Chilena de Historia.
- Revolución Fundamental EP t. IV, pág. 618.
- Juan Bautista Alberdi - Autobiografía, la Evolución de su Pensamiento. W. M. Jakson pp 95/96.
- Juan Bautista Alberdi, postumus VII, pág. 122-23, en Milsiades Peña, Alberdi, Sarmiento, el 90, Buenos Aires, fichas 1975.
* Abogado, profesor