Acerca de “La Noche de los lápices”

No debemos olvidar

En vísperas de la conmemoración del día en que la última dictadura se apoderó de la vida de jóvenes estudiantes, APDH y UEPC invitan a hacer memoria y reflexionar
sábado, 14 de septiembre de 2019 · 10:00

“La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será. Para no ser mudos, hay que empezar por no ser sordos”.

Eduardo Galeano

 

El 16 de septiembre se estableció como fecha en conmemoración de “La Noche de los lápices” y quedó incorporado al calendario escolar. En vísperas de esta fecha, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y Unión de Educadores, ambas instituciones de Villa María, invitan construir memoria, recordando los hechos ocurridos en esa fecha, buscando recordar el suceso y analizar la historia, provocarla con una mirada de política desde los derechos humanos, para retomar ese camino de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Le estamos sacando jirones a la historia para saber qué pasó ese día, cuando un grupo de trastornados genocidas, amparados en la impunidad, cometieron tan aberrante episodio.

Los años 60 y 70 fueron marcados por una intensa dinámica de lucha de clases en el mundo, como la Revolución Cubana, la Revolución Rusa, el Mayo Francés, la Primavera de Praga, que tuvieron repercusión en nuestro continente; la juventud secundaria y universitaria confluyeron con el movimiento obrero, en el Cordobazo, el Viborazo y el Rosariazo, que mutilaron al gobierno de facto de Onganía, otro golpista, que irrumpió el proceso democrático liderado por el  doctor Arturo Illia, quien fue destituido por el golpe de 1966.

En una nueva dictadura militar tras el derrocamiento de Isabel Perón, más precisamente el 16 de septiembre de 1976, a 43 años de ese episodio violento y cruento, cuando un grupo de adolescentes de secundaria se manifestaba a favor del Boleto Estudiantil en la ciudad de La Plata, varios de sus integrantes fueron secuestrados, por la Policía bonaerense y el Batallón 601 del Ejército. Uno de los jefes de la represión fue Ramón Juan Alberto Camps, militar perteneciente al Ejército Argentino, que alcanzó el grado de general de brigada. Con el advenimiento de la democracia fue condenado por crímenes de lesa humanidad, a prisión y a destitución de su grado.

 

Uno por uno

Los estudiantes eran: Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Angel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler.

Estos jóvenes fueron sometidos a torturas y vejámenes en distintos centros clandestinos, entre ellos el Pozo de Arana, el Pozo de Banfield, la Brigada de Investigaciones de Quilmes y la Brigada de Avellaneda. Seis de ellos continúan desaparecidos (Francisco, María Claudia, Claudio, Horacio Daniel y María Clara) y solo cuatro pudieron sobrevivir: Pablo Díaz, Gustavo Calotti, Emilce Moler y Patricia Miranda”, y lograron su libertad entre 1978 y 1980.

 

Construir memoria

Intentamos construir memoria en el presente; no solo pretendemos no olvidar el pasado. Estamos alimentando la memoria para que la sociedad tome conciencia de que lo ocurrido fue un hecho real y de esa manera desbloquear el subconsciente, para que todos asumamos el compromiso de Nunca Más a la tiranía y de gobiernos pseudodemocráticos, que apelan a formas de represión vulnerando los derechos y la dignidad de las personas.

Las movilizaciones de trabajadores y estudiantes reclamando sus derechos continuarán profundizando las huellas. De ninguna manera debemos permitir que la libertad de expresarse y de reclamar los derechos sea conculcada, frente a las únicas respuestas que esgrime el Estado actual, que son violentas e impunes. Tenemos que estar preparados para evitar atropellos y violaciones al Estado de Derecho consagrado en nuestra Constitución.

Momentos históricos vive Argentina; tiempos vacíos, tiempos sin respuestas, tiempos sin República, tiempos sin Justicia, tiempos para recordar ese fatal suceso que manchó de sangre al país y a las generaciones futuras, pero también tiempos para profundizar la huella de nuestros muertos y mártires.

Paulo Freire afirmaba: “Yo no me libero, yo no te libero, nos liberamos en comunión”. Y unidos para que esa energía del encuentro democrático y republicano nos permita seguir cimentando el camino de la libertad, que nos permita pensar, decir, andar y conquistar derechos. La práctica es aferrarse a la esperanza como herramienta de paz, para defender los derechos consagrados en nuestra Constitución y en las normas internacionales.

Prof. Elvio Omar Toscano

 

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