Cartas - Opiniones - Debates - Los lectores también escriben

“Al final, los ‘gilles’ somos nosotros”

miércoles, 8 de enero de 2020 · 12:00

Habiendo pasado unos días de analizar la decisión adoptada por el intendente Martín Gill de aceptar un cargo en el Gabinete nacional, convalidada por la mayoría propia en el Concejo Deliberante (los siete concejales votaron a favor) y por la minoría opositora (los cinco concejales se abstuvieron de votar), creo que vale la pena detenernos a analizar, en primer lugar qué es lo que dice el ordenamiento vigente sobre el supuesto y, en segundo lugar ciertos aspectos de lo sucedido.

¿Qué dice la Carta Orgánica Municipal (COM)?

Establece que una de las funciones del Concejo Deliberante es acordar o denegar licencias al intendente (Art. 105 inc. 4).

Al tratar la situación de acefalía (etimológicamente, inexistencia de cabeza), es decir, ausencia del intendente, en su artículo 125 la COM establece el orden de sucesión (por ello asumió como intendente Carlos De Falco, presidente del Concejo Deliberante) y distingue dos tipos de impedimentos para ejercer funciones:

- Temporarios: en ese caso el intendente será remplazado hasta el cese del impedimento.

- Permanentes: donde se dan dos posibilidades, una, si resta menos de un año para concluir el mandato se sucede conforme el orden establecido; y dos, si falta más de un año para finalizarlo debe convocarse a elecciones.

Específicamente el artículo establece: "Todo impedimento temporario que supere los 180 días corridos será considerado permanente". Es por ello que el término de la licencia solicitada por Gill no excede este plazo. No contraría la norma, pero actúa al límite de ella. La conducta adoptada por él y sus concejales es, como mínimo, opinable.

 

Traición al mandato popular

Es claro que Martín Gill fue elegido por los villamarienses para guiar los destinos de la ciudad por el lapso de cuatro años. Su campaña estuvo basada en dos ejes: uno, lo hecho por el peronismo en los 20 años que han pasado en el gobierno, centrándose en los cuatro años de gestión propia; y segundo, su gran amor por la ciudad y sus "ganas de ser intendente".

Una de sus publicidades comenzaba: "¿Por qué quiero volver a ser intendente? Porque amo esta ciudad y creo que aún queda mucho por hacer...". Es por eso que claramente ha traicionado la voluntad del pueblo villamariense, dejando de lado el bienestar de la ciudad que se vanaglorió de defender, para dar lugar a sus ambiciones personales (sabe que no podrá ser reelegido en 2023 y ya piensa en una eventual candidatura a gobernador o vice).

La oposición habla para la tribuna. Los cinco concejales de la oposición se pronunciaron en contra de la licencia del intendente, no obstante a la hora de votar en contra se abstuvieron. Es decir, prescindieron de ejercer su derecho a votar, dejaron que decida el oficialismo solo.

En principio diría que me cuesta muchísimo entender esa posición, no obstante, rascando un poquito más hondo, no es extraño, ninguno de los cinco concejales opositores es un posible futuro intendente, por lo cual les interesa más "cuidar su quintita", su banca, ver si "enganchan algún negocio" en complicidad con el oficialismo y listo, con eso les alcanza para sobrevivir.

“A Villa María le conviene que Gill se vaya porque van a venir obras”, es un argumento sostenido por lo bajo por todos los partidarios de Gill. Pongamos blanco sobre negro: a Villa María le conviene porque va a direccionar obras para la ciudad. No solo traiciona el mandato popular de los villamarienses que lo eligieron como intendente, sino que puesto a administrar fondos nacionales va a direccionarlos para su ciudad, o sea, va a traicionar a todos los argentinos.

Sin dudas que quiero profundamente que Villa María crezca y sea una ciudad cada vez mejor, no estoy en contra del desarrollo ni de las obras, pero es claro que si lo que dicen es verdad, lo de Martín Gill es moralmente impresentable.

La dirigencia política cada vez tiene menos en miras el bienestar colectivo y más el bienestar individual, no es ninguna novedad. Es por ello que no debería extrañarnos que nuestros dirigentes vayan allí donde creen que les conviene por sobre cualquier otro motivo (en este caso haber sido electo para gobernar la ciudad).

La discusión legal debería quedar a un lado. No digo que no sea importante si se viola o no se viola la COM, todo lo contrario, es muy importante que el máximo ordenamiento legal local se respete. El problema es que tanto los argumentos a favor y en contra se centraron en analizar si se violaba o no la COM, cuando el principal análisis debería ser ético y moral, la pregunta es: ¿corresponde que alguien que fue electo por cuatro años para una función (más aún considerando la relevancia regional y provincial de nuestra ciudad) se tome medio año de licencia habiendo pasado tres semanas desde que asumió? Creo que la respuesta es clara.

Cuando acabe la licencia otorgada a Gill habrán pasado unos 200 días desde su asunción, habiendo ejercido el cargo de intendente unos 20 (con Navidad y Año Nuevo al medio), con lo cual el 90% de ese tiempo lo habrá pasado de licencia, sin ser intendente, el cargo para el que fue votado.

Desde mucho antes que solicitara la licencia al Concejo y de que comunicara oficialmente su intención de asumir el cargo en el Gobierno nacional, ya se sabía que iba a hacer eso, no obstante oficialmente se decía que "lo estaba evaluando". Me pregunto: ¿con qué necesidad? ¿Tan poco honestos y claros van a ser con sus gobernados?

 

Revocatoria popular

Se discutió también si se debería o no llamar a elecciones. La oposición sostuvo violaciones a la COM y varias cosas más. Teniendo la cantidad enorme de militantes, algunos de los cuales son bien pagos, y estando tan indignados por la gravedad de la situación ¿por qué no intentar una revocatoria popular? (Arts. 209 a 213 de la COM).

¿Que es la revocatoria? Básicamente se trata de la posibilidad de decidir revocarle el mandato a cualquier funcionario electo. Se necesita la firma del 10% de los electores del padrón electoral de la última elección para iniciar el procedimiento. Posteriormente se somete a votación de toda la población. 

Habiendo ganado las elecciones por un margen tan amplio, con la oposición dividida en gran medida por la payasada del candidato de la UCR de cortarse solo, es claro que el oficialismo se siente invencible, invulnerable y omnipotente. Cree poder hacer lo que quiera sin consecuencia alguna, y para peor, ello se ve legitimado por una muy tibia oposición que no tiene ningún líder claro y que muchas veces acompaña las decisiones del oficialismo.

Como siempre, cada vez que escribo algo y elijo compartirlo, lejos de ser un intento de brindar un punto de vista concluyente, es una invitación a pensar y a elegir: ¿pretendemos vivir mejor gracias a una eficiente gestión de quienes integran nuestra clase política o nos contentaremos con lograr vivir mejor a pesar de ellos?

Agradezco cualquier crítica, aporte o consulta que alguien quiera hacerme llegar, creo que esto no se trata de tener razón, sino de lograr pensar y analizar cada vez mejor.

 

Leandro G. Torti

excandidato a concejal por el partido SUMA

0%
Satisfacción
20%
Esperanza
80%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
0%
Indiferencia

Comentarios