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El aprender en la infancia

domingo, 8 de noviembre de 2020 · 08:46

“El aprendizaje es un proceso que sólo tiene sentido ante situaciones de cambio. Por eso, aprender es en parte saber adaptarse a esas novedades”. (Jean Piaget)

Hablar de aprendizajes implica reflexionar y adoptar posiciones sobre lo que cada uno conoce por lo que es “aprender”. Muchos han sido los autores que definen el aprendizaje desde líneas conductistas a constructivistas, desde la epistemología hasta la psicología genética de Piaget, el psicoanálisis, la psicología educacional, entre otros. Un sinfín de definiciones fue construyendo en la representación social el significado de “aprender”.

En tiempos de COVID-19, en donde las aulas están vacías y el aprender sucede en casa, es habitual escuchar afirmaciones como: “No están aprendiendo nada...”, “nos les dan contenido para aprender...”, “van a pasar al próximo grado sin saber nada...”, “perderán un año...”. Hoy el aprender o no aprender es un tema común en el debate popular.

¿Qué es aprender? ¿Se aprende solo en aulas? ¿El aprendizaje siempre tiene que suceder entre reglamentaciones y contenidos obligatorios? ¿Se pierden años de aprendizaje? Si no están aprendiendo, ¿qué están haciendo en estos días de confinamiento?

Intentando buscar respuestas y palabras apropiadas para responder las afirmaciones anteriores, sonó en mi playlist “A primera vista”. Abel Pintos y Pedro Aznar cantan “...cuando me llamó, allá fui; cuando el ojo brillo, entendí, y cuando me crecieron alas, volé...”. Frase que motivó pensar en el aprendizaje desde un lugar más simple, más poético, más necesario para los tiempos que corren. Tal vez, el aprender tiene mucho que ver con lo cotidiano, con lo que motiva, con lo que despierta el deseo, con lo que produce curiosidad y mantiene la atención firme.

Un niño aprende desde su nacimiento. Aprende a llorar cuando necesita alimentarse, que lo cambien o que lo sostengan y lo mimen, aprende a usar chupete para calmarse si aún no es el momento de comer o para aplacar algún berrinche, aprende a sentarse, aprende los códigos de convivencia con su familia, aprende a jugar con otros y compartir, aprende a pararse y caminar, aprende sus primeras palabras para pedir, nombrar y llamar la atención, aprende a comer solito, aprende a estar sin mamá y papá para quedarse con la abuela, en el jardín o la escuela, aprende a dibujar y usar colores, a escribir, a sumar, a comportarse según las normas sociales. Pero siempre está aprendiendo.

Hoy los niños también están aprendiendo, no serán todos los contenidos escolares que estaban previstos y planificados, pero están aprendiendo de valores al compartir momentos en familia, al festejar el encuentro por Zoom con algún familiar o amigo querido al que extrañan; están aprendiendo de empatía al acompañar algunos momentos familiares; están aprendiendo de números cuando oficializan de ayudante de cocina en alguna receta o cuando juegan a algún juego de mesa; están aprendiendo de rutinas cotidianas cuando deben respetar horarios para dormir, para cenar, para hacer tareas o conectarse con la “seño” virtualmente; están aprendiendo de tolerancia cuando esperan que mamá o papá terminen el home office para atenderlos y jugar.

El aprendizaje sucede, como afirman muchos autores, cuando se acompañan los procesos, cuando se estimula el logro de nuevos desafíos, cuando se asiste sin anular. El aprendizaje es un complejo proceso de construcción y reconstrucción de conocimientos, de transformación y apropiación de las novedades del mundo exterior; implica un trabajo psíquico que dará lugar a la adquisición de nuevas estructuras más complejas y completas.

El aprender sucede como dice el verso de la canción, de a pasitos, y en todos los ámbitos. Hoy los adultos tenemos la posibilidad de seguir aprendiendo de la infancia, porque es fácil aprender de ellos, solo basta, como dice la canción... “llamarlos”, para ver una peli, hacer la tarea, jugar, armar un rompecabezas, pasear en la plaza y ahí estarán, “prestarle atención al brillo de sus ojos” para descubrir que están aprendiendo al hacer una torta, al jugar a la pelota o al andar en bici sin rueditas, y por fin habremos acompañado el mágico momento de ver cuando les “crezcan alas para volar solos”, porque habrá crecido un poco más cuando logró caminar de tu mano, cuando aprendió una nueva palabra en tu compañía, cuando durmió por primera vez en su cama y estabas aplaudiendo su logro, cuando se cayó de trepar un árbol y ayudaste a que se levantara.

El aprendizaje escolar y sistemático es muy importante y volverá a suceder, como volverán las plazas, los juegos, las visitas, los amigos y los encuentros, pero hoy tenemos la oportunidad para reflexionar sobre nuevas modalidades escolares, imaginando escuelas preparadas para grupos heterogéneos, aulas abiertas a nuevas formas de transmitir conocimiento, maestros creativos dispuestos a aprender y compartir saberes con sus alumnos. Los invito como en todos nuestros encuentros a reflexionar sobre el “aprender” y a pensar que es mejor vivir con un “te acuerdas”, que con un “te imaginas”.

Disfrutemos este tiempo donde el aprender sucede en casa.

Zoe Zuin

Lic. en Psicopedagogía - Dip. en Neuroeducación

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