Sopla una brisa, pero no se sabe si podrá contra el “remolino de odio”

Escribe: Carlos A. Bertoglio * / ESPECIAL PARA EL DIARIO / Desde Estados Unidos

Son horas extrañas las que se viven en este país: extrañas y felices. Joe Biden ha sido confirmado como el próximo presidente de los Estados Unidos y la sensación entre muchos de los que hemos vivido los últimos cuatro años aquí es de alivio. Un alivio pasajero, es cierto, pero alivio al fin.

Las miradas cómplices y las sonrisas escondidas tras los barbijos así lo certifican. La verdadera libertad (que en este país se entiende erróneamente como un artículo de exportación) es justamente aquella de poder ser quien uno es, de poder expresarse sin miedos, de poder encontrarse en el otro, aún en el disenso, de poder ser parte integral de la construcción de una sociedad que abrace la diversidad como la más preciada de sus riquezas. Sin dudas, todo ello está lejos de ser una realidad (así en los Estados Unidos como en la Argentina y en buena parte del mundo), pero la brisa electoral de estos últimos días nos permite visualizar este sueño con unos gramos más de esperanza.

El remolino de odio que durante estos años sistemáticamente ha bajado desde la Casa Blanca atravesando y emponzoñando a toda la sociedad parece tener los días contados, aunque, como todo mal sueño, se resista a desvanecerse del todo y nos deje sumidos en un extraño sentimiento de confusión y perplejidad.

¿Será verdad? ¿Habrá pasado esta tormenta? ¿Nos libraremos del yugo cegador e idiotizante de nuestras banderas? ¿Seremos capaces de ser mejores? No sería muy optimista al respecto. Los años y unas cuantas decepciones me han ayudado a entender las serias limitaciones de nuestra condición humana. Sin embargo, esta mañana parece de estreno y una brisa extraña y feliz viene soplando.

* Doctorado en Romance Languages and Literatures por la Universidad de Florida,

Estados Unidos.

Profesor de la Universidad de Southern Utah Cedar City, Utah, EE.UU.