Opiniones

Sin cuotas para los servicios al exterior: una medida "a puro daño"

jueves, 2 de diciembre de 2021 · 08:30

El Gobierno asesta una vez más un golpe mortal a las garantías de los beneficios de la libertad y a la disposición de nuestra propiedad privada, y sigue apostando a gobernar al margen de la ley. Tal vez porque la contundente derrota electoral no fue suficiente, lo más dramático es que el que no asume los errores, seguirá repitiéndolos.

Esta medida autoritaria ya la había tomado el dictador Reynaldo Bignone con su ministro de Economía Dagnino Pastore, lo que le pone el sello a lo que es la medida: puro daño.

De este modo se sigue acorralando al sector privado, motor real de la producción de riqueza de la sociedad. Parece que para quienes gobiernan, el mal no es solo el COVID, sino también la clase media. Según el Gobierno, es la que viaja y vacaciona en el exterior, como si no hubiera otros motivos, no tiene en cuenta que a veces necesita viajar por su comercio o industria, o a visitar su familia, por motivos de trabajo, becas, intercambios, o cuestiones de salud.

Esta cultura de gestión, perseverantemente oportunista y resentida, solo ha sabido exprimir al Estado. Hoy no sabe qué hacer y se mete con la propiedad privada del otro, lo que con la excesiva presión fiscal que hay, el cepo, las intervenciones de precios, las restricciones a las exportaciones cárnicas, nos aleja del mundo del progreso y pasamos a ser socios del club de la desconfianza.

Esta prohibición de pagar en cuotas los viajes y servicios en el exterior es otro modo de encerrarnos y liquidar la poca economía que nos queda. Pero el descomunal gasto público no se toca, ni la excesiva cantidad de ministros, ni el sostenimiento de ciertos sindicatos, subsidios oscuros, municipios del conurbano, o partidas destinadas a arreglar plazas de municipios de todo el país (nuestra plaza Centenario entre ellas), con sobreprecios.

Otra parte son las transferencias del Estado a las empresas prestadoras de servicios públicos, para mantener relativamente bajas y subsidiadas las tarifas de los servicios de electricidad, transporte, gas y agua, lo que ahuyenta la inversión en infraestructura, y sumemos las empresas deficitarias del Estado, como Aerolíneas Argentinas. 

Es increíble que el 10% del gasto estatal se destine al pago de bienes y servicios para el funcionamiento del sector público: combustibles, bienes de uso y de consumo, y contratación de diferentes tipos de servicios, como el avión del privado que lleva a (la primera dama) Fabiola (Yáñez) a visitar a sus padres a Posadas. Como también las erogaciones mensuales de Anses para 20 millones de personas, siendo solo 8 millones las aportantes, o sea, un ejercicio que no cierra.

Del presupuesto nacional, solo un 9% está destinado a la inversión, y en 1 punto menos que el gasto, lo que significa que menos de uno de cada diez pesos de presupuesto estatal se destinó a la construcción o reparación de escuelas, hospitales, rutas, puentes, formaciones ferroviarias, gasoductos, redes de electricidad, de gas, de cloacas y agua potable, vías ferroviarias, equipos para las fuerzas de seguridad y policiales, equipamiento científico, etcétera.

Por lo tanto, para sostener al resto del presupuesto, el Gobierno esclaviza a los argentinos con otra medida estúpida para hacerse de dólares.

En lo local tenemos un esquema parecido, un exorbitante gasto público, con una deuda municipal importante, y para peor, con un Gobierno fantasma.

Romeo Benzo

 

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