“Voy a realizar una serie de procedimientos, pero todos muy reservados”, dijo a El Diario
La fiscal Companys reanudó la búsqueda de Mariela Bessonart
Luego de que la causa quedara virtualmente “cajoneada” durante largo tiempo, la funcionaria decidió reiniciar la investigación sobre el paradero de la mujer desaparecida el 28 de septiembre de 2005. El martes y ayer declararon la hermana y una amiga íntima de MarielaLa fiscal de Instrucción del Segundo Turno, Juliana Companys, reinició la búsqueda de Mariela Alejandra Bessonart (38), la mujer que desapareció el miércoles 28 de septiembre de 2005, luego de que su exesposo, el productor agropecuario Rodolfo Ceferino “Rody” Delpino, dijera que la había llevado con su automóvil hasta el centro de Villa María, donde iba a realizar unos trámites bancarios.
Delpino habría sido el último en verla con vida y fue quien, tres días después, realizó una exposición policial denunciando su desaparición.
Desde entonces y hasta la actualidad transcurrieron 15 años y 10 meses (más exactamente 5.788 días), pero el paradero de Mariela sigue siendo una gran incógnita, un misterio sin resolver.
En las últimas horas Companys les receptó amplias y pormenorizadas declaraciones testimoniales a Gladys Bessonart y Norma Avaro, la hermana y una de las mejores amigas de la bella mujer, quienes comparecieron el martes y ayer, respectivamente, en la sede de la Fiscalía villamariense.
Sin embargo, pudo saberse que la búsqueda de Mariela se reanudó a mediados de julio, cuando la funcionaria judicial decidió profundizar la investigación luego de que las actuaciones procesales quedaran virtualmente “cajoneadas” durante un largo tiempo.
Qué dijo Companys
“Es correcta la información, pero no reabrí la causa, sino que reinicié la búsqueda”, comenzó diciendo Companys al ser consultada por El Diario sobre si era cierto que el “caso Bessonart” se había reabierto.
La fiscal añadió que “la causa sigue en la Cámara (del Crimen) y a mí me quedó la búsqueda... y en eso estoy: voy a realizar una serie de procedimientos, pero todos muy reservados atento la sensibilidad del caso, por lo que no voy a dar notas ni detalles”.
Primero, Atienza
La desaparición de Mariela se judicializó en los primeros días de octubre de 2005 y la investigación quedó en manos del entonces titular de la Fiscalía del Segundo Turno, Gustavo Atienza, ya jubilado.
Con el paso del tiempo y sin que se lograra avanzar en la pesquisa, el exgobernador José Manuel de la Sota ofreció una recompensa de 100 mil pesos para quien proporcionara datos precisos sobre el paradero de Bessonart.
El estímulo económico movilizó a un par de personas, quienes aportaron algunas pruebas relacionadas con el caso, pero que jamás arrojaron resultado positivo.
El primero de los informantes llevó a los investigadores hasta un monte ubicado a seis kilómetros de Villa María, en la salida a Córdoba (cerca del exboliche La Legua), donde se encontró una vivienda abandonada, un pozo y un aljibe, pero no a Mariela.
El otro testigo, en tanto, aportó datos que terminaron por decidir al fiscal a ordenar la detención de Delpino e iniciar una búsqueda en las inmediaciones de la pequeña localidad de La Posta, en el norte de la geografía cordobesa, donde tampoco se encontró a la mujer.
En efecto, el 30 de agosto de 2006 Atienza detuvo al exesposo de Mariela y le imputó la presunta comisión del delito de “sustracción y ocultamiento de persona con fines coactivos”.
A mediados de septiembre de ese mismo año, el fiscal dictó la prisión preventiva de Delpino, pero los sucesivos planteos de la Defensa echaron por tierra la calificación legal, hasta que la Cámara de Apelaciones de Río Tercero cambió la carátula y terminó imputándolo como supuesto autor de “privación ilegítima de la libertad, calificada por el tiempo”, un delito que tiene una pena de entre dos y seis años de prisión.
Exactamente un año después, el 11 de septiembre de 2007, el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba hizo lugar a un nuevo pedido de los defensores y Delpino pudo recuperar la libertad. Había pasado 377 días entre rejas.
Vínculos familiares
Mariela Bessonart era hija de Teresa Ramírez y la menor de tres hermanos, detrás de Alberto y Gladys, quien prácticamente se cargó la causa al hombro durante muchos años, acompañando a su mamá en la dolorosa tarea de exigir justicia.
Estuvo casada 19 años con Delpino, de cuya unión nacieron tres hijos: Marcos, Franco y Gisela. La pareja se separó a mediados de 2004.
Teresa falleció el 5 de noviembre de 2016, a los 85 años, sin conocer qué le ocurrió a su hija, mientras que los herederos del disuelto matrimonio nunca quisieron saber nada de un juicio en el que su padre tuviera que sentarse en el banquillo de los acusados.
Muerta “por ausencia”
A mediados de mayo de 2012, la Justicia Civil de Villa María dictaminó que “Mariela murió el mismo día que desapareció”.
La declaración de su “fallecimiento presunto por ausencia” quedó establecida en una sentencia del juez de Primera Instancia y Cuarta Nominación en lo Civil, Comercial y de Familia, Alberto Domenech, quien indicó que el fallo “no alcanza a la causa penal”, aunque se basó en algunos de sus elementos.
La resolución fue emitida a modo de conclusión del Expediente Nº 352.375, iniciado el 15 de octubre de 2010 por los hijos de Mariela.
Mariela, ¿el crimen perfecto?
El 6 de mayo de 2018, en La Revista del centro del país, una publicación mensual que por entonces editaba El Diario, nuestro compañero de trabajo Diego Bengoa publicó un minucioso informe periodístico sobre el “caso Bessonart”.
A continuación transcribimos parte de aquella nota...
A Delpino lo llevó a la cárcel un testimonio que luego fue considerado falso por la Fiscalía, y sin embargo continuó preso por más de 12 meses.
Dos altas fuentes judiciales contaron a La Revista que hubo una orden del fiscal general de la provincia de ese momento, Gustavo Vidal Lascano, de tomar una definición de alto impacto, en medio de la conmoción que había generado la desaparición, que motivó la llegada a la ciudad del falso ingeniero Juan Carlos Blumberg, por entonces símbolo de la demanda de justicia dura en la Argentina, y cuando regía una abultada recompensa decidida por el gobernador De la Sota para quien aportara datos firmes.
Delpino está acusado de privar de la libertad a su exmujer, pero la instrucción del expediente no definió dónde ni cómo la tiene o la tuvo privada de su libertad.
Ni el acusado, que podría pedir por la madre de sus hijos, ni los propios hijos, impulsaron la búsqueda, ni en lo judicial ni en lo mediático, luego de que Rodolfo dejara el penal de barrio Belgrano. Los defensores indicaron que plantearon algunas líneas investigativas, algo que según los funcionarios de instrucción fue muy endeble.
En la Fiscalía de Segundo Turno descartaron otras hipótesis que no sean las que conducen a Delpino, el sospechoso perfecto de un ¿crimen perfecto?, en un contexto en que casi nadie duda que Mariela murió (para la Justicia Civil se la presume fallecida), que no se fue por su cuenta (sus hijos siempre dijeron creer que su madre nunca habría abandonado voluntariamente su medio, igual que lo que contaron sus amigas y que hasta la misma autopsia psicológica abonó), y que alguien terminó con su vida.
Según lo que indican en Tribunales, otras pistas quedaron sin sustento, por lo que la persecución penal se dirigió hacia Delpino, el hombre de las contradicciones al que sin embargo no pudieron probarle absolutamente nada.
Según la Defensa, todos o casi todos los recursos del Estado se enfocaron en perseguirlo penalmente, desechando otras posibles situaciones.
La Cámara del Crimen local quitó la posibilidad de ser querellante nada menos que a la madre de la víctima, sabiendo que los hijos, los otros querellantes, defienden la inocencia del único sospechado. El Tribunal?Superior de Justicia revocó el fallo de esa Cámara, pero Teresa murió sin poder ejercer su rol en la etapa decisiva.
Amigas de Mariela como Miriam Angelelli, Norma Avaro y María Laura Gutiérrez están convencidas de que a Bessonart la mataron. Sin embargo no fueron convocadas a declarar, o cuando esto ocurrió fue de manera muy superficial. Atienza mandó al imputado a juicio y desde entonces la búsqueda prácticamente finalizó, a excepción de un aislado rastrillaje practicado a casi una década de la desaparición.
Juicio en suspenso
Un fallo civil de 2015 responsabilizó a Delpino en un hecho en el que Teresa Ramírez se sintió perjudicada económicamente por un ardid protagonizado por su exyerno, en un caso que salpica a Mariela. Por esa razón habrían existido desavenencias entre Bessonart y Rodolfo. Un probable móvil económico del crimen para la exquerella motorizada por Gladys.
La Defensa sostiene todo lo contrario: que en el expediente no se pudo definir ningún tipo de móvil de un delito que afirman ni siquiera se tiene la certeza de que sucedió.
Hoy nadie está habilitado para plantear medidas de prueba a excepción de los hijos.
Consultado por La Revista, Juan Manuel Tovo, representante de la fallecida Teresa Ramírez, admitió que nunca tuvo notificación formal de que caía la querella, lo que en los hechos se dio a partir de esta muerte.
Delpino, a través de su abogada Débora Ferrari, dijo a este medio que no quiere hablar porque el tema lo pone mal. Por su parte, Marcelo Martín Silvano, letrado de los hijos de la víctima y del acusado, sostuvo que a priori no defienden ni acusan a su padre y que definirán su postura a medida que transcurra el eventual juicio y se enfrenten a las pruebas. Sin embargo, en 2016 aceptaron un pedido de “probation”.
Atienza elevó la causa a juicio en 2010, con 26 cuerpos y más de 5 mil fojas, y la Cámara del Crimen finalmente citó al sospechado en 2011, tras diversos planteos jurídicos.
El delito tiene una pena de entre dos y seis años de prisión. Cuando se cumpla el máximo de la escala penal sin que el debate oral se inicie prescribirá la causa. Ese lapso fue suspendido por ese pedido de probation hecho por los defensores del encartado en 2016, cuando ofrecieron 80 mil pesos “a modo de reparación del daño”. Aquella vez Atienza se negó y los jueces lo siguieron.
En mayo de 2018 no hay fiscal para el juicio. Ya no está Teresa, la mamá que murió sin saber de su hija. Los jóvenes herederos del acusado no quieren saber nada de un juicio... como su padre, el hombre que desde 2010 ha logrado evitar sentarse en el banquillo ante un tribunal.
Nota de la Redacción: para leer completo aquel informe de La Revista del centro del país... CLIC AQUÍ