Violencia institucional - La mamá de Blas Correas habló ante el Tribunal que juzga a 13 policías

“A mi hijo lo mataron muchas veces”

En lo que se conoce como la “penúltima palabra”, Soledad Laciar, mamá de Blas Correas, habló ante el Tribunal sobre la violencia institucional de la Policía de Córdoba que le costó la vida a su hijo
sábado, 18 de marzo de 2023 · 08:49

El juicio por la muerte de Blas Correas, el joven asesinado de un tiro por la espalda por un policía, tuvo ayer una instancia de reflexión cuando Soledad Laciar habló sobre el dolor que lleva a cuestas desde que asesinaron a su hijo.

Centralmente, pidió que la condena sirva para que nadie más tenga que llorar a un hijo, un padre o un hermano, por ser víctima de la violencia institucional.

Tuvo también, muy a su pesar, un pedido de misericordia para la mujer policía que develó la trama del encubrimiento.

“Vine buscando la respuesta a esta pregunta que me atormenta en cada minuto de mi vida. Y lamentablemente siento que en este juicio no he encontrado ninguna respuesta”, dijo.

Cabe señalar que se juzgan a dos policías como autores materiales del crimen y a 11 más como encubridores. El 31 de marzo se conocerá la sentencia.

Se dirigió a los jueces y a los jurados diciendo que deposita en ellos toda la “confianza de que sabrán valorar justamente, tanto dolor injusta e intencionalmente causado en tantas oportunidades. Porque a Blas no lo mataron una vez, sino muchas veces”.

“Lo mataron primero, disparándole con armas de guerra muy poderosas, sin ningún tipo de necesidad ni peligro que lo justifique”, dijo.

“La segunda muerte de Blas se inició con la mentira perfectamente organizada de plantar un arma que los chicos jamás tuvieron”. “Comprobar que los policías pudieron conseguir un arma ilegal tan rápido, es un acto de una gravedad institucional increíblemente grave, como ha quedado demostrado a lo largo de las audiencias. Ese acto, simplemente ese acto, los describe como potenciales y conscientes asesinos, ¿para qué quiere un policía honesto un arma ilegal? Estos policías la llevaban porque sabían que matar o fusilar de manera ilegal a una persona, era una posibilidad absolutamente cierta. Si no, no tiene ninguna otra finalidad. Carece totalmente de sentido”.

Y agregó: “La segunda muerte de Blas fue una muerte moral. En la primera muerte, dispararon sobre su cuerpo. Pero en esta segunda oportunidad dispararon sobre su honestidad, con el único objetivo de encubrir el actuar asesino de los policías que tirotearon alevosamente al auto”.

“¿Es la primera vez que esto sucede en la Policía de Córdoba? ¿Cómo es que todos los policías sabían perfectamente a qué se hacía referencia cuándo hablaban de un “tango” (arma ilegal)? ¿Y los jefes que pasaron por esta sala parecían que recién se enteraban de que algo así ocurrió y ocurre? ¿Se ha tomado dimensión de lo que significa que los policías dispongan de armas ilegales de modo tan alevoso, generalizado e impune? ¿Tiene esto un sentido distinto que justificar asesinatos o fusilamientos?”.

“La tercera muerte de Blas, fue la infame acción de dejarlo morir sin posibilidad alguna de asistencia. Y en esta acción claramente homicida y que va contra todo sentido común, también aparece la acción mecánica de la Policía de Córdoba de intentar justificar, una vez más, la muerte”.

“Todo esto avala la tesis de la cuarta muerte de Blas. Porque además de las balas, las mentiras y el abandono, Blas fue víctima de una larga cadena de apañamiento institucionalizado, de una larga cadena de mentiras, que se han repetido a lo largo de este proceso, pero también y de manera lamentable, se han repetido una y otra vez a lo largo de la historia de la Policía de Córdoba; gracias a la existencia de un sistema de impunidad intencionalmente amparado, o promovido por la desidia y el desinterés”.

En el caso de Blas, esto que constituye violencia institucional y su forma especializada, que es la violencia policial, ha sido la que produjo su cuarta muerte. Porque de no mediar la intensa lucha por la verdad, apoyada por la gente de manera masiva y por los trabajadores de los medios de comunicación, merced a la existencia de este perverso mecanismo institucional de mentira y encubrimiento, muy posiblemente todo hubiera quedado en la nada y se hubiera consagrado la impunidad una vez más.

También se refirió a los policías diciendo que “los victimarios de este proceso, de algún modo, también son mansas, domesticadas y silenciosas víctimas de un sistema injusto y perverso. Porque más allá de que ha quedado absolutamente demostrado que los policías presentes en esta sala asesinaron y mintieron, también entiendo que, de algún modo, han sido víctimas del mismo y perverso sistema que los educó y les enseñó a matar y mentir”.

“No me moviliza el deseo de revancha, solo el pedido de justicia por la espantosa muerte de mi hijo. Y sobre todo, mi deseo de que esto nunca más, pero realmente nunca más vuelva a ocurrir”.

Pidió a los jueces y jurados que contemplen la posibilidad de una pena reducida a Wanda Esquivel, una de las acusadas por “plantar” un arma ilegal, pero que a la hora del juicio develó la trama del encubrimiento. “Realmente para mí, y se los quiero decir mirándolos a todos a los ojos, me genera muchísima contrariedad pedir esto. Me revuelve lo más profundo de mi ser. Porque la señora Wanda Esquivel es quien, plantando el arma trucha, ilegal, intentó ensuciar sin éxito la memoria de mi hijo, cuándo aún su cuerpo tenía temperatura y su corazón se intentaba aferrar a la vida.

Es algo realmente asqueroso y reprochable lo que hizo esta mujer. Porque sin rasgo alguno de humanidad, se dedicó a mentir de una forma que la haría merecedora de una pena sumamente rigurosa.

Pero tal vez por conveniencia o simplemente siguiendo el buen consejo de su abogado defensor -hábil conocedor de los pliegues del Derecho y el Poder en Córdoba- decidió contar cómo había sido la maniobra de encubrimiento. Y eso entiendo, permitió un avance significativo en la causa”, señaló.

Antes de cerrar las palabras que le concede el tribunal a los representantes de las víctimas,  hizo un pedido al Poder Ejecutivo Provincial para que levante un memorial en recuerdo de todas aquellas personas que han sido víctimas de violencia institucional, dentro del mismo predio del edificio Central de Policía. Y también, con las fotos de los jefes que estuvieron al frente de la institución, las de las víctimas de gatillo fácil que hubo en cada gestión, “para que nunca más alguien tenga llorar a sus seres queridos fruto de la violencia institucional en Córdoba”.

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