El hombre más solidario

Nací y vivo en Villa María hace 48 años, pero me considero tan villamariense como villanovense por varios motivos: mi primera experiencia como profesor de folclore fue en la escuela de Estela Mattaloni, todos los años festejábamos el Día del Estudiante en el Parque Yrigoyen, mi esposa es nativa de allí, en la década del 90 estuve trabajando en los dos mataderos que existían (Vargas y el Galleguito), tengo familiares y amigos allí, admiro a muchas personas de la cultura y el deporte de esa Villa; pero lo que considero más valioso es haber concurrido durante tantos años a la Quinta San Ignacio (Comunidad Joven por la Gran Comunidad) y tener charlas enriquecedoras con la persona más importante que habitó estas tierras, el padre Hugo Pablo Salvato.

Recuerdo haberlo visitado al padre Hugo apenas se había instalado en dicho lugar (no existía la iglesia ni los salones, solo una sencilla casa) y me manifiesta que ese día iba a dar misa, le expresé que no había gente para celebrarla y me dijo “estás vos, con eso es suficiente para predicar la palabra de Dios” y en su humilde hogar dio misa para mí solo.

La hermosa Villa Nueva tiene el “privilegio” de tener en su tierra por la eternidad al hombre más solidario que habitó en estas Villas, que sintió, pensó, predicó y actuó siempre en el mismo sentido, ayudando a los más necesitados y sabiendo cómo hacer que los más pudientes colaborasen gustosamente.

No comprendo a quienes buscan diferenciarse de la otra ciudad, cuando en el mundo no existen dos ciudades como Villa Nueva y Villa María que estén tan emparentadas, tengan tantas cosas en común y dependan tanto una de la otra.