194º Aniversario de Villa Nueva - Por Luis Luján

Una anécdota paranormal

Desde que se inauguró el CENMA Villa Nueva, aquel 31 de mayo de 2003, soy docente de esa prestigiosa institución. He aprendido a amar a esa ciudad como si fuese mía, he compartido el calor de su gente y me he sentido partícipe de la construcción de su folclore y de sus letras. A lo largo de 17 años de existencia de esa casa de estudio de Nivel Medio he compartido varios proyectos institucionales que fueron creando un verdadero sentido de pertenencia, y son tantas las anécdotas que puedo narrar a través de la experiencia adquirida con mis estudiantes y equipo de gestión que podría escribir un libro al respecto.

Y entre las tantas anécdotas que surgieron como resultado de las investigaciones y producciones de los libros y fotonovelas digitales sobre leyendas urbanas de Villa Nueva, deseo hacerles llegar una que resume gran parte de lo que fue todo el proceso que demandaron las obras. Quizás la leyenda de “Las tumbas de pie” sea la más conocida por los vecinos de Villa Nueva, ya que son un ícono en la historia de esa ciudad.

A partir de la investigación de los hechos históricos y literarios que llevaron la producción del libro “Leyendas urbanas villanovenses” (2012), en el año 2014 un productor de Canal 8 de Córdoba se interesó en esos relatos y me propuso realizar un programa, el que después se convertiría en una serie, titulado “La voz urbana”, conducido por Pablo Sabadín. Recuerdo que cierta tarde nos citamos en el cementerio San José, de esa ciudad. Hacía mucho calor. Estaba esperando al conductor, quien vendría con un camarógrafo desde Córdoba, un ayudante técnico, Pedro Oyola, y una asistente que hacía la voz en off, Gabriela Durán, estos dos últimos de Villa María. Contando con la debida autorización de la Municipalidad para llevar a cabo esa instancia esperé a esas personas por el término de una hora en la puerta de esa necrópolis.

Estaba algo distraído cuando de repente una voz a mi espalda paralizó mis sentidos. En ningún momento advertí la presencia de una persona en el interior del cementerio.

Se trataba de un empleado municipal, a quien apodé “el sepulturero”. Su nombre era Luis, como yo. Oír inesperadamente una voz humana en el cementerio no es algo que pueda pasar por desapercibido. Rápidamente el hombre tomó conocimiento de mi presencia en ese lugar y decidió hacerme compañía hasta la llegada de las otras personas.

Después de realizar la nota periodística en el espacio de las tumbas de pie, realizamos un recorrido por las galerías internas del cementerio con la guía excepcional del sepulturero, quien nos narraba historias de hechos que supuestamente habrían ocurrido allí a través de los años. No todos los días uno tiene el placer, o la osadía, de escuchar esos relatos en primera persona. Lo que no se percató el narrador fue que estaba siendo filmado por una cámara, y gran parte de ese material fílmico fue utilizado para la presentación del libro “Crónicas de un sepulturero”, escritos por nuestros estudiantes en el año 2015.

Mientras realizábamos la recorrida se nos fue factible observar una cripta cuyas puertas estaban dañadas por el paso del tiempo. Entonces le solicitamos autorización a Luis para hacer una toma de ese espacio para la introducción del programa “La voz urbana”. Con el debido respeto descendió Pablo por esas escalinatas y solo estuvo unos segundos en silencio. Después hizo lo mismo Gabriela, pero cuando salió de la cripta estaba invadida de pequeñas arañas, las que le picaron los brazos. Seguidamente me invitaron a descender, pero me negué por razones de incapacidad en una de mis piernas, y hasta hoy agradezco haberme negado. Según nos comentó Pablo, cuando tomó la decisión de salir de allí, levantó la mirada a los espacios más elevados de la cripta, la que poseía seis féretros, y pudo observar la presencia de arácnidos del tamaño de la mano de una persona. Creo que si yo hubiese descendido podría haber sufrido un infarto por el temor, cuasipánico, que les tengo a las arañas, y seguramente me hubiesen sacado desmayado de allí.

Recuerdo que el sepulturero nos comentó una anécdota que ahonda en lo paranormal. Cierta noche estaban pintando un espacio en el cementerio, él y un ayudante, cuando oyeron sonidos extraños que provenían de un área muy cercana a sus personas. Uno de ellos extrajo el celular y lo expuso durante varios minutos en modo filmación, y lo que gravó lo subió a la red. Nos dio el nombre del archivo para verlo e investigarlo. Lo hicimos. Estábamos en un estudio con una pantalla de 50 pulgada observando lo que captó ese celular, y fue impactante. Lo curioso de todo fue que solamente dos veíamos mayores imágenes de espectros que hicieron su aparición en la grabación, mientras que los restantes solo advertían a un pequeño niño jugando con una pelotita. Fue ese preciso instante que surgió la idea de realizar con mis alumnos un proyecto de investigación, elaboración y edición de un libro con esa temática, el que salió a luz al año siguiente con el título de “Crónicas de un sepulturero”.

Anécdotas, recuerdos que quedarán gravados para siempre en mi memoria de una Villa Nueva que no quiere dormir, que sigue su progreso a pasos agigantados.

 

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