Día del Bombero Voluntario - A falta de autobombas...

Con lo que había a mano

¿Cómo empezar?, se preguntaron muchos bomberos voluntarios tras la decisión de ponerse a disposición de sus respectivas comunidades para afrontar los siniestros.

Los primeros tiempos, para muchos, fueron duros, difíciles, porque hacen falta equipos, medios para desplazarse, herramientas indispensables...

Y es lo que ocurrió con los voluntarios de Ausonia, quienes al principio no tenían unidades y se movilizaron en sus vehículos particulares.

En tanto, los bomberos de Pozo del Molle se iniciaron con una bomba provista con el motor de un Citroën 3CV, hasta que en 1980 Juan Carlos Mulinetti les diseñó y fabricó el primer autobomba.

Otros optaron por el Rastrojero, pura industria nacional. Fue lo que ocurrió con los bomberos de Serrano, en el sur de la provincia, y de Villa del Dique, en las sierras de Calamuchita.

Mientras tanto, los bomberos de Ballesteros empezaron con un Chevrolet de 1940 que les cedió el municipio y después sumaron a la flota una Estanciera con motor Tornado y un Dodge 1964 con cisterna.

Más antiguo fue el primer vehículo que dispuso el cuerpo de voluntarios de Río Cuarto, cuyos integrantes se movilizaron en 1953 en un Ford del año 1938.

A su vez, los bomberos de Bialet Massé se valieron de un Chevrolet modelo 1969 para ir a los siniestros, desplazándose a nada menos que 40 kilómetros por hora.

Pero el sistema más insólito lo propuso el cuerpo de Tancacha, que transportaba el agua en un camión regador que era llevado al cuartel y de allí, a medida que llegaban los bomberos, lo conducían al lugar del incendio. En 1956 lograron comprar un Unimog del Ejército.

Son todos estos ejemplos del esfuerzo de los distintos colectivos poblacionales del interior de la provincia de Córdoba, de sus bomberos voluntarios y de la fuerza de la imaginación para resolver los problemas.

Fue una permanente lucha para equiparse, para dotarse de recursos indispensables para ejercer la vocación de servicio.

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