Maria de los vientos

Por Alberto Alvarez*

 

Rosa-Ciudad, tus pétalos celebran mis

pareados; versos que, paralelos, musicales y alados

caminan de la mano buscando la poesía

y como rieles cantan hacia la lejanía.

Villa María, Nuestra Señora de los Vientos

-así te rebautizo, viviendo otros momentos-.

Ciudad solar y abierta como una mano amiga

bajo el cielo de todos: que el cielo te bendiga.

Y al siglo de hoy se sumen los siglos y milenios

con la paz de tus hijos forjadores de sueños.

Hoy, sobre el lento esfuerzo muscular del pasado,

sube la clara lumbre del ensueño acunado;

y en el bello semblante de tus adolescentes

se conjugan los ojos de pueblos diferentes.

La vida aquí es remanso, pero jamás pereza;

el humo de las fábricas ya por el aire empieza

a soltar sus oscuros villones. Las sirenas

no llaman a los náufragos a engañosas arenas,

sino a la tierra firme del deber laborioso.

 

La actividad reduce sobre el plano espacioso

de la ciudad capaz de alegría y descanso.

Y tanto el centro intenso como el suburbio manso

aceptan los extremos puros de armonía:

cuando el día comienza, cuando termina el día.

 

Amanecer y ocaso, dos luces que en el cielo

lo mismo que en la vida son dos modos del vuelo.

Así he sentido el tiempo de la ciudad que ahora

a quien canta ilumina con luces que atesora…

Digo aquí lo que dictan memorias dadivosas;

la plaza de las fuentes, capital de las rosas,

paraíso de abejas, balneario de gorriones

y corazón de césped, entre sus muchos dones;

también la ronda holgada de las horas solares;

el abrazo sin tregua de aquellos bulevares;

y el vuelteo del río, muchachón infinito,

que va perdiendo tiempo mientras canta bajito;

las torres que divulgan sus oscuras campanas

y en el azul se funden de las claras mañanas;

y los trenes que pasan tras las locomotoras

con su vicio incurable de viejas fumadoras;

y esa flor populosa que en septiembre se empina

cuando las calles gana, la fresca estudiantina…

Todo me está pidiendo que lo nombre y lo cante,

Que a su altura y su cielo mi palabra levante;

pero ya está cantada su gracia desde el día

inspirado de Ocampo, cuando dijo: María.

 

*Poeta nacido en La Plata en 1917 y fallecido en Paraná en 1986. Pasó la década del 60 en Villa María, trabajando junto al doctor Antonio Sobral. El 27 de septiembre de 1967, día del Centenario  de Villa María, presentó su Canto a Villa María de los vientos, del cual nos envían este fragmento, para ser publicado en este nuevo cumpleaños, 53 años después

 

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