“Me parece mucho…”

Por Carlos Daniel Airaldi 

 

Nací en la localidad de Hernando, llegué a Villa María en junio de 1975 con casi 20 años y me enamoré rápidamente de esta ciudad. Enseguida entré a trabajar en Estudio Técnico, Impositivo y Comercial del contador Américo Correa, donde desde el primer día me ubicaron en la sección Laboral.

En ese momento se construía un importante barrio de la ciudad, obra en la que llegaron a trabajar ¡1.580 trabajadores! que cobraban por quincena. Yo era el encargado de liquidar los sueldos ¡de una manera tan diferente a la actual!… La tecnología de entonces pasaba por la famosa máquina de escribir Audi 5, de Olivetti, que lo único que hacía de manera automática era el renglón de los descuentos. Al resto había que escribirlo uno por uno: nombre, apellido, fecha de nacimiento, fecha de ingreso, categoría, grupo familiar (había que cargar los componentes de la familia, porque el empleador debía pagar el salario familiar, algo que hoy maneja ANSES)… Había que recabar la información de las tarjetas que marcaba cada dependiente, luego sumarlas para saber la cantidad de horas que debían ser liquidadas, atender las audiencias en el Ministerio de Trabajo en representación de la empresa constructora...

Recibí muchísimo cariño y respeto de los cientos de empresas y clientes en general que atendíamos. Recuerdo que a dos hermanos -dueños de una firma importante de la ciudad- les hice el trámite jubilatorio como parte del servicio que les brindaba el estudio contable. Cuando recibieron su jubilación me llamaron para que me llegara a la administración de su empresa. Me presenté, me recibieron amablemente y querían entregarme un presente por el trámite realizado, ¡un reloj Rolex! Se me abrieron los ojos de tal manera que uno de ellos me preguntó:

-¿No le gusta?

-No, no, no. Me parece mucho...

Entones me pidieron que con confianza les dijera algo que necesitara. Solo atiné a decir que estaba tramitando cambiar mi Fiat 600 por un Fiat 128, en cómodas cuotas. Entonces, el mayor de los hermanos tomó el teléfono, llamó a la cocesionaria y dijo que ellos hacían cargo de la diferencia.

Fueron 11 hermosos años de mi vida en ese estudio. Y desde aquel comienzo hasta hoy, le digo gracias por todo a la ciudad que me albergó y me dejó desarrollar como ser humano.

Aquí me enamoré, me casé y formé mi familia, con dos hijos a los que amo profundamente y son mi orgullo. Traté de servir a la comunidad participando en sus instituciones: fui parte de la creación y primer presidente de la Afuco  (durante 17 años) y luego de la Liga Villamariense de Fútbol (durante 13 años). Mis mejores 30 años de juventud, fortaleza, dedicación y compromiso, han sido mi manera de decir gracias a esta hermosa ciudad. Y ¡Feliz 153º aniversario, querida Villa María!

 

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