1 DE MAYO - DIA DEL TRABAJADOR - Susana Cervigni, docente

La virtualidad en las aulas y en la vida

Es ingeniera química y se dedica a la docencia desde 1999. Susana Cervigni cuenta en estas páginas cómo fue adaptarse a la virtualidad

El teléfono está “prendido fuego”. Los grupos de WhatsApp de cada curso multiplican los mensajes de todas las asignaturas. Es el medio por el cual los docentes de la Escuela Abraham Juárez se mantienen en contacto con los estudiantes.

Se tuvieron que adaptar a esa nueva realidad. Una realidad a la que Susana Cervigni, cuando comenzó a dar clases en una escuela de Ballesteros en 1999, no podía ni imaginar que llegaría.

Por ese entonces, debía viajar los 30 kilómetros que separan a Villa María de esa localidad. “En el año 2000 nació mi hijo más chico -es madre de cuatro- y lo llevaba en el auto en esa ruta 9 antes de la autopista. Ahora pienso que viajaba con un bebé en esa ruta y parece tan lejano”, recordó.

Esos viajes quedaron atrás cuando pudo unificar todas las horas en una escuela: el IPET 56 Abraham Juárez. “Lo ideal es dar clases en una misma escuela, pero para lograrlo tenés que pasar un tiempo y hacer mucho papeleo”, enumeró.

Se define como una persona que sabe adaptarse a los cambios. “En educación, es muy habitual que se hagan modificaciones, reformas que bajan del Ministerio y a las que te tenés que adaptar. Pero esto que vivimos ahora no lo esperábamos”, dijo.

Recuerda que al inicio de la pandemia “todos pensábamos que iba a ser por 15 días”, así que en la escuela tomaron la determinación que pareció lo mejor en ese momento. Hicieron cuadernillos que dejaron en un comercio para que quien pudiera hacer las fotocopias lo hiciera y el que no, podía seguirlos a través de dispositivos tecnológicos. “Nuestra comunidad es muy particular, tenemos chicos de zonas rurales que no tienen Internet, familias de varios hijos que cuentan con un solo teléfono para todos”, dijo. Valoró que el equipo directivo hace muchas acciones para que los chicos que tienen más dificultades no queden afuera del sistema.

“Por esas características de nuestra comunidad es que no hacemos reuniones virtuales a través de Zoom, Meet o con una plataforma propia, sino en grupos de WhatsApp, porque en esto la empatía está primero y hay que adaptarse. Pero también es importante priorizar la empatía en la presencialidad. En definitiva, los docentes seguimos ocupándonos de que se reciba el mensaje. Lo que cambió es el medio”, señaló.

Cuando se supo que la pandemia no duraría unos días como creían al principio, los docentes comenzaron a perfeccionar las herramientas tecnológicas. “Fue todo un desafío, y a mí me gustan los desafíos. Siempre fui curiosa e inquieta, quizá por mi formación. Las ciencias duras te llevan a ser lógicos, buscar el porqué de las cosas e ir adaptándose a los cambios. Además, pudimos hacer un trabajo en equipo, cada una aporta desde sus conocimientos lo mejor para el conjunto” .

“El mundo cambia y tenemos que ser flexibles. Este presente tan tecnológico no es el único cambio, los chicos no tienen hoy las mismas características de los alumnos de hace una década”, planteó.

 

El complejo armado de las burbujas

La Escuela Abraham Juárez tiene cada vez más alumnos. Es histórico que este año se abrió una tercera división de quinto año. Y tienen que organizarlos, con los recursos siempre escasos, en burbujas para evitar la propagación del coronavirus.

A la hora de explicar cómo se organizan con los grupos, Cervigni señala didácticamente el complejo armado de todas las áreas, en todas las divisiones y con todos los estudiantes. “Ahora que estamos en el sistema mixto, por ahí te toca una hora presencial y la siguiente, virtual. No tenés tiempo para llegar a tu casa. Por suerte, este año contamos con buen Internet en la escuela y podemos dar la clase virtual en la misma escuela, porque no llegás a tu casa a conectarte”, dijo.

Las herramientas que van utilizando son las más creativas de las que disponen. “Siempre fui curiosa. Buscamos aplicaciones que puedan mejorar el material que enviamos. Encontré en Canva una herramienta muy útil para agregar imágenes, videos y música al contenido”, dijo.

Exploran en equipo las formas de enviar el contenido de la manera más atractiva a través de los grupos de WhatsApp, pero la tarea no termina allí.

“En una clase comenzamos viendo quién está presente, luego seguimos con el tema y tratamos de desarrollarlo de la mejor manera para que el mensaje llegue. Igual, sabemos que esta situación que nos excede es caótica para todos. Para los alumnos y para los docentes, incluso los más jóvenes, que tienen más naturalizada la tecnología”, dijo.

La tarea no termina allí. En esos cambios que se impusieron en pandemia, la evaluación dejó de ser por notas y pasó a ser formativa. Es decir, hay que escribir un informe sobre los resultados del proceso de aprendizaje. “Escribirlo y cargarlo en el Ciudadano Digital, donde está todo. También hacemos otro para los padres”, indicó.

Pero a pesar de todo, de los viajes hacia Ballesteros durante 12 años, de las clases virtuales y el teléfono “prendido fuego”, sabe que le encanta enseñar. “Es lo mejor, hacer el nexo entre los estudiantes y lo que uno pudo haber aprendido, es lo que me apasiona”.

 

Un deseo

“Me gustaría que nos dejen de tirar con artillería pesada, diciendo que los docentes no hacemos nada, que nos pasamos un año en casa como ociosos. Fuimos vapuleados últimamente, tanto, que me duele”, dijo.

“Los padres de nuestro colegio, la mayoría, son muy agradecidos. Te mandan mensajes expresando que valoran la preocupación y la ocupación del colegio y de los docentes para garantizar el aprendizaje de sus hijos, pero vemos que hay mensajes muy agresivos en los medios contra nosotros. Me gustaría que supieran todo lo que hacemos”, concluyó.

 

Vacunación

Cervigni pasa muchas horas en la escuela, en contacto con las distintas “burbujas” de estudiantes y también con padres y docentes.

-Imagino que ya están todos vacunados, le dijimos.

-¿La vacuna para los docentes? Bien, gracias, la estamos esperando aún, contestó.

 

 

 

Susana Cervigni comenzó a trabajar en una escuela de Ballesteros, específicamente en las materias de la especialización técnica. Fue en 1999. Durante 12 años, viajó por la ruta 9 para llegar a dar clases.

 

“El teléfono está prendido fuego”, dice la docente de la Escuela Abraham Juárez, informando que la herramienta que utilizan para garantizar el dictado de clases es el WhatsApp.

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