Adriana Rosales (63), docente de educación especial jubilada

“No se acaba la vida útil”

Pasó casi dos décadas interpretando en el Instituto Municipal de Discapacitados Auditivos, integrando alumnos en la escuela común, “abriéndoles camino para incorporarlos al mundo de los oyentes”. En su caso, la jubilación llegó “en el momento justo”

“Cuando llega el último día se te arruga el alma. Pero yo diría que ese día no se acaba la vida, sino que empieza otra etapa, una etapa que debe ser de jubileo, como la palabra lo sugiere. Hay que verlo desde ese lugar, aunque debo decir que en mi caso llegó en el momento justo; era casi una necesidad”, dice Adriana. ¿Por qué? “Porque en ese entonces el IMDA dependía de la Municipalidad, no estábamos reconocidos como docentes y trabajábamos siete horas por reloj, cuando en educación especial deben ser cuatro o cinco como máximo. Siempre reclamamos por eso, que llegó después de que me jubilé, cuando la institución pasó a la órbita provincial, como anexo de la Escuela Recuperadora Pablo Sexto. Digo que llegó en el momento justo, porque no sé si hubiera podido seguir un año más con la carga de trabajo que tenía encima. Era muy agotador”.

Ahora mira para atrás y puede sentir la satisfacción “por determinados logros, por el reconocimiento de padres y de un grupo de exalumnos que saben que la labor docente incluía, como en tantos casos, mucho de trabajo social, mucho de humanitario”.

“Pero también había mucho de lo otro y, entonces, la etapa de la jubilación entiendo que era necesaria. Al comienzo comía apurada, como si tuviese que salir corriendo o me despertaba sobresaltada porque no sonaba el despertador, pero no, no tenía que ir a ningún lado. Poco después llegó mi nieta y fue distinto, empecé a tener otros intereses y a disponer de tiempo para poder atender esos intereses y hacer muchas cosas que uno no se da cuenta de que se quedan sin hacer en el ir y venir al trabajo”, concluye Adriana, que empezó en la órbita de la Municipalidad en 1980, concretamente en la Biblioteca Popular Mariano Moreno, para pasar al IMDA siete años después, hasta su jubilación en 2016.

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