¿Por qué el tránsito urbano nos afecta tanto?

Escribe Mónica De Haro

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La contaminación acústica generada por el tránsito urbano puede ser tan dañina o más que la polución ambiental. Un nuevo estudio asegura que es responsable de ingresos hospitalarios urgentes por ansiedad, depresión, e incluso podría causar demencia y Parkinson.

La investigación, publicada en ‘Science of the Total Environment’, explica el impacto a corto plazo del ruido del tráfico urbano sobre la salud y lo clasifica como factor de riesgo de ansiedad y depresión.

Liderado por Julio Díaz y Cristina Linares, del departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad española, el trabajo prueba la relación entre ruido por tráfico urbano, estrés neurológico y desarrollo de enfermedad mental.

La ciencia ya ha relacionado la contaminación con enfermedades cardiovasculares, hipertensión, problemas de sueño y diabetes, entre otras. Pero según cuentan los autores de esta nueva investigación, el ruido del tráfico urbano es uno de los factores de riesgo menos estudiados.

El estudio explica que la capacidad de la contaminación acústica urbana para estresar el sistema nervioso humano se determina en dos niveles.

Por un lado, hay un impacto psicológico vinculado con la excitación del hipotálamo tras la llegada del sonido (ruido) a las estructuras talámicas auditivas.

Por otro, se producen alteraciones orgánicas en el eje hipotalámico pituitario adrenocortical y en el sistema simpático adrenal medular.

La investigación, que se llevó a cabo en Madrid entre los años 2010 y 2013, ha analizado la influencia de los indicadores de contaminación acústica en los ingresos urgentes diarios por ansiedad, depresión, así como el número de suicidios diarios.

También se han analizado variables más conocidas, como las concentraciones diarias de contaminantes como el dióxido de nitrógeno, micropartículas respirables en suspensión y ozono y las temperaturas en olas de frío y de calor, cuya relación con sus impactos sobre la salud está más consolidada.

El estudio concluye que los ingresos urgentes por ansiedad, depresión y suicidio sí están relacionadas con los niveles de ruido equivalente y que también se observan más casos de ansiedad vinculados con las temperaturas extremas, sobre todo en el caso de olas de frío. Por contra, en este caso no se observaron vínculos entre los contaminantes químicos y la aparición de las citadas patologías.

Este nuevo trabajo confirma las asociaciones ya encontradas en estudios previos realizados por Linares y Díaz, en los que se observó una relación entre el ruido del tráfico y la aparición de enfermedades neurodegenerativas como la demencia y el Parkinson, debido a la capacidad del ruido como factor estresante para el sistema nervioso.

De hecho, los investigadores consideran que la contaminación acústica podría tener incluso un mayor impacto en la salud que la contaminación química urbana, tanto en el número de enfermedades a las que afecta como en el riesgo atribuible a este contaminante.

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