Rutinas contienen y organizan al bebé

Hábitos saludables en la infancia

“Lo que se les da a los niños ahora, los niños lo darán a la sociedad”. Karl Menninger
martes, 8 de septiembre de 2020 · 09:00

Escribe: Lic. Zoe Zuin (*)
Especial para El Diario

La llegada de un bebé exige a los integrantes de la familia prepararse para la experiencia de transitar nuevos caminos.

La condición de ser primerizos no es menor, si bien será el amor absoluto el que guiará los pasos de crianza, la inexperiencia, la ansiedad, las inseguridades y el temor de no saber cómo, convierte situaciones diarias en verdaderos momentos de caos. Este pequeño o pequeña que aún no habla y se mueve poco, domina la escena familiar. Los tiempos ya no son los mismos, las rutinas han cambiado y la pareja se ha convertido en pocos minutos en una familia. Las opiniones abundan, los consejos de “experimentados” se transforman en pruebas piloto y la inestabilidad emocional de la pareja, ahora padre y madre, está a la orden del día.

Habrá que transitar momentos de llantos, juegos, mimos, siestas y baños para comenzar a descubrirse mutuamente como integrantes de esta nueva familia. Habrán pasado unos cuatro o cinco meses ya, y el bebé chiquitito, dormilón (o no), indefenso, ya es un bebote, está más erguido, devuelve sonrisas, reconoce sonidos, balbucea y es capaz de dirigir su mirada a sonidos familiares o llorar desconsoladamente ante desconocidos.

¡Llegó la hora! Es momento de establecer rutinas saludables que organizarán la vida familiar e irán circunscribiendo en el bebé hábitos que lo contienen y lo organizan. Si bien hablar de rutina y planificación conecta con ideas de estructuras, cuadros e ítems a cumplir, se puede resignificar el contenido conociendo que estas organizaciones, que tienen que ser particulares y únicas según las dinámicas familiares, ayudaran al futuro de todos los integrantes. Empezar de menor a mayor es la clave, sabiendo que todos los hábitos que incorporemos en la vida cotidiana serán significativos para el curso del desarrollo infantil.

Myrta Chokler (2016) en “Los organizadores del desarrollo” plantea que el desarrollo consiste en un proceso en el cual se organizan y complejizan tanto las funciones biológicas como psicosociales, siendo estas transformaciones las promotoras de una progresiva adquisición de competencias y capacidades que le irán permitiendo al bebé alcanzar la autonomía. Por esto, se puede pensar que la calidad de estos primeros actos serán fundamentales para un desarrollo saludable.

Los primeros hábitos que se pueden incluir en la rutina diaria de un bebé, pasados los 5 meses, serán la rutina de sueño, higiene y alimentación, respetar horarios, ambientes y personas que acompañen estas actividades será el inicio y la base de objetivos más ambiciosos. A medida que pasa el tiempo el bebé irá demostrando con sus logros que ya es capaz de nuevos desafíos, pudiendo establecer otras actividades y rutinas a las ya establecidas e incorporadas.

Comenzar a compartir la mesa familiar y el horario de las comidas será todo un acontecimiento, para ir incorporando paulatinamente el que permanezcan sentados, que se vayan a dormir solos, que se laven los dientes antes de dormir, que ordenen su cuarto como otros grandes retos en la tarea de la crianza. El comportamiento que tienen los niños y niñas ante estas propuestas tienen que ser los pulsadores a la reflexión. “Mi hija no permanece sentada ni un minuto en la mesa... pero en el jardín come sola, y se queda sentadita hasta que la ‘seño’ les dice que ya pueden levantarse, es que le encanta comer con Peppa Pig” (palabras textuales de Milagros, mamá de Victoria, de 2 años).

¿Qué les proponemos a los niños y niñas para la incorporación de nuevos desafíos? ¿Qué estamos dispuestos a dar? Prepararse para cada momento tiene que ser lo inaugural. Disponerse a compartir, charlar, escuchar, acompañar, son el respaldo que tienen los adultos responsables de infancias para promover caminos hacia futuros aprendizajes. Los acuerdos se logran estableciendo pautas de comportamientos claras que deben cumplir todas las partes, los adultos deben estar ahí con firmeza, con presencia y con compromiso, reconociendo que la incorporación de hábitos y rutinas es el inicio a la autonomía y responsabilidad.

Como cada semana los invito a reflexionar sobre cada pequeño logro que alcanzan sus hijos e hijas, desafíos que propician crecimientos saludables. El compromiso y la responsabilidad que conlleva la crianza construyen formas para estar con otros y con sí mismos. Tratemos de encontrar en estas actividades lo gratificante de poder enseñar y aprender juntos, de descubrir en cada rol, el de mamá, papá, hijo o hija la oportunidad de cimentar aprendizajes significativos, que nos retroalimenten y enriquezcan como familia.

(*) Diplomada en Neuroeducación

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