Diego Sciretta, radicado en Israel

Un cordobés que trabaja por la paz en la región más bélica del planeta

domingo, 14 de julio de 2019 · 11:05

No es fácil vivir en medio de la guerra. Menos para un cordobés que hunde sus raíces en esta Villa María y que se crió en la capital cordobesa con vista a la tranquilidad de las serranías.

Sin embargo, Diego Sciretta eligió para vivir Israel, en Sederot, un pueblo que ya incorporó el ruido de los misiles a la vida cotidiana.

En su último viaje a la Argentina, dialogó con La Revista sobre sus raíces villamarienses y su trabajo como fundador de un movimiento denominado “Enemigos por la paz”.

“Mi padre y sus hermanos son de Villa María. Incluso, tengo recuerdos de visitar a mi abuelo Miguel, en una humilde casa donde cada vez que íbamos, estaban los tallarines caseros colgados de los respaldos de la silla”, dijo.

“Tengo muchos parientes allá. Voy a nombrar a uno ya fallecido, Pedro Sciretta, un dirigente del gremio de Camioneros que trabajó siempre con mucho amor por los afiliados y que hoy la clínica que hizo el sindicato lleva su nombre”, recordó. “Y también a mi tía preferida, Tita, que era una parasicóloga que vivía en Villa Nueva”. “Ahora, estoy muy orgulloso de la actividad política que lleva adelante un primo, Angelo Valenzano, que fue electo concejal y del que espero que siga su camino ejerciendo como hasta ahora, lo mejor de la política”, agregó.

-¿Cuál fue tu inicio en la vida política de Israel?

-Cuando llegué empecé a trabajar en una empresa textil que tenía jornales de 14 a 16 horas. Así fue que fundé un sindicato que impulsó la lucha para lograr jornales de 8 horas y otros beneficios salariales y en materia de derechos. Luego, ese sindicato fue uno de los cinco fundadores de una central obrera (Fuerza de los Trabajadores) formulada al modelo finlandés, donde ningún dirigente cobra sueldo y los cargos directivos son renovados actualmente. Hoy, la central tiene entre 70 y 80 mil afiliados.

En el año 2012 me afilié al Partido Laboralista y fui precandidato a diputado. Sigo en ese partido.

Pero en lo que estoy trabajando ahora con más fuerza, es en el movimiento por la paz que fundamos junto al embajador para América Latina de la Organización para la Liberación Palestina (OLP), Mohamed Amer Odeh. “Enemies for peace”, es el nombre en inglés de la organización (Enemigos por la paz), con la que damos charlas tanto del lado palestino como del lado israelí, fundándonos en un acuerdo que se basa en el concepto de dos estados para dos pueblos y obviamente, en  la desocupación de los terrenos ocupados.

Junto al abogado en derechos humanos Claudio Orotz , autoridades del Gobierno de Abu Masen y la joven Palestina Tamimi, en una actividad de “Enemigos por la paz”, el mes pasado

No solamente damos charlas en ambos países, sino también en Chile, Uruguay y en otros sitios, donde reunimos a ambas colectividades.

Siempre decimos que la guerra no es entre judíos y palestinos; sino entre judíos y palestinos que quieren paz, contra judíos y palestinos que no la quieren. En hebreo se llama “administrar el conflicto” no resolverlo.

Yo se que es difícil hablar a un vecino de hacer la paz con un enemigo después que cayeron en tu pueblo 400 misiles. Pero como decimos siempre, la paz se hace con los enemigos, con los amigos no hace falta.

En ese contexto, me vinculé con el gran maestro de la ciudad de Oliva, Jorge Cuello, con la idea de pintar el muro que divide algunas secciones de Israel y de Palestina.

En ese muro, el artista va a construir 700 niños de arcilla, que representan un trabajo que hizo sobre una batalla dentro de la guerra de la Triple Alianza, donde el Ejército paraguayo disfrazó con barbas de choclo a 700 niños para que fueran vistos como hombres por el enemigo.

-¿Cómo es vivir en medio de un conflicto de tan larga data?

-Es complicado. Yo soy patriota, comparto el sionismo como movimiento de liberación del pueblo judío, pero ese movimiento no puede ser utilizado para oprimir a otro pueblo. Eso no está ni en las creencias religiosas ni en los libros del sionismo. Por otra parte, sabes que tus hijos van a ir al Ejército y es muy desgastante. Uno sigue con el compromiso permanente de que es una guerra inútil, pero también vemos que hay mucha gente que le tiene miedo a la paz. No recuerda lo que es vivir en paz.

Sin embargo, los movimientos pidiendo la paz y el diálogo se multiplican. En Israel hay 132 organizaciones y hay también en Palestina. Entre ellas, hay un movimiento de mujeres que organizó marchas con más de 100 mil personas. Eso fue impresionante.
El gobierno que lideró Netanyahu se opone a todo diálogo. Esperemos que en las próximas elecciones se imponga definitivamente la política que impulse la paz.

-¿Volverías?

-Claro que sí, extraño Argentina horrores.

Pero volver a ayudar a transformar esta realidad, hay mucha injusticia y corrupción, se perdió la mística y la solidaridad.

Así que solo volvería, si tuviera un puesto desde alguna estructura gubernamental, un puesto de acción transformadora concreta, donde pueda aplicar toda la experiencia que viví en Israel, kibutzim, cooperativas, educación y emprendimientos son la base del desarrollo de mi otro paisito.

Además no me domesticaron cuando mis hijos eran chicos y estaba casado, menos lo harán ahora  que soy un pájaro libre de libre vuelo.

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