Ante las protestas antirracistas en Estados Unidos

El secretario de Defensa se opuso a cumplir las órdenes de Trump

Muchas voces, algunas desde el mismo Partido Republicano, criticaron al mandatario estadounidense por no tener liderazgo para resolver la crisis política, social, económica, sanitaria y cultural

El secretario de Defensa de Estados Unidos y jefe del Pentágono, Mark Esper, se negó a sacar al Ejército a las calles para contener las multitudinarias protestas emergentes tras el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd a manos de la Policía.

Esper expresó que está “en contra de utilizar al Ejército para sofocar las protestas” en las calles de varias ciudades de Estados Unidos, como así también de recurrir a la Ley de Insurrección de 1807, en una franca oposición a las intenciones manifestadas por el presidente Donald Trump.

El poderoso país del norte vivió durante las últimas horas la novena noche de una ola de protestas que se ha extendido de costa a costa, con especial acción en Seattle, Nueva York, Washington, Mineápolis y Filadelfia, donde continuaron los saqueos y desmanes.

Así también, el ministro de Defensa reconoció que la muerte de Floyd fue “un crimen horrible” y pidió que se castigue a los culpables.

 

País fracturado

Hace pocas horas, Trump hizo que la Policía dispersara con gases lacrimógenos a la población que se había acercado hasta la iglesia de Saint John, conocida como “la iglesia de los presidentes”, donde alzó la Biblia con su mano derecha y, en tono solemne, dijo: “Tenemos un gran país, el mejor país del mundo. Y vamos a hacerlo aún mejor”.

Sin embargo, las imágenes a su alrededor correspondían con las de un país fracturado y en llamas, enmarañado en una crisis gigantesca y sin un líder capaz de aunar fuerzas.

La violencia que se desató afectó a más de 100 ciudades durante los últimos ocho días y en algunos casos se registraron muertos, heridos, muchos detenido y episodios de vandalismo.La pandemia, que ya ha matado a más de 105 mil personas, por lo que resulta hasta ahora el país más castigado por el coronavirus en todo el mundo, agravó ostensiblemente la situación política, desde unos días sumido en la mayor ola de violencia racial desde el asesinato de Martín Luther King en 1968, a la vez que afronta el peor colapso de su economía desde la Gran Depresión acaecida en 1929.

Críticas

“Esta es la peor crisis que el país experimenta en el último siglo debido a la falta de liderazgo presidencial”, sostuvo la destacada historiadora estadounidense Koan Hoff, quien incluso integró el Centro para el Estudio de la Presidencia.

Trump, lejos de apaciguar los ánimos, optó por acusar a los manifestantes de ser “terroristas” y amenazó con el despliegue de los militares.

El propio gobernador republicano de Massachusetts (del mismo partido del mandatario), Charli Baker, expresó que “cuando el país necesitaba más compasión y liderazgo, (éste) no se encontraba en ningún lado”.

A tal punto llegó el accionar de Trump que, a través de un tuit, manifestó que “la fuerza abrumadora de los uniformados” controló las noches en Washington y Mineápolis, ante lo cual se agradeció a sí mismo diciendo: “¡Gracias, presidente Trump!”.

Mientras tanto, el mandatario fue criticado por los líderes religiosos, como ocurrió con el representante episcopal de la capital del país, Mariann Budde, quien dijo que “todo lo que ha dicho y hecho (Trump) es inflamar la violencia”.

Por otro lado, el diario The New York Times informó que Trump fue llevado a un refugio subterráneo por miembros del Servicio Secreto, ante la inquietud encendida por las protestas fuera de la Casa Blanca.

Ante esta encrucijada política, ahora con 40 millones de personas sin empleo, el presidente buscó desviar la polémica al terreno electoral de cara a las elecciones presidenciales de noviembre próximo.

Es así que Trump tuiteó hace pocas horas que su probable rival demócrata, el expresidente Joe Biden, “ha sido políticamente débil toda su vida” y “la debilidad nunca vencerá a los anarquistas, saqueadores o matones”.

Las encuestas, como la realizada por Reuters/Ipsos, indicaron que la mayoría de los estadounidenses apoyan a las protestas, al punto que casi dos de cada tres simpatizan con las manifestaciones y desaprueban la forma en que Trump ha manejado la situación.

Hasta el propio expresidente republicano George W. Bush respaldó las protestas al expresar en un comunicado que “la única forma de vernos a nosotros mismos con la luz verdadera es escuchar las voces de tantos que están sufriendo”.

 

Brasil es el país latinoamericano donde la Policía mata a más negros

En Brasil un ciudadano negro tiene dos veces más posibilidades de morir como resultado de la acción policial que cualquier otro estadounidense, riesgo que es aún mayor si se compara únicamente con la población blanca, reveló Rafael Alcadipani, profesor de la Fundación Getulio Vargas y miembro de Foro Brasileño de Seguridad Pública. El igual sentido, el director del Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard, Alejandro de la Fuente, aseguró que “si uno sigue más o menos de cerca las noticias de Brasil encontraría casos probablemente peores que los que estamos leyendo sobre Estados Unidos”. 

En la edición 2019 del Anuario Brasileño de Seguridad Pública se puede leer que, “aunque representan el 55% de la población brasileña, los negros son el 75,4% de los muertos a manos de la Policía”.

Es “imposible negar el prejuicio racial de la violencia en Brasil”, se lee en el mismo documento. En tal sentido, Alcadipani llegó a la conclusión que “en países racistas como es Brasil, las instituciones también son racistas”, a la vez que apuntó que “la cuestión de la raza en Brasil es un elemento muy importante, aunque también está la cuestión de la pobreza”.

Frente a esta situación los investigadores coinciden en que hay que reparar en la lógica con la que operan las fuerzas policiales: “En Brasil, la Policía no tiene como prioridad la seguridad de la gente. La principal preocupación es la protección de la propiedad, especialmente de las empresas internacionales”, refieren los estudios.

Además, los investigadores universitarios sostienen que la acción policial se funda en la lógica, similar en toda América Latina, de la confrontación, que es avalada por la mayor parte de la sociedad que cree que el buen bandido es el que está muerto”, por eso “hay una demanda de la sociedad para que se mate a algunas personas, si es negro, mejor”. A esto se suma la presencia del Gobierno de Jair Bolsonaro que agravó el problema. Así, mientras en 2014 el promedio de muertes a manos de la Policía era de seis, cuatro años después la cifra se elevó a 18.

Una de las banderas que esgrimió Bolsonaro durante su candidatura es que la Policía tiene que matar, por lo que incentivó la violencia.

Es suficiente solo escuchar las expresiones de Bolsonaro cuando los periodistas le preguntaron el martes pasado por el elevado número de decesos acaecidos por la pandemia: “La muerte es el destino de todo el mundo”, dijo el mandatario, en cuyo país, el mismo día, el coronavirus cobró la vida de más 1.100 personas.

 

De  no creer: acuerdo entre Maduro y Guaido

Por primera vez después de mucho tiempo, el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana se pusieron de acuerdo para trabajar en forma coordinada para luchar contra la pandemia del coronavirus con la mediación de la Organización Panamericana de la Salud. Venezuela ha reportado muchos menos casos de contagios que sus vecinos Colombia y Brasil. Tras el acuerdo, el líder opositor Juan Guaidó anunció que su tío, Juan Márquez, que estaba encarcelado desde febrero pasado por intentar introducir explosivos al país, había sido trasladado a su casa.

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