A propósito del 25 de Mayo

El Cabildo o cómo menospreciar un monumento patrio

Desde 1608 hasta el siglo pasado, el edificio histórico sufrió una decena de modificaciones, con marchas y contramarchas por falta de presupuesto. Albergó hasta una cárcel para personas privilegiadas, calabozos comunes para hombres y otro para mujeres
miércoles, 25 de mayo de 2022 · 09:05

Pocas construcciones de la arquitectura argentina han condensado tanta historia y tantos problemas como el Cabildo de Buenos Aires.

Desde su construcción colonial hasta su reconstrucción actual, de 1936, sus salones no solo han albergado las primeras intenciones independentistas, sino también han resumido las ideas de las diferentes generaciones sobre la conservación de la arquitectura del pasado. Como se verá, algunas ideas conservacionistas eran inexistentes en algunos períodos.

Desde las mutilaciones de sus alas producidas por la apertura de la avenida de Mayo primero, y la diagonal Sur después, su ornamentación considerada demasiado “básica” para ser remodelada por Pedro Benoit ya en 1884, hasta la recuperación de Mario José Buschiazzo a mediados de la década de 1930, el emblemático edificio sufrió una modificación constante, marcada por las necesidades funcionales y simbólicas de la Plaza de Mayo.

Pero, vamos por partes: el 3 de marzo de 1608 y ante la ausencia de un edificio propio, el alcalde Manuel de Frías señaló la necesidad de construir un Cabildo, que se financiaría por medio de nuevos impuestos a las naves que entraban y salían del puerto de Buenos Aires.

Su construcción finalizó hacia 1610, aunque al poco tiempo comenzaron varias remodelaciones. Y debido a que durante varios años no se hizo un mantenimiento del edificio, en pocas décadas se lo vio en ruinas.

Es por ello que en mayo de 1682 las autoridades propusieron la reconstrucción del edificio, ahora con dos plantas, que contendría: en la planta alta una Sala Capitular y el Archivo, mientras que en la planta baja habría una cárcel para personas privilegiadas, calabozos comunes para hombres y otro para mujeres, un cuarto para vigilancia y habitaciones para jueces y escribanos.

Pero recién el 23 de julio de 1725 (43 años después) comenzó la construcción del nuevo edificio, que al poco tiempo se detuvo, para reiniciarse en agosto de 1731. Un año más tarde se suspendieron nuevamente los trabajos por falta de presupuesto.

Poco después se retomaron y en 1764 se dio por terminada la torre del Cabildo, aunque en el momento de producirse la Revolución de Mayo, en 1810, el edificio aún no se hallaba íntegramente terminado.

Luego de su construcción, el Cabildo fue utilizado como recinto para las autoridades y nuevamente como cárcel, ya que no existía otro lugar donde alojar a los presos. Y se mantuvo así hasta la construcción de una nueva unidad donde alojar a los penados.

En 1880, el arquitecto Pedro Benoit elevó la torre 10 metros y colocó una cúpula azulejada. En esta reforma el techo perdió sus tradicionales tejas. Pero la nueva torre sería demolida nueve años más tarde, en 1889.

No lo demolieron “de casualidad”

El edificio por entonces contaba con 11 arcos en cada planta. Pero en 1894, debido a la apertura de la avenida de Mayo, se tuvo que demoler un costado, con lo cual desaparecieron los tres arcos del lado norte.

La armonía edilicia había desaparecido hasta que en 1931 se demolieron los tres arcos del lado sur para abrir la diagonal Julio A. Roca.

De los 11 arcos originales solamente quedaron cinco.

Según el historiador Enrique de Gandía, el Cabildo no fue demolido gracias a los esfuerzos del diputado nacional Tomás Santa Coloma y de su hijo Federico Santa Coloma Brandsen, segundo director del Museo Histórico Nacional.

En 1940, el arquitecto Mario Buschiazzo reconstruyó el aspecto del Cabildo colonial, basándose en diversos documentos históricos. Así fueron reparados la torre, los tejados, las herrerías y la carpintería.

Pero el edificio del Cabildo que podemos recorrer hoy conserva muy poco -casi nada- del edificio original.

Apenas si ha sobrevivido la Sala Capitular. Ni siquiera permaneció la torre original que Buschiazzo limitó en altura para acompañar la mutilación de las arcadas laterales.

Actualmente, el histórico Cabildo de Buenos Aires es más un ejercicio de recuperación de la memoria urbana que un verdadero edificio. Sin embargo, en él convergen los imaginarios de una ciudad y de un país que en 1810 “quiso saber de qué se trata”.

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