FAUBA organizó una jornada para debatir el proyecto de ley

Semillas, un aporte al debate

Docentes de la Facultad de Agronomía de la UBA, abordaron las ventajas y desventajas de la actual Ley de Semillas y se refirieron también a los proyectos de reforma de la normativa. Un aporte desde la academia, al debate clave para la producción de alimentos
sábado, 9 de noviembre de 2019 · 10:34

La actual Ley  20.247 también conocida como “Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas”- se promulgó en 1973. Hoy existen propuestas para modificarla, argumentando su desactualización y la necesidad de promover nuevos desarrollos por parte de las compañías semilleras, comenzó diciendo Pablo Roset, en Sobre la Tierra (SLT), espacio comunicacional de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

En ese contexto, la Facultad de Agronomía de la UBA organizó la jornada sobre “Ley de Semillas: aportes para un debate institucional”, en la que un grupo de docentes y profesionales debatieron, con distintos enfoques, sobre la importancia y las posibles consecuencias de cambiar la legislación vigente.

 

Insumo básico

Para Gustavo Schrauf, profesor titular de la cátedra de Genética de la FAUBA, es fundamental conocer cómo son y quiénes controlan los mercados de semillas. “La semilla es el insumo básico de la cadena alimentaria y condiciona cómo se producen los alimentos. Por eso, las empresas de agroquímicos compraron casi todas las semilleras en el mundo: Bayer compró a Monsanto, Dow y Dupont se fusionaron y ChemChina adquirió a Syngenta y a la empresa argentina Nidera. Solo estos tres grupos empresarios concentran cerca del 60% de las ventas globales de semillas y del 70% de los agroquímicos”.

“Esto hace que el productor esté muy condicionado en su forma de producir. Al comprar las semillas también adquiere los agroquímicos para que los cultivos expresen su potencial. La tendencia al monopolio es muy fuerte, y si dejamos en sus manos el desarrollo de semillas, perdemos soberanía y poder de decisión”, dijo, y agregó que quitarle al productor el derecho al uso propio de las semillas puede profundizar la monopolización.

 

En Argentina, se “atrasa”

A su turno, Fernando Vilella, director del programa de Bioeconomía de la FAUBA, dio una mirada diferente: “En la Argentina, la normativa que rige para las semillas ya tiene varias décadas. No se han recogido las innovaciones tecnológicas desarrolladas en los últimos años y eso ha tenido un costo importante tanto en productividad como en divisas. Por ejemplo, hoy, por no haber incorporado esas tecnologías, los rindes argentinos en maíz y trigo pasaron a estar debajo de los de Estados Unidos, habiendo sido superiores o semejantes. Cuando uno valoriza eso, significaría una pérdida para el país de 50 mil millones de dólares por el maíz más 19 mil millones por el trigo”.

En esta misma línea, el docente agregó que en el caso de la soja, por esa misma razón y porque los productores pueden guardar semillas de una campaña a otra -cosa que no sucede con el maíz híbrido- la Argentina estaría perdiendo alrededor de 2.500 millones de dólares por año. “En el proyecto de Ley del oficialismo, que ya cuenta con un dictamen de mayoría en la Cámara de Diputados, y en los restantes 10 proyectos presentados, hay una consideración de que no paguen los derechos de uso de las semillas los pueblos originarios, la agricultura familiar y las micropymes, que son empresas que facturan hasta 10 millones de pesos por año, aproximadamente 900 mil pesos al mes. No es una cifra tan chica de productores exceptuados”, destacó Vilella.

 

Uso propio

Javier Rodríguez, de la Universidad de Lanús, dijo que “uno de los problemas centrales del proyecto del oficialismo es que se limitaría fuertemente, o se eliminaría, la figura del uso propio de las semillas. Es decir, se les quitaría a los productores la posibilidad de que guarden sus semillas para sembrarlas en la campaña siguiente. En su remplazo, se propone la figura del uso propio oneroso. Dicho de forma simple, los productores deberán pagar por sembrar las semillas que ellos mismos producen. Sin el uso propio desaparece la única posibilidad de evitar una situación de monopolio”.

 

Comercio y propiedad intelectual

Miguel Rapela, director de Vinculación del Centro Integrado de Genómica y Mejoramiento de Ubatec señaló: “La Ley 20.247 abarca dos cosas que no tienen casi nada que ver entre sí: lo relativo al comercio de semillas y lo referido a la propiedad intelectual de la creación de nuevas variedades vegetales. En el resto de la jurisprudencia argentina, estos temas están separados, pero esta Ley los junta. Al examinar los 11 proyectos presentados al Congreso no se ven diferencias en nuevas ideas sobre la comercialización de semillas. El punto urticante está en la parte de la propiedad intelectual”, puntualizó

“Por otra parte, está el tema del monopolio. Las tres o cuatro empresas semilleras internacionales que dominan el mercado mundial poseen posiciones muy fuertes en el mercado de semillas híbridas en la Argentina, pero son casi inexistentes en el mercado de autógamas”, señaló.

 

Primer eslabón

También aportó su visión Tamara Perelmuter, docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. “Las semillas son el primer eslabón de cualquier cadena agroalimentaria, por lo que representan una importantísima fuente de poder. Quien las controla, domina la cadena productiva y la disponibilidad de alimentos”, dijo.

Perelmuter comentó que las semillas son el primer eslabón de la cadena alimentaria y la base de la biodiversidad del planeta. La diversidad genética de los cultivos conocidos proviene de un trabajo milenario de los pueblos, y el avance de los derechos de la propiedad intelectual sobre las plantas no contribuyó al aumento de la biodiversidad, sino todo lo contrario. La lógica de la apropiación privada del trabajo colectivo histórico de los pueblos promovió una pérdida mayor de diversidad genética y agrícola. “Lo que se está debatiendo es la propiedad intelectual sobre la vida”, concluyó.

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