Grupo B - 1ra. fecha

Argentina sufrió otro golpe en su debut ante Colombia

El elenco de Lionel Scaloni no aprovechó los momentos favorables del partido y cayó 2 a 0 en su presentación. Martínez y Zapata marcaron para los dirigidos por Queiroz, cuya supremacía táctica fue determinante en momentos claves
domingo, 16 de junio de 2019 · 17:30

Escribe: Federico Jelic (enviado especial)

Argentina sufre un suplicio, una malaria general que amenaza con prolongarse y que, a pesar de haber tenido las chances de desnivelar, el destino parece serle esquivo. En el debut en la Copa América Brasil 2019 cayó 2 a 0 ante una pragmática Colombia que aprovechó sus momentos, golpeó en las ocasiones precisas y se quedó con una victoria que lo acerca a los cuartos de final.

Los goles fueron anotados por Roger Martínez y Duván Zapata, dos con pasos fugaces en el fútbol argentino que fueron pura contundencia en el mejor momento de Argentina. Ospina era responsable de que los albicelestes no fueran ganando, pero la inteligencia clave llegó desde el banco de suplentes, con un Carlos Queiroz que le dio una “bailanta” a Scaloni desde lo táctico, interpretando correctamente los momentos, y desnudando la ausencia de un plan B en la estructura nacional que sigue pagando caro las improvisaciones. Ahora la ilusión es ir con todo contra Paraguay en función de que no se apague la llama de la clasificación.

El inicio del partido fue activo, con los dos equipos con buenas intenciones y una Argentina que se estaba descubriendo en esta nueva etapa. Priorizando la tenencia de pelota pero sin explosión, aunque con saludables apariciones como la de Gio Lo Celso y el aire fresco de Guido Rodríguez. Pero enfrente figuraba la renovada Colombia de Queiroz, DT europeo en un fútbol sudamericano no del todo conocido para él pero apostando a su estilo táctico que siempre da frutos. Y lo consiguió.

No hubo muchos espacios para crear. De hecho, las más claras fueron en ese lapso para los cafeteros, reaccionando la defensa in extremis con Renzo Saravia,  y en un repetido error en la salida, con una desinteligencia entre el arquero Armani y Otamendi que no fue gol de casualidad.

A Argentina le costaba progresar en cancha, siempre con la carta de Lionel Messi como máxima ilusión, y a quien se lo vio enchufado y comprometido con la causa. El dilema fue que para romper la línea media se apostó por momentos al juego aéreo, donde Sergio Agüero perdía en talla y fuerza con las torres Yerry Mina y Davinson Sánchez. No hubo remates al arco, Ospina, a pesar de no estar completamente pasivo, no tuvo muchas acciones de peligro que apagar.

El DT interino Lionel Scaloni sigue insistiendo en la forma de jugar como prioridad, en el “cómo” y no en el resultado, materia que hoy luce desaprobada, sobre todo porque Colombia tuvo más profundidad en esa etapa y no llegó a convertir solo por ineficacia y por la solvencia defensiva de Argentina, de lo poco rescatable de esa primer mitad, que recibió al descanso de entretiempo como un alivio. Se fue desdibujando, de mayor a menor, y con Messi desprogramado.

Con el cambio pieza por pieza de Rodrigo De Paul por Di María, no pareció modificarse el tablero aunque creció en actitud. La mentalidad fue creciendo, Paredes tuvo dos remates y Messi no jaló el gatillo en una gran combinación con Agüero que pudo coronar la más estética del partido. Creció la figura de Ospina, como aquella fría noche en Viña del Mar en la copa de Chile 2015, invulnerable en todas las vías.

 

El primer cachetazo

Pero en el mejor momento argentino, llegó el gol de Roger Martínez. El ex-Aldosivi recibió un cambio de frente de James, superó a Saravia y remató al lado del palo derecho, inatajable para Armani.

Scaloni mandó a la cancha al cordobés Matías Suárez sacando a Agüero, pero el impacto anímico fue más fuerte. Una clase táctica le dio Queiroz a Scaloni, poniendo ya con espacios a Duvan Zapata, quien a falta de cinco minutos liquidó el pleito, desnudando las falencias del equipo Argentino que no sale de su infierno.

Ahora la reacción deberá llegar contra la Paraguay del Toto Berizzo, pero sobre todo, desde la autocrítica y la necesidad de cambiar a partir de la vergüenza deportiva de un escudo que cada vez pierde más y más prestigio en cancha.

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