Lucho y una historia vital de la terapia alternativa

El golden retriever conocido en caninoterapia dio muestras en San Francisco de su importancia para personas con discapacidad. Una profesional destaca el método por el cual ayudó a mucha gente

Trabajar con personas con discapacidad exige algo que no se aprende. La paciencia, la empatía, olvidarnos del tiempo invertido, la necesidad nuestra y sólo nuestra de ver los resultados. Y releyendo estas pocas líneas nos encontramos con el gran limitante; el trabajo para el que nos preparamos responde a un sistema que, en gran parte, no contempla la discapacidad. Por suerte existen trabajadores sin límites ni prejuicios, ni tiempo ni etiquetas. Raquel Giaccone, profesora de Educación Especial, nos cuenta quién es el mejor para esta tarea (emocional).

La terapia asistida con animales es un método terapéutico complementario con otras terapias que utiliza al perro para atender y contener a personas con discapacidad y situación de vulnerabilidad, psíquica, física o social de la persona y su familia para mejorar la calidad de vida.

Giaccone nos cuenta su experiencia.

-¿Cómo llegas a la caninoterapia?

-En 2006 dictaba un taller de arte para chicos con discapacidad y como orientadora de un centro de día, Cottolengo de San Francisco, en ese contexto comencé a capacitarme, aprovechando que justo en ese momento se empezó a dictar en la ciudad el Profesorado en Educación Especial. Ahí uní lo que amo, el arte y el trabajo con discapacidad.

En esta vocación no pueden faltar herramientas y es así como en 2014 decidí probar con terapias alternativas, así llego a Yanay Wasy, una ONG situada en Banfield, Buenos Aires, donde, entre otras cosas, dictan cursos en terapia asistida con animales.

-¿Quién es y cómo llega este compañero de tareas?

-Lucho es un golden retriever de 5 años, adiestrado como perro de asistencia, de todos modos no se lo puede describir. Durante mi formación en el Yanay Wasy, una pareja de perros habían sido papás y entre esos cachorros estaba Lucho. Un perro de trabajo se selecciona por su carácter, no puede ser ni el más miedoso, tampoco el dominante. Lo elegí porque era el gordito de la cintita azul, después me enteré de que él me eligió a mí. De todos modos está en sus genes, son todas familias de perros de terapia, la mayoría de ellos de un carácter para el trabajo y mucho más esta raza.

-¿Cómo fue el proceso de adiestramiento?

-A sus 2 meses lo traemos a San Francisco y comencé el trabajo de adiestramiento. Lo que se hace es enseñarle algunas órdenes y desensibilizarlo, que es, mediante el juego, darle un trato para que él luego tolere tirones de pelo, que se lo pise, lo retengan o le griten, diferentes situaciones a las que Lucho se iba a enfrentar al trabajar con chicos que, en gran medida, no manejan su motricidad ni tienen control sobre la fuerza que aplican en el abrazo, en las caricias... el entrenamiento es eso, ¡acostumbrarlo a que se banque todo!

-¿Cómo describirías la terapia?

-La asistencia con animales no es curativa, es una terapia complementaria, pero no menor. La autoestima, la capacidad de expresión, la movilidad que les demanda el deseo de tomar contacto con ellos, el cuidado de sí mismos que aprenden al cuidar al perro, al cepillarlo, al limpiarles las orejas, ellos los trasladan a sí mismos... Es hermoso, muchos chicos que no se comunican, que no se animaban a hablar, usan al animal para contarte todo, es un catalizador de las emociones.

Me toco seguir un caso de una niña con parálisis... mostró avances magníficos, logrando direccionar sus movimientos, tomar cosas con sus manos, las mirada y las sonrisas se llenan, les cambia la vida.

-¿Y cómo fue Lucho como “doctor”?

-Cuando Lucho llegaba al hogar era una alboroto, todo era algarabía, la felicidad de que venía Lucho, ese día cambiaban las caras, todos sonreían, lo querías acariciar, abrazar.

Una vez que Lucho estuvo preparado para empezar a asistir de manera sistemática, nos quedamos sin trabajo. Comenzó su tarea en forma privada en consultorios, pero las obras sociales no cubren este tipo de terapia, recién ahora se habla de la caninoterapia, aunque muy lejos aún de estar bajo la cobertura.

 

Lucho es hoy un desempleado, pero a él no le importa, no espera algo a cambio, no olvida su vocación, y cuando va a la plaza, busca acercarse a los chicos, y los chicos a él y se los ve repetir lo aprendido. Lucho regala lo que sabe!

 

Melisa González (Estudiante de la UNVM)

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