El sacerdote Sebastián Luna, muy crítico de la virtualidad educativa y sus consecuencias

“Una vez más la problemática educativa queda invisibilizada”

“Tuvimos todo el ciclo lectivo 2020 para ensayar respuestas diversificadas atendiendo a las situaciones diversas”, sostuvo el cura de la Parroquia de Lourdes
jueves, 10 de junio de 2021 · 08:57

“La situación sanitaria amerita medidas urgentes, que ya llegan tarde. Pero tengo la impresión de que se asocia lo urgente con absoluto. La imagen que se me presenta estos días es la del ahogado que en medio de su desesperación puede ahogar a su rescatista”.

Las palabras pertenecen al sacerdote Sebastián Luna, quien fue crítico de la virtualidad de las clases en el país en el marco de la segunda ola de coronavirus, que viene teniendo consecuencias mucho más funestas que la primera.

“Tuvimos todo el ciclo lectivo 2020 para ensayar respuestas diversificadas atendiendo a las situaciones diversas”, destacó el cura de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, ubicada en el barrio Ameghino.

El párroco fue consultado por El Diario sobre sus impresiones sobre la pandemia, y en ese marco, terminó haciendo especialmente foco en la cuestión educativa.

“Llama la atención la liviandad con la que aseguran que ‘las clases seguirán virtuales’. La virtualidad por definición es una pobreza de lo real. Es una versión precaria de la realidad. Las relaciones interpersonales son precarias cuando son virtuales. Lo hemos vivido, y sufrido, todos durante los días de confinamiento del año pasado y de este”, expresó.

“Si podemos reconocer que la virtualidad es un parche que se pone sobre la gastada muda de la educación actual, hemos de reconocer también que en algunos casos solo quedan jirones donde no es posible sujetar nada. Políticas de emparche reaccionaron mal y tarde distribuyendo escasos dispositivos para conectarse en hogares donde, más temprano que tarde, a fuerza de imposibilidad, terminaron por convertirse en un mueble más de la casa”, consideró.

Luna apuntó que “al menos fue un modo de reacción. Tan inmediato como efímero” y se hizo diversas preguntas: “¿Debemos seguir esperando una discusión de fondo sobre la real posibilidad educativa que tienen los sectores más marginados? ¿O ya estamos en tiempo de desesperar? Sabemos que por ahora no se dará. No hay voluntad ni política, ni gremial”.

Tras afirmar que “la situación sanitaria amerita medidas urgentes, que ya llegan tarde”, graficó lo que siente con la imagen “del ahogado que en medio de su desesperación puede ahogar a su rescatista”.

“El ‘manotazo de ahogado’ de estas medidas restrictivas no permitió ver ni analizar las posibilidades y necesidades de la educación en sus diversos ambientes. Una decisión uniformante para muchas situaciones que de ninguna manera son uniformes”, evaluó.

Dijo sospechar “que las circunstancias extremas de algunos ámbitos educativos son desconocidas para quienes toman las decisiones”. “No sé si por un proceso de negación psicológico, social o político”, agregó.

“Por otra parte, los docentes tienen el miedo bien fundado de que cada vez que se habla de estos temas es para cargarlos con una responsabilidad que no les corresponde. Ese traspaso fácil de la culpa a los docentes es parte del mecanismo de negación de la clase dirigencial”, sostuvo el cura.

Para Luna, “una vez más la problemática educativa queda invisibilizada en una horda de papeles y estadísticas”.

“No es excusa la premura de la decisión. Tuvimos todo el ciclo lectivo 2020 para ensayar respuestas diversificadas atendiendo a las situaciones diversas”, dijo y añadió que “los docentes de todos los niveles y áreas fueron capaces de reconvertirse y adaptarse a las situaciones de sus alumnos”.

“Las clases sí seguirán. Seguirán a fuerza de docentes que llegaron a sus alumnos donde faltaba, y falta, la virtualidad. Seguirán, aunque la virtualidad fue la precariedad en medio de la pobreza. Y también seguirán los manotazos del ahogado que puede terminar por hundir a su rescatador”, concluyó el párroco de la Lourdes.

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