Mario Alberto Fraire

“El radicalismo debe evolucionar y adaptarse a la situación actual”

lunes, 2 de diciembre de 2019 · 11:30

Escribe Nancy Musa De nuestra Redacción

Nació en Villa María, el 9 de diciembre de 1955. Es abogado. Divorciado, tres hijos, dos nietos. En 1973 comenzó su militancia en la Unión Cívica Radical. Ocupó diversos cargos partidarios. Fue presidente de la Juventud Radical del Departamento en 1983, luego formó parte de la Comisión Directiva del Comité de Circuito. Estuvo en lugares importantes en la gestión de Miguel Angel Veglia y durante ocho años fue concejal de su partido. También participó del gabinete de Nora Bedano. Hoy, es secretario del Comité Departamental de la UCR

 

Se define como un tipo estructurado y orgánico. ¿Lo es? Es la pregunta que da vueltas y vueltas en la charla distendida que tenemos en la tarde de viernes. Compartimos un café, una cuota de historia, unos trazos de humor y otros de amor a la política. Mario Fraire es un dirigente con un largo camino transitado y a la vez es un ciudadano que espera el renacer de su partido.

Le encanta expresarse, no anda con vueltas, responde todas las preguntas y confiesa su sueño.

La política es su gran pasión. Y su mayor esperanza. Es un agradecido de todo lo que le dio su partido y espera devolverlo con solidaridad y compromiso.

 

-¿Qué futuro le ves al radicalismo en este proceso que estamos atravesando?

-Estamos viviendo un momento muy difícil y creo que el radicalismo tiene la gran posibilidad de dar un profundo debate interno, como se dio en Gualeguaychú.

Nosotros tenemos una estructura, que es la convención nacional, donde se debaten ideas, proyectos y creo que el radicalismo hoy se debe un gran debate.

Lo defino como un radicalismo que debe ser de evolución. Un radicalismo aggiornado a los tiempos que se viven. No es lo mismo el partido de 1983 al de 2019.

 

-¿Qué definición le darías al radicalismo de evolución?

-Cuando hablo de evolución me refiero a que el radicalismo, sin renunciar a sus banderas, sin renunciar a sus próceres, debe adaptarse y adecuarse a la situación política, económica y social que hoy atraviesa el país.

 

-¿Y en ese concepto de evolución cuáles serían para vos, desde tu experiencia de tantos años, las acciones a llevar adelante?

-Mirá, Nancy, soy muy respetuoso de todos los partidos políticos, pero creo que los partidos, en muchas circunstancias, se han convertido en cáscaras vacías. Desaparecieron las escuelas de formación política, desaparecieron las capacitaciones de nuevos dirigentes, desapareció la formación de nuevos cuadros técnicos. Cosas que son el sustento de la democracia que tenemos y la que se viene.

Por eso digo que el radicalismo debe evolucionar, sin traicionar ni renunciar a sus banderas históricas.

La política es dinámica, estamos en el siglo XXI y los partidos deben desarrollarse, deben generar nuevos cuadros políticos que tomen la posta de aquellos dirigentes que, alguna vez, fuimos también jóvenes.

 

-También la democracia para evolucionar necesita partidos fuertes, ¿es así?

-Efectivamente. Alguna vez participé con más de dos mil dirigentes radicales en la FICO en una charla muy interesante que dio la consultora de Zuleta Puceiro. Y me quedó grabada una frase que dijeron: “El radicalismo y el justicialismo nunca van a desaparecer, porque son como el Banco Nación, tienen una sucursal en cada pueblo”.

Sin menoscabar a todas las fuerzas políticas nuevas, hay que reconocer que hay dos grandes partidos en la República Argentina.

Si nosotros miramos el cuadro de los gobernadores, el radicalismo hoy tiene tres: Corrientes, Mendoza y Jujuy. Tiene una estructura territorial, ahora hay que dotarla de contenido, de dirigentes, de formadores políticos. Ahora hay que dotarla de la evolución de la que hablo. 

 

-La territorialidad de tu partido quedó demostrada en el Congreso, en la cantidad de legisladores.

-Exactamente.

 

-¿Qué es lo que perdió, la identidad?

-No, creo que la identidad no la perdió. Creo que volvemos a la pregunta anterior, creo que no pudo o no quiso generar un nuevo cuadro de dirigentes. Nosotros tenemos que salir de este ostracismo y empezar a generar dirigentes locales, provinciales y nacionales.

Y para eso hace falta, como dije en un principio de la charla, un gran debate interno en la Unión Cívica Radical.

 

-¿Le ves chances a que se dé ese debate?

-Sí, estoy convencido de que se va a dar. Creo que se va a dar porque el partido lo necesita y no es una cuestión sólo de dirigentes, sino de bases.

Porque el pueblo radical no ha desaparecido, ha buscado otras alternativas. Ese 41% de Macri no son todos votos del PRO, hay una gran columna vertebral que la aportó el radicalismo, ya hablamos de la territorialidad.

 

-¿No te dio un cierto halo de tristeza entrar al cuarto oscuro y no ver la boleta 3?

-Sí, me dio tristeza, pero bueno, soy una persona orgánica y la convención nacional lo decidió. También hay una confusión, muchas personas dicen qué hacen los radicales con el PRO, el Frente Cívico, el ARI. Y les respondo, lo que se decidió en Gualeguaychú fue un frente parlamentario, no un frente gubernamental. Una gran diferencia.

Creo que se acató y se sigue intentando que este frente parlamentario siga subsistiendo, pero habrá que ver, habrá que ver si Juntos por el Cambio tiene un aspecto horizontal tendrá subsistencia, si esa horizontalidad no se da, no va a ocurrir y se puede fracturar.

Lo mismo pienso para el Frente para Todos. Si nadie se cree el dueño de la pelota, vamos a ir generando horizontalidad y nuevos cuadros políticos.

 

-Vos sos orgánico, aceptás las reglas partidarias, ¿te sentiste conforme con la decisión de Gualeguaychú en su momento?

-En lo personal, sí. Me pareció acertada la decisión del partido en ese momento. La gente quería un cambio. Y lo vemos en el ejemplo reciente de Uruguay. La gente busca alternancia en el poder. No hay que aferrarse a la silla.

Y lo vinimos hablando, lo del Pacto de la Moncloa, los partidos mayoritarios con historia democrática deben fijar una agenda común con cuatro, cinco o seis puntos que a quien le toque gobernar deben ser respetados.

No solamente hablo de la Nación, hablo de Villa María.

¿Por qué en Villa María las fuerzas políticas no nos podemos sentar para que la ciudad se siga desarrollando?

¿Por qué no podemos sentarnos para ver a qué le vamos a dar importancia, a la salud, a la educación, a la economía, al desarrollo regional?

Me canso de escuchar a autoridades partidarias que dicen “no me siento con Fulanito”.

Entonces, me digo, no estás representando a un partido político, estás con una rencilla personal que no conduce nada.

Y Miguel Veglia me dio el ejemplo de cómo se gobierna con los mejores. No importa de dónde provengan.

 

-Miguel tenía en su equipo a personas de diversas ideologías.

-Sí. El secretario de Miguel era Tomás Lazos, peronista, el contador de Miguel era Ricardo Faure de la UCD. Y el partido lo cuestionaba y Miguel me decía “esto no es una bolsa de empleo, ni una agencia de viajes. Necesitamos a los mejores hombres, vengan de donde vengan, necesitamos los mejores funcionarios para la ciudad”.

A esto tenemos que volver, a esto.

 

-¿Se puede volver a esta idea, se puede cerrar esta grieta terrible que hoy tenemos?

-Es necesario cerrarla. Pero miremos otros aspectos. Tenemos una Justicia que no avalo y lo digo como abogado que ya no ejerzo, una Justicia que se acomoda según cómo vienen los vientos políticos.

En la Facultad de Derecho, lo primero que me enseñaron fue la división de poderes: Judicial, Legislativo, Ejecutivo.

Me hablaron muchísimo de la intangibilidad de los jueces, de su independencia, de que los jueces hablaban por sus fallos y en esto no hago acusaciones, pero veo que la Justicia no ha estado a la altura de las circunstancias.

La­­­ gente descree en la Justicia, la gente descree en los políticos y es una tarea de los más jóvenes revertir esto. Deben ser austeros, creíbles y enseñar a los que vienen cuál es el camino.

Pero la grieta hay que cerrarla, Nancy, y a veces me preocupo porque de un lado y de otro se profundiza y es malo.

Es malo por la salud de todos los argentinos. Si este país no busca coincidencia entre todas las fuerzas y no escucha al ciudadano de a pie, no hay futuro.

 

-Precisamente, vos empezaste desde muy chico a transitar los pasillos de Tribunales, ¿el problema más grave es Comodoro Py o es general?

-Creo que es la Justicia Federal. Por supuesto estamos hablando de otra época. Cuando empecé a trabajar había un verdadero compañerismo, hacíamos un corte a media mañana y tomábamos un café con el juez. Y veíamos jueces probos, independientes, de carrera.

Creo que en la Justicia Federal y fundamentalmente la que está radicada en Buenos Aires hay cosas que no entiendo. No las justifico y pienso que se tienen que poner los pantalones largos.

Los jueces deben ser probos y  que no ocupen los cargos los amigos del poder, lo que vulgarmente se denomina el conchavo político.

 

-Mario, te voy a llevar al túnel del tiempo, ¿por qué te hiciste radical?

-(Pausa). Por dos motivos. Estas son las ironías de la vida que no me gusta contar, pero que ocurren. A la misma edad que me agarró el infarto siendo concejal, le agarró a mi padre siendo concejal en la intendencia de Isidro Fernández Núñez.

Con la diferencia que en aquella época no había estén. Dice mamá que una noche muy fría salió a atender a un vecino, le agarró dolor de pecho, en esa época se llamaba angina de pecho, y muere en la puerta de mi casa.

Yo tenía 1 año.

 

-¿Y a vos te agarra el infarto a la misma edad y con el mismo cargo?

-Sí, con la diferencia que entré a la Marañón con muerte súbita. Me llevaron muerto desde la Guardia hasta Terapia Intensiva, donde llegó todo el equipo de médicos y me sacaron. Y en esto tengo reconocimientos especiales que no puedo dejar de mencionarlos.

Tuve la visita de dirigentes de otras fuerzas políticas y en eso debo destacar la visita de Eduardo Accastello, son gestos que debemos resaltar, él era intendente y yo jefe del bloque opositor y son gestos que enaltecen la política.

Antes había muchos códigos.

 

-Había muchos códigos y camaradería entre los dirigentes, más allá de su ideología.

-Sí, me tocó vivir un Concejo de grandes oradores que discutíamos política. Y te puedo dar nombres, Accastello, Raúl Costa, Edgar Bernaus, Carlos Gagliano, Miguel Maceda, eran debates ricos. Nos tirábamos con altura y terminaba el debate y nos íbamos a tomar un café juntos. Esas cosas no sé si siguen existiendo.

Porque no volví al Concejo Deliberante.

 

-¿Y ahora piensa volver?

-Voy a volver porque alguien me enseñó que en política nadie se jubila (risas). Los que amamos la política nunca nos jubilamos. Tengo una pareja, desde hace 12 años, que es en la actualidad presidenta del Concejo de La Laguna. Radical, obviamente.

¿Sabés una cosa?, allí los concejales no cobran un peso.

Me pongo muy loco cuando dicen “todos los políticos son corruptos”. No es cierto, hay mucha gente que trabaja por vocación, como decís vos, en las comunidades más chicas.

Pero vos me preguntaste por qué me hice radical.

 

-Esa fue mi pregunta, tenías un padre radical y ¿qué más influyó?

-Al morir mi padre, puedo haber heredado los genes. Pero te quiero dar otra razón. Ingreso a la universidad en 1973. Convivíamos la Franja Morada, la Juventud Peronista, la derecha peronista, las organizaciones izquierdistas y en las asambleas eran posiciones políticas muy fuertes y la Franja tenía un peso muy grande.

Eso me llevó a leer todo y me incliné por el radicalismo y milité activamente en Franja Morada donde llegó un ilustre desconocido, venía de Entre Ríos y se costeaba sus estudios como agente de Tránsito.

 

-¿Mario Negri?

-Sí, ahí me hice amigo de Mario Negri, de Carlos Becerra.

 

-Era una juventud muy formada y muy politizada.

-No te olvides que después en esa época vino Lacabane. Y fue el único día que estuve preso. Cuando asume Lacabane, los de la Franja habíamos ido a un acto para escucharlo a Agustín Tosco.

Y cuando salimos, por el solo hecho de tener pelo largo, nos cargaron en un celular y nos llevaron 24 horas demorados a una comisaría. Ahí fuimos con Carlitos Becerra y no recuerdo a otros militantes. Y nos sacó el papá de Carlos Becerra, un gran defensor de los derechos humanos.

Esa noche lo pasamos mal, pero fue un día. Después vino el golpe.

 

-¿A qué edad te picó el bichito de la política?

-A los 17 años, fui espontáneamente a la casa ubicada en calle La Rioja a ver a un político que se llamaba Ricardo Balbín. Era la fórmula Balbín - Gamond que enfrentaba a la fórmula de Perón. Ahí empecé mis primeros pasos, año 1973.

 

-¿Y tu mamá que dijo?

-Lo entendió. Me contenía fundamentalmente, ella no era una militante, pero al haber estado casada con mi papá, a pesar del poco tiempo, se adaptó a lo que era la vida de un político, que es bastante problemática.

El único reconocimiento que debo hacer con tristeza es que a la política le puedo achacar una cosa que me dio una gran tristeza y entre ellas es que no pude ver crecer a mis hijos.

 

-¿La familia sufre?

-Muchos años de funcionario público y vos sabés que el funcionario que tiene vocación de servicio y se dedica a la gente, no tiene fines de semana. Fuma mucho, trasnocha (sonríe) y es una factura que en su momento me pasaron mis hijos.

Es una deuda que tenga con mis hijos, no me da vergüenza reconocerla públicamente. Es más, mis hijos tienen ideologías diferentes (risas). Se las respeté a ambos. Salimos de River los tres, nunca los presioné para que siguieran la carrera de su padre, uno es licenciado en Administración de Empresas, Pablo, y Andrés que vive en Buenos Aires se dedicó al teatro y tiene un emprendimiento gastronómico.

 

-No hace falta que me digas la ideología de Andrés, me la imagino por su bohemia... y no te pregunta.

-(Risas). Pablo es radical, Andrés no es radical (risas).

 

-Te voy a llevar a tu niñez, ¿eras soñador cuando eras un pibe?

-(Pausa). La vida me golpeó mucho. Perdí mi padre cuando tenía 1 año, mi mamá se casó con un hombre, Esteban Bruno, que fue mi verdadero padre, más que un padrastro. El me dio la posibilidad de formarme, de pagar mis estudios, cuando terminé la primaria, y eso me hizo un poco estructurado, estuve tres años en el Liceo Militar y luego terminé mis estudios en el glorioso Colegio Nacional de Villa María.

Entonces, prácticamente no tuve tiempo de sueños, vos sabés que un régimen militar es muy estricto.

Lloraba a veces de noche, porque tenía 12 años, y uno extraña a los padres.

Pero estoy agradecido por esa enseñanza, tal vez empecé a soñar cuando llegué a la educación universitaria.

Y soñaba con llegar a ser lo que fui. Un hombre con vocación de servicio, con necesidad de ayudar a los demás, tengo un sentido religioso y soy un hombre espiritual.

Muchos que no me conocen piensan que soy un tipo frío o seco, pero no.

Tal vez mi formación no me permitió soñar, pero no me hizo infeliz. Creo, Nancy, que el hombre hasta el último suspiro tiene la posibilidad de soñar.

 

-En 1983 fuiste presidente de la Juventud Radical del departamento, ¿qué recuerdos tenés de esa época?

-Fue una de las mejores épocas. Todos los jóvenes estábamos muy contentos por el regreso de la democracia, después de tantos años de dictadura y persecución.

Me recorrí pueblo por pueblo, paraje por paraje, y fui armando la Juventud Radical ad honorem.

 

-¿Las tres boletas tres?

-(Risas). Sí, las tres boletas tres. Y hoy sigo teniendo relación con muchos de esos amigos, algunos llegaron a ser intendentes, concejales o nada, pero nos seguimos relacionando.

Tuve varias experiencias lindas en política, fue muy lindo lo de 1983 a 1985 en la Casa de Gobierno provincial.

Eso me permitió conocer a los ministros, el gobernador, el vicegobernador Chiche Grosso, un señor. A los legisladores, a Martí, a Mestre, fue muy interesante, era otro mundo.

Pero tal vez el período más lindo fue cuando estuve al frente de los centros vecinales.

 

-En la Municipalidad de Villa María y en la gestión de Veglia.

-Sí, logramos normalizar todos los barrios y lo hicimos con tres premisas: no se habla de política, no se habla de religión, no se habla de fútbol. Y todas las noches, yo estaba en un centro vecinal o en un barrio.

En todos los barrios tuve amigos. Porque tuve una premisa fundamental. Siempre consideré que el funcionario tenía que aprender, de una, que cuando terminaba su función, debía seguir recorriendo las calles.

Tenía que volver a caminar las calles, y a algunos los obnubila la alfombra, la secretaria privada, el aire acondicionado. Mi despacho siempre fue de puertas abiertas.

Y siempre a la gente le dije la verdad, nunca prometí lo que no podía cumplir.

El funcionario tiene que aprender, de una, que cuando termine su función va a ser un ciudadano común.

Y sabés quién fue el creador de los MuniCerca, este “pelotudo”.

 

-Bueno, no hace falta semejante calificación.

-(Risas). En realidad, cuando inauguraron los MuniCerca pensé “me podrían haber invitado”, ya que fui el impulsor de la idea.

En el gobierno de Nora Bedano, cada 15 días íbamos a un barrio con todo el gabinete. No era la estructura de hoy, lo han perfeccionado, pero el impulsor fui yo, basado en lo que había hecho el intendente de Córdoba, Martí, un tipo que descentralizó el gobierno municipal.

 

-Ya que nombraste tu participación en la gestión de Nora Bedano, ¿a tu partido no le cayó muy bien y te pidieron la expulsión?

-No reaccionó bien, incluso algunos todavía me lo cuestionan porque no conocen la verdad de eso. Te conté que tuve un infarto, en mis últimos días de concejal la cité a la presidenta del partido y a un colega de bancada y les conté la propuesta que tenía.

Debo rescatar tres cosas, me plantearon que Villa María tenía 300 instituciones intermedias y que querían que yo manejara esa relación. Me dijeron que no tenía obligación de ir a actos partidarios, tampoco a actos oficiales del gobernador De la Sota y me cumplieron todo respetando mi condición de radical.

Algunos no entendieron que yo podía dar un canal de comunicación al radicalismo y fui un puente para que muchos radicales humildes encontraran soluciones.

La primera reacción de la presidenta del radicalismo, que no voy a mencionar, fue llevarme al Tribunal de Disciplina.

Debo aclararte que cuando salió esa tapa de El Diario, yo iba caminando por la calle General Paz y un adversario de muchas internas, Luis Caronni, me dijo “te voy a defender”.

Me sometí como nadie a ese tribunal y la cuestión que sigo afiliado a la UCR y hoy el partido me ha premiado con un cargo en el comité departamental. Fin de la historia.

 

-Fin de esa historia, pero me interesa que cuentes ¿cómo lo conociste a Miguel Veglia?

-A Miguel Veglia, de él puedo decir lo mejor. Creo que fue un visionario de la Villa María que se venía, después hubo otros intendentes visionarios. Pero Miguel trazó el camino. Y en el último año le fue muy difícil.

A Miguel lo conocí en una cosa que era muy difícil de lograr. Nuestros adversarios tenían aviones, asados y nosotros caminábamos. Miguel tenía agujeros en los zapatos y tuvimos que hacer una juntada para comprarle el traje para que asumiera.

Y eso que parecía una quimera, con un grupo de amigos algunos que ya no están, fue ganar tres internas y tres generales para llegar a la Intendencia.

No fue el dedo de nadie. Miguel ganó tres internas y tres generales.

Y además era tan austero, que cuando íbamos a una gestión a Buenos Aires nos hacía cambiar en el baño de una estación de servicios para no gastar en un hotel (risas).

Y si teníamos hambre nos hacía comer un pancho de parados para no gastar.

 

-Después le tocó defenderlo cuando le pidieron juicio político, ¿fue uno de los momentos más duros?

-Sí, ese fue uno de los momentos más duros.

 

-¿Te parece que sería necesario modificar la Carta Orgánica Municipal?

-Sí, el primer cambio que haría es crear la figura del viceintendente y el segundo es que el auditor general sea de la oposición. Y, además, haría el sistema Dhon’t para los concejales.

 

-¿Cuál es tu sueño hoy?

-Sueño seguir participando activamente en política, la siento, la vivo, y ayudar, eso es lo que quiero.

 

Me gusta

Leer, hacer deporte.

Me encanta

Viajar.

Me divierte

La buena compañía.

Me entristece

La desigualdad en un pueblo como el nuestro.

Me enoja

La irresponsabilidad.

 

Opiniones

Mauricio Macri

Un presidente que tuvo virtudes y tuvo defectos. Un hombre que me merece el respeto porque, equivocado o no, quiso cambiar el rumbo de la Argentina. Creo que le faltó rodearse de un gabinete más político.

Un gobierno no puede hacerse con gerentes de empresas exitosas, por eso lamenté mucho que no hubiera tenido en cuenta a dirigentes de otras fuerzas políticas para lugares estratégicos.

Creo que a Macri le salió el alma política los últimos 60 días de la campaña y llenó las plazas.

 

Juan Schiaretti

Un gobernador que heredó mucho de De la Sota. Creo que hizo mucho por la provincia y también la endeudó mucho.

 

Martín Gill

Creo es un intendente que hay que respetarlo, la ciudadanía lo eligió. Lo que viene no va a ser fácil, hay que gobernar con crisis, hay que gobernar abriendo a los cuadros políticos que no sean de tu partido y desearle lo mejor en su segundo mandato.

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