Cartas - Opiniones - Debate

Los lectores también escriben

domingo, 6 de octubre de 2019 · 10:30

Carta de un papá

“Mi nombre es Víctor Hugo Barcos, soy papá de Helena de 6 años. Soy un padre que luchó y lucha cada día por sostener el vínculo con su hija.

Te cuento la historia.

Nos separamos con su madre en julio de 2013, cuando ella tenía meses de edad.

A los tres meses de esto y por iniciativa propia inicié acciones legales para establecer una cuota alimentaria y un régimen comunicacional. Antes de concretarse la primera audiencia fui denunciado por violencia familiar y ahí se trabó todo el caso.

Dejé de ver a mi hija por siete meses, cosa que logré más adelante por medio de la Justicia Penal.

Helena ya no estaba en la provincia de Córdoba, se encontraba con la madre en la ciudad de Santiago de Estero a través de un traslado inconsulto, ya que ésta estaba por ingresar a una fuerza de seguridad nacional y estudiaba en el Escuadrón de esa ciudad. Al provocar la denuncia anterior una restricción de contacto con la madre, y para poder ser un padre con presencia en la vida de mi hija, puse como testigo de mis visitas a la Policía de dicha provincia, por lo cual durante tres meses viajé semana por medio a realizar los encuentros en la Comisaría 5° de esa ciudad (por un período de tres horas).

Luego de este tiempo de revinculación, esperando una resolución que me permitiera mantener estos contactos desde la Justicia Civil, me anoticié de que su madre había sido trasladada al Escuadrón de la ciudad de Tunuyán, Mendoza.

La Justicia Civil tuvo que decidir lo que se logró el 23 de diciembre de 2014 con un régimen provisorio de visitas de cumplimiento inmediato (una vez en Tunuyán y una vez en Villa María).

Así, pasé Nochebuena y Navidad (igual que la víspera de Año Nuevo) en la Departamental San Martín esperando regalo en mano a que se hicieran presentes, pero nunca concurrieron.

Ya en enero de 2015 viajé a Tunuyán donde esperé encontrar a mi hija en la Comisaría 15° sin obtener resultado alguno.

Tampoco se formalizó ninguna visita en Villa María.

En febrero de ese año recién pude volver a tener un encuentro con Helena en la Departamental San Martín (durante tres horas).

Este sistema de visitas tuvo una duración de 2 años con algunas interrupciones; pude ver a mi hija cada vez que viajé a Mendoza y no en todas las ocasiones en Villa María, lo que está asentado en una causa penal que espera fecha de juicio.

Luego de esto la madre comenzó a cursar en el Escuadrón Escuela de la ciudad de Jesús María, por lo que las visitas se trasladaron a dicha localidad, las que fueron cada 15 días por un período de seis horas en espacios públicos (plaza, restaurante, cine, etcétera) los últimos tres años.

Actualmente mi hija pasa un fin de semana al mes conmigo en la ciudad de Villa María, hecho que se produce cuando el día viernes correspondiente viajo hacia Jesús María, la retiro de la escuela y la llevo hasta su domicilio a retirar el bolso con sus cosas; reintegrándola el día domingo (o lunes en caso de fin de semana largo) también viajando hasta esa ciudad.

Esto se debe a que la madre argumenta informalmente que por su trabajo no puede ausentarse de esa localidad sin efectuar trámites burocráticos.

La lucha es larga, muy dura, desgastante.

Literalmente vi dar los primeros intentos de pasos de mi hija en una comisaría de Santiago del Estero en lugar de en un patio, una plaza o un hogar; la vi caminando y escuché sus primeras palabras en la Departamental de Villa María (lo más importante que un hombre puede escuchar, la palabra papá, me la dijo por primera vez en la cocina de la comisaría de Mendoza).

Hay personas fantásticas que uno conoce en el camino (eternamente agradecido estaré al personal de las comisarías, tanto como a personal de Tribunales que nos hacen comprender que los tiempos de la Justicia no son los que las personas comunes esperamos que sean, calmando nuestras ansiedades), que permitieron que en medio del desaliento y la frustración pudiera lograr y reforzar el vínculo que hoy tenemos con mi hija.

Aliento a los padres que están en una situación parecida a no bajar los brazos. Nunca.

Sólo me queda rezar, esperando que el próximo traslado de la madre sea al Escuadrón de Villa María, para que mi hija y yo podamos disfrutarnos cotidianamente sin el dolor del desarraigo, la incertidumbre de las distancias y la impotencia de no poder estar ahí para cuando ella me necesite.

Víctor Hugo Barcos

DNI 29.315.111

0%
Satisfacción
0%
Esperanza
0%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
0%
Indiferencia

Comentarios