Cámara del Crimen local - Por hechos cometidos en febrero de 2019

Siete años de prisión para convicto multireincidente

Se trata de Fernando “Mellizo” Villarreal, quien fue condenado por un violento asalto y otros delitos, uno de ellos cometido mientras estaba detenido en la cárcel. Al principio negó todo, pero la abrumadora prueba lo obligó a cambiar de parecer y terminó confesando
miércoles, 19 de febrero de 2020 · 09:02

En el primer juicio del año, el camarista Félix Martínez le impuso ayer una condena de siete años de prisión de cumplimiento efectivo, con declaración de reincidencia, a un convicto villamariense que confesó haber asaltado a un familiar en una vivienda de barrio Lamadrid.

Fernando Daniel Villarreal (35), alias “Mellizo”, llegó a la audiencia imputado como presunto coautor de “robo calificado por uso de arma”, aunque también se le atribuían los delitos de “tenencia ilegal de arma de fuego” y “tenencia de estupefacientes”.

A poco de iniciado el debate oral y público y luego de que se leyera la acusación, Villarreal negó todos los hechos, pero cuando declaró en la sala una de las víctimas del asalto, la situación del presidiario se complicó sustancialmente y no tuvo otro remedio que terminar confesando los hechos.

Con un frondoso prontuario en su haber, que incluye varias condenas (en su gran mayoría por delitos contra la propiedad), este convicto multireincidente fue detenido a fines de febrero del año pasado, algunos días después que perpetrara un asalto en la casa de Axel Villagra, ubicada en calle Entre Ríos al 2000.

En efecto, alrededor de las 4 de la madrugada del 17 de febrero de 2019, Villarreal y otro delincuentes (cuya identidad se desconoce) ingresaron violentamente al domicilio de Villagra donde estaban durmiendo él, su esposa y el pequeño hijo de ambos.

 

Nueve balazos

Para entrar al inmueble, los ladrones efectuaron nueve disparos con una pistola calibre 9 milímetros para poder romper un candado colocado en la puerta principal. Una vez en el interior y con los rostros cubiertos, amenazaron de muerte a la joven pareja, le dieron un culatazo en la cabeza a Axel y se apoderaron de una suma de dinero no precisada, dos teléfonos celulares y un par de tarjetas de crédito, entre otros objetos, luego de revolver todo y provocar un gran desorden.

En un momento del violento atraco el rostro de Villarreal quedó al descubierto y Villagra lo reconoció porque tienen una relación de parentesco (lejana, pero familiares al fin). Esa circunstancia le permitió a la Policía detenerlo una semana después del hecho cuando caminaba por las calles de barrio Los Olmos de esta ciudad.

Previamente, el día 22 de febrero, los investigadores del asalto allanaron la vivienda del sospechoso y encontraron una escopeta calibre 16, otra calibre 12 y un pistolón. En ese momento no fue arrestado porque no se encontraba en el inmueble, pero quedó imputado por “tenencia de arma de fuego”.

La tercera acusación data de 2016 cuando, encontrándose alojado en la cárcel local, donde cumplía una condena por otro robo, le incautaron 3,8 gramos de marihuana escondidos debajo del colchón de su celda.

Además del juez Martínez, intervinieron en el debate el fiscal Francisco Márquez, el abogado defensor Martín Mattea y la secretaria Patricia González.

Previo a los alegatos y luego de que el principal testigo del asalto sindicara a Villarreal como uno de los ladrones que entró a su casa, se realizó un careo entre ambos. La situación del “Mellizo” se complicó un poco más, por lo que su defensor pidió un cuarto intermedio y logró que su cliente reconociera los hechos, evitando así una condena  mucho más severa (el fiscal tenía previsto pedir más de 10 años de cárcel).

La confesión del presidiario abrevió el proceso y, como consecuencia de un acuerdo previo entre las partes, tanto Márquez como Mattea solicitaron una pena de siete años de prisión.

Asimismo, el presidente del tribunal incluyó en la sentencia que Villarreal sea sometido a tratamiento médico por su adicción a las drogas.

 

Otros detalles

Fernando Villarreal nació el 12 de octubre de 1984, registra último domicilio en Mafalda Gilli y Santa Fe, en barrio San Nicolás, y supo ganarse la vida como vendedor ambulante y anteriormente como jornalero en un horno de ladrillos.

Desde que es mayor de edad, fue juzgado y condenado en varias oportunidades, casi todas las veces por delitos tales como “robo calificado”, “robo simple”, “hurto”, “encubrimiento”, “daño”, “resistencia a la autoridad”, entre otros.

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