Susana Acastello

"Me di cuenta que tenía una colección, cuando ya no tenía paredes en casa para poder exhibir las obras, entonces comencé a distribuir en la residencia de mis propios hijos para compartir el arte, darles un lugar a la observación, porque tiene que ver con eso esto de las artes visuales:  las obras, los cuadros, las esculturas o las producciones que uno adquiere. Tiene que ver fundamentalmente con un goce estético, un placer muy grande disfrutar de esos colores, de esas formas predispuestas por los artistas.

Las obras fueron elegidas por distintos motivos, distintas circunstancias, en distintos lugares, pero siempre la decisión de adquirir viene fuertemente vinculada a la relación de encandilamiento que me produce la obra cuando la veo por primera vez. Es como si la obra me absorbiera, me meto dentro de ella y no puedo dejar de verla, no puedo evitar regresar con mi mirada, insistentemente. Cuando me produce esto, quiero poder acceder a ella así, en cualquier momento, teniéndola presente en mi casa.

 Las obras me parecen sumamente interesantes cuando son originales. La composición, la técnica, los materiales, las texturas constituyen la expresión plástica y esto se puede percibir solamente con la obra concreta, auténtica, la real, no la reproducción. Es lo que yo pienso con las obras que tengo.  También siempre tengo referencias directas del artista que produjo la obra. Lo conozco siempre, antes o después de comprar. Esta situación de “conocer el artista” le agrega valor a la producción en sí.

Con las obras establezco un vínculo subjetivo y fuerte como observadora, como interpretante, dándoles sentidos.  Las siento mías porque yo las elegí, porque me “envuelven” y me hacen feliz". Susana Acastello