La tarea de asignar valor a bienes

En agosto de 1987 los peritos tasadores que ejercían la profesión debieron rendir un examen de idoneidad. El título lo recibieron meses después: el 15 de diciembre. El Colegio Profesional, entonces, no dudó: estableció esa fecha para la celebración anual.

Silvio Pereyra (matrícula 06-0657) es perito tasador y, además, colabora con el Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Villa María. 

En la sede local, ubicada en La Rioja 1225, él contó que, mientras trabajaba en una institución bancaria, le empezó a llamar la atención aquello: valuar bienes. Por eso, se especializó: hizo el curso y rindió frente al Tribunal de Casación de la Provincia de Córdoba.

En Villa María, en el marco de la pandemia de coronavirus, este año se dictó el curso -que dura unos ocho meses- pero, claro, virtual. A fines de este mes finaliza y se prevé que en febrero se tomen los finales y, en caso de aprobar, se entreguen las matrículas.

“Básicamente, la función nuestra es realizar valuaciones y peritajes de todo tipo de bienes: muebles, inmuebles, semovientes (por ejemplo, el ganado). En mi caso hago, también, lo que es la parte judicial. Te pueden llamar de parte o bien ser perito oficial por sorteo”, relató Pereyra.

Determinar el valor

El profesional comentó que el valor que se le otorga a un bien es “técnico” y puede determinarse de distintas maneras: según quién, digamos. Algunos, mencionó, gracias a la experiencia, lo hacen a partir de métodos comparativos. En su caso, él sostuvo que prefiere poder “justificar con números” el por qué se atribuye determinada cifra.

Tasar una casa, un terreno, dijo, debería ser algo “fácil”. Sin embargo, aclaró, se presentan diferentes factores y, en este sentido, narró una situación para clarificar lo mencionado.

Dijo que puede encontrarse una diferencia de entre el 100% y el 200% en el precio, si se compara a dos lotes del mismo tamaño -unos 300 metros cuadrados, por ejemplo- en dos pueblos separados por unos 40 kilómetros.

“Y vos decís, ¿por qué si, prácticamente, estamos hablando de las mismas cosas”, se preguntó. Las respuestas se vinculan con los factores: el poder adquisitivo, la idiosincrasia. “Todo eso te lleva a tener que investigar, ver. Consultás desde Rentas hasta distintas inmobiliarias”, aseguró e indicó que busca herramientas alternativas para poder definir un precio tal en una zona tal.

Lo que más le gusta y lo que menos

“En el caso del perito tasador es una profesión muy linda, sobre todo cuando estás actuando en sede judicial”, afirmó sobre los aspectos que más le gustan de su trabajo. Y añadió: “Sentís la satisfacción. Entregaste un trabajo y ves que el dictamen que tiene es favorable”.

En este punto, también hizo referencia a las aristas de la labor diaria con las que, en ocasiones, se lleva disgustos. 

Al respecto, describió que, a veces, llega información sobre el precio de determinado bien que está viciada. “A raíz de eso es que uno empieza a preguntar y a dar vueltas sobre el tema que está averiguando para ver si realmente la información que te pasan es fidedigna o no”, señaló.

La necesidad de peritos tasadores

Pereyra apuntó que la figura de un perito tasador, para los casos judiciales, es necesaria porque, de alguna manera, funciona como “los ojos del juez”, al que se le debe rendir cuentas. Por otra parte, hizo alusión a otros tipos de casos que suelen suceder y pensó que, por ejemplo, si llega una persona de Buenos Aires a la ciudad con la idea de comprar un inmueble, posiblemente maneje una cifra que acá no existe. “Por eso es bueno consultar a un profesional sobre el tema”, destacó.

Finalmente, resaltó la relación con sus colegas, y deseó que el próximo año los encuentre no solo “más unidos”, sino también “con más trabajo”.