Comunicación feminista para transformar los modos de mirar

Escribe: Maria Ailin Peirone

En los medios de comunicación, según varios estudios[1], las mujeres ocupan el 30 % de los puestos. La radio, la tv, los periódicos y los portales web, están conformados mayormente por varones cis. Las trabajadoras ocupan roles secundarios, al igual que las personas de identidades disidentes, a quienes es muy difícil encontrarles presentes en estas actividades.  La desigualdad se evidencia al mismo tiempo, en las imágenes que reproducen, en el lenguaje que se utiliza y en la diferencia salarial por el mismo trabajo.  Si las historias siempre fueron contadas por las mismas personas de la clase hegemónica y patriarcal, que ya poseen privilegios en la sociedad, ¿cómo somos nombrades en los medios de comunicación? ¿Qué estereotipos se construyen? ¿Qué manera de mirar el mundo se reproduce en ese discurso?

Los medios alternativos y comunitarios, las capacitaciones y sensibilizaciones, los espacios de construcción y deconstrucción, las políticas públicas de comunicación y género, son algunos de los caminos para apoderarse de las maneras de enunciar y hacerlo de manera libre de estigmatización, sexismo y violencia simbólica. El verdadero derecho a la comunicación implica formas de producción y difusión feministas, que nos cuenten de manera situada y con perspectiva de género.

Los medios de comunicación transmiten un posicionamiento, construyen opinión pública y sentidos, son uno de los canales más importantes para reproducir discursos de odio, pero también para romperlos. Para desarmarlos tenemos que ejercer la tarea y desafío de crear mensajes emancipatorios, de hacer cuerpo nuestros propios relatos. Se trata de visibilizar a las mujeres y disidencias que fueron siempre invisibilizades, ya que si queremos transformar las desigualdades de género debemos analizar nuestra forma de comunicar y tener en cuenta que los mass media son uno de los grandes instrumentos que sirven para consolidar la heteronorma y los valores sociales hegemónicos.

Bourdieu comenta que el lenguaje es un instrumento de comunicación, pero primero es un instrumento de poder y cuando las personas no tenemos ni siquiera la posibilidad de nombrarnos, dificulta la posibilidad de que nos podamos empezar a pensar.
Es desde el lenguaje y desde la comunicación que construimos el mundo de lo posible y si invisibilizamos desde esos espacios también lo hacemos en nuestras prácticas. En este sentido, es importante que todas las personas tomen la palabra y la hagan propia.

Camila Rosenfel quien lleva a cabo el proyecto “Heroínas de la Historia” donde dan recursos para Educación Sexual Integral (ESI) , explicó que la ausencia general de las mujeres en el relato histórico acota el panorama de oportunidades para una niña que no encuentra referentas en el rubro al que se quiere dedicar. Sally Ride, la primer astronauta estadounidense en llegar al espacio,  tenía una frase que decía “no puedes ser lo que no puedes ver”.

 

Datos alarmantes para desarmar.

Según un estudio de Comunicación para la Igualdad, en la Argentina, las mujeres representan el 64% de graduadas en carreras de comunicación social. Existe una brecha entre el 64% y el 30% que luego ejerce, producto del patriarcado y de la división sexual del trabajo, que las impulsa a ocupar espacios del trabajo reproductivo y de los roles de cuidado.  Las estadísticas empeoran cuando miramos los puestos jerárquicos, los cuales en el 78% de los casos están dirigidos por varones cis.

Los números dan cuenta de lo urgente que es revertir la situación, que necesitamos mujeres y disidencias ocupando los espacios, y a su vez, que esas personas tengan perspectiva de género para terminar, como se mencionó, con la violencia simbólica que ejercen los medios de comunicación en forma de reproducción de estereotipos de género, estigmatizaciones y sexismo. Necesitamos ocupar los espacios que siempre nos fueron relegados, para reproducir a través de las pantallas, la radio y la prensa gráfica, miradas y luchas,  como dice Judith Butler, para vidas más vivibles y libres.

Relatos e imágenes libres

Un primer paso para desarmar los discursos hegemónicos que transmiten los medios de comunicación es analizarlos y problematizarlos.

Es importante promover imágenes que muestren cuerpos, identidades diversas y representaciones reales. No solo en cuanto al género sino también de edad, etnia, cultura, opción sexual, etc.     Tenemos que visibilizar cuerpos gordos, flacos, personas negras ,blancas, trans, travestis. Mostrar canas, cicatrices, pelos, arrugas y celulitis, mostrar la realidad.  Solo tenemos que observar un poco las publicidades y las tapas de revistas para ver cómo se encarna un único supuesto estándar de belleza hegemónico, que implica violencia para esas personas que figuran ahí y para todas las que tenemos el derecho de que se nos muestren representaciones diversas.

Otra cuestión llamativa es cómo los medios retratan la diversidad de funciones que cumplen las personas dentro de la sociedad. Es necesario promover el protagonismo de las mujeres y disidencias y hacerlas visibles en todos los ámbitos y secciones, al igual que los hombres.

A su vez, observamos cómo se reproduce continuamente una responsabilización y sexualización en casos de violencia de género. Vemos cómo luego de ser violentades, las mujeres y disidencias son nuevamente vulnerades por las malas prácticas periodísticas. Existen muchos casos donde se re-victimiza a las personas y también se suele enfatizar en los aspectos morbosos del hecho, antes que en las causas estructurales de lo que sucedió.  Otra cuestión es cómo se reproducen sistemáticamente roles sexistas en la infancia y por ello es importante representar a niñas, niñes y niños de manera equitativa.

Un último punto, dentro de los muchísimos que podríamos seguir nombrado, es el uso del lenguaje sexista.  Existen diversas formas que fueron mutando para acompañar la lucha por la inclusión de todas las personas en la palabra, que se manifiestan en diferentes formas en la escritura: lenguaje neutro, la x, la e, el @ o bien en algunas ocasiones la utilización de ambas formas, femenina y masculina. Todo esto, lejos de confundir, manifiesta  diversas estrategias de resistencia a través de la lengua. Una “batalla cultural” que nos demuestra que estamos en constante cambio y transformación para llegar en algún momento a que no existan términos binarios y se engloben todas las formas de autopercepción.

En el lenguaje se puede ocultar prácticas de poder injustas, así como se las puede visibilizar. Por ejemplo, cuando decimos travesticidios estamos visibilizando.  Expresiones que oprimen son, por ejemplo, decirle “lápiz color piel” al color rosa, o “ayudar a mamá” cuando alguien se levanta a lavar los platos. Problematizar esas expresiones y transformarlas,  es ir deconstruyendo un poco más el mundo en el que vivimos y caminar a hacer visible lo invisible para romper con un sistema heteropatriarcal que nos duele, provoca injusticias y desigualdades históricas.

 1.Red Internacional de Periodistas con Visión de Género 2. Red Par 3. Comunicación para la Igualdad 4. Periodistas Argentinas y la Red de Periodistas feministas

 

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